Son dos mitos muy presentes entre analistas y ámbitos laborales: la inmigración provoca precariedad de salarios y la implantación de salarios mínimos es negativa para la generación de empleo. Esta mañana el premio Nóbel de Economía en 2021, Davir Card ha asegurado que se trata de dos creencias falsas que pese a estar muy extendidas diversos estudios han demostrado que son falsas. Durante la celebración del Congreso Workinlan Summit celebrado en Bilbao, Card ha señalado que una correcta acogida de población inmigrante y la captación de su talento se ha demostrado que genera resultados positivos.

En este sentido, ha expuesto los casos de países como EEUU, Canadá, Australia o Nueva Zelanda donde la oferta académica de alto nivel y la generación de entornos sociales positivos han facilitado que poblaciones con alta formación de otros lugares del mundo los prioricen como su destino. De este modo, el mayor talento de poblaciones inmigrantes, que radica en China e India "los elige como destino". Ha apuntado que son precisamente los perfiles con mayor cualificación los que deciden emigrar a esos países, "lo que demuestra que es necesario que un país tenga políticas universitarias activas capaces de atraer ese talento de primer nivel".

De este modo, la apuesta por lograr una correcta "diversificación" de la inmigración, de modo que atraiga no sólo a perfiles de baja cualificación sino también a los de mayor formación, se pueden convertir en un motor económico para un país: "La inversión suele ir paralela a la evolución de la inmigración que se recibe", ha apuntado.

Ha presentado algunas de sus investigaciones en estos países en los que se constata que el perfil de inmigración que se ha logrado captar muestra un abanico de niveles formativos similares a los de las poblaciones nativas, con lo que el impacto en la economía y en sus niveles salariales no se resiente de ninguna manera "porque en término generales presentan las mismas competencias que los locales".

Ventajas al mercado

Ha negado por tanto que si se profundiza en la formación de la inmigración que se atrae y la que se educa en el país de acogida su llegada pueda repercutir negativamente: "La inmigración no es la causante de la bajada de salarios, la preocupación de que es ella la que lo provoca no se sostiene, más bien aporta ventajas en un mercado".

Respecto a las consecuencia de implantar salarios mínimos, Card ha asegurado que no afectan de modo significativo al empleo. Ha recordado cómo en países como Alemania, en 2016, o Reino Unido, en 2013, lo implantaron con cierto nivel de rechazo y finalmente ha quedado demostrado que no han supuesto una pérdida de empleos: "Cada vez más países implantan salarios mínimos, la perspectiva sobre sus consecuencias ha cambiado mucho".

Por último, el Premio Nóbel de Economía ha recordado que la variable económica continúa sin tener un peso relevante en la definición de las políticas de inmigración. Ha señalado que la aportación positiva que una adecuada política migratoria puede tener en la economía de un país sigue sin estar presente, "aún priman en su definición los aspectos sociales, culturales y religiosos, que son los determinantes".