España hace tiempo que demanda más bastones que biberones. Su pirámide poblacional está envejecida y el relevo generacional es cada vez más débil. Tan sólo la llegada de población inmigrante logra compensar ese balance negativo de nuestra demografía que comienza a tener consecuencias de carácter económico, sanitario y social. El saldo vegetativo no deja lugar a dudas, en nuestro país muere mucha más gente de la que nace y la tendencia no para de agravarse desde 2015. Los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran cómo el saldo vegetativo –la diferencia entre nacimientos y fallecimientos- al cierre del primer semestre de este año fue negativo: -75.409.
En términos globales, en cambio, la población creció en el conjunto del país, pero no por nuevos alumbramientos sino por una mayor llegada de población inmigrante en ese periodo. Mientras el saldo vegetativo fue negativo, el saldo migratorio volvió a crecer y lo hizo de modo importante. La llegada de ciudadanos de otros países creció de enero a junio hasta rozar el medio millón de personas, 478.990 frente a las 220.443 que abandonaron España. De este modo, el resultado final del comportamiento de la inmigración fue positivo, con un incremento de 258.547 personas. Estas cifras permiten concluir que la población inmigrante que se instaló en nuestro país creció tres veces y media más de lo que lo hizo la que ya reside aquí y que sigue reduciéndose.
España es un destino con gran capacidad de atracción en el exterior. Desde el año 2016 el saldo en lo que a población inmigrante se refiere es positivo. Llegan muchos más de los que abandonan nuestro país camino de otro destino. En términos globales, la mayor llegada de ciudadanos extranjeros para residir en España es la que ha permitido que la población en su conjunto no deje de crecer. Hoy alcanza los 47,4 millones de habitantes, frente a los 46,4 de 2016.
Caída desde 2016
Es justo en ese año 2016 cuando el balance vegetativo en España cambia de sentido. Ese año el saldo entre los nacimientos y los fallecimientos fue prácticamente equiparable, con sólo 503 alumbramientos más. A partir de ahí, la tendencia ha seguido una tendencia negativa, con decenas de miles de fallecimientos más que nacimientos cada año.
Desde las instituciones y los organismos sanitarios e incluso empresariales hace tiempo que se lanza la voz de alarma sobre el problema que supone la actual pirámide de población de España, uno de los países con tasas de nacimiento más bajo de toda Europa, junto a Italia. El envejecimiento de la población conlleva un incremento importante de las necesidades sanitarias y asistenciales que comienza a condicionar presupuestos y acción política en muchas comunidades autónomas. También la demanda de aulas en los centros educativos se resiente de curso en curso. A ello se suman denuncias de empresarios que reconocen, como lo vienen reiterando en el País Vasco, grandes dificultades para encontrar mano de obra cualificada para satisfacer la demanda actual.
En términos absolutos, donde se registran cifras vegetativas negativas más elevadas en su población es en Andalucía, Galicia y Castilla y León. Son las tres comunidades donde en los seis primeros meses de este año se produjeron más defunciones que nacimientos. En Andalucía en este semestre murieron 11.059 personas más de las que nacieron, en Galicia 10.651 y en Castilla y León 9.241. De las 17 comunidades autónomas, tan sólo Madrid registra un saldo positivo, pero por un estrecho margen de 13 nacimientos más que fallecimientos. Las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla también se encuentran en esa situación, con 58 y 191 nacimientos más.
450.000 muertes al año
Durante los años 2020 y 2021, fundamentalmente a consecuencia de la pandemia, la llegada de inmigración se redujo de modo importante. En 2022, en cambio, la llegada de hombres y mujeres de otros países para instalarse en España se ha disparado. En sólo los seis primeros meses del año se ha alcanzado la cifra récord de 487.990.
Las políticas de apoyo a las familias o a la crianza de los hijos no parecen ser suficientes para revertir la tendencia que es imparable desde hace al menos una década. Hoy nacen en España un 25% menos niños y niñas que hace una década. El INE cuantificaba en algo más de 454.000 los nacimientos en 2012 y en cambio desciende a 337.380 el dato del año pasado. En sentido contrario, hoy muere un 11% más de personas en España que hace diez años. En 2021 fallecieron algo más de 450.000 personas.
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