Todo está preparado ya en la Ciudad del Vaticano para que arranque el cónclave que debe elegir al Papa número 267 de la historia. 133 cardenales, de 70 nacionalidades y menores de 80 años, son los que decidirán al sucesor de Francisco, fallecido el 21 de abril tras un pontificado marcado por el inicio de reformas en mitad de una severa crisis de fieles, una sangría en el número de vocaciones religiosas y una sucesión de escándalos, desde las finanzas a los abusos sexuales.
Durante la tarde de este miércoles los purpurados se encerrarán en la Capilla Sixtina para dar inicio a un ritual con siglos de historia ideado para acelerar la elección del sucesor de San Pedro. El actual reglamento del cónclave, que ha ido variando a lo largo de la historia, se basa en la Constitución Apostólica “Universi Dominici Gregis” (“De todo el rebaño del Señor”), divulgada por Juan Pablo II en 1996. El protocolo, no obstante, ha sido enmendado en dos ocasiones por Benedicto XVI y, más tarde, por Francisco.
El óbito de Francisco activó un meticuloso proceso para terminar con la llamada Sede Vacante. Cuando un papa muere o renuncia, el Colegio Cardenalicio asume el gobierno. Inmediatamente después, se celebra una serie de reuniones, llamadas congregaciones generales, en el Vaticano. Durante estas reuniones, los cardenales se preparan para la elección papal, llamada cónclave.

La cena del martes
La ceremonia arranca la noche de este martes, con la cena. La tradición dicta que todos los cardenales electores se trasladan a la Casa de Santa Marta, la residencia en el interior del Vaticano donde vivió Francisco, para cenar juntos. Desde ese instante permanecerán aislados del mundo, totalmente incomunicados.
Misa y encierro en la Capilla Sixtina
El proceso continúa a primera hora de este miércoles con la misa “Pro eligendo Papa” (“Para la elección del Papa”), en la Basílica de San Pedro y abierta a todos los fieles en la basílica de San Pedro. Por la tarde los purpurados desfilan en procesión hacia la Capilla Sixtina, invocando la asistencia del Espíritu Santo con el canto del Veni Creator.
Una vez allí, ya no podrán abandonar el territorio vaticano ni entrar en contacto con personas externas a la elección hasta que sea elegido un nuevo obispo de Roma. No pueden ni recibir ni efectuar llamadas, ni enviar mensajes de texto ni seguir los medios de comunicación, para protegerse de influencias externas. La capilla también se revisa en busca de micrófonos y cámaras ocultos para garantizar el secreto.
Tras el juramento dentro de la Capilla Sixtina, el maestro de las Celebraciones Litúrgicas, Diego Ravelli, pronuncia el 'Extra omnes' (todos fuera, en latín) y se cierran las puertas. Sólo los cardenales electores permanecen dentro. Se procede a la primera votación que puede arrojar la primera luz sobre los candidatos en liza.
A partir de entonces, los cardenales votarán dos veces por la mañana del jueves, inmediatamente después del laudes, y otras dos veces por la tarde, a partir de las 16.00 hora local. Los cardenales electores deben ser menores de 80 años para votar en el cónclave. En esta ocasión, son 133 cardenales electores. El Papa deberá ser elegido por mayoría de dos tercios, lo que sitúa el umbral en torno a los 89 votos.
Papeletas y sistema de votación
Los Maestros de Ceremonias proporcionan al menos dos o tres papeletas en blanco a cada cardenal elector y abandonan la Capilla Sixtina. Cada cardenal rellena en secreto la papeleta, escribiendo "claramente, con una letra lo más reconocible posible, el nombre de la persona que elige". Después, dobla la papeleta por la mitad y, sosteniéndola en alto y claramente visible, se dirige al altar, cerca del cual se encuentran los tres escrutadores.
El cardenal jura, guiado por el Espíritu Santo, del siguiente modo: "Invoco a Cristo el Señor, que me juzgará, por testigo de que mi voto se da a quien, según Dios, creo que debe ser elegido". Sitúa la papeleta en un plato y la desliza dentro de un cáliz, utilizado como urna. Se inclina ante el altar y retorna a su asiento.
Al final de la votación, el primer escrutador agita la urna varias veces para mezclar las papeletas y el tercer escrutador transfiere las papeletas, una por una, a otro cáliz. Si el número de papeletas corresponde al número total de electores, se inicia el recuento.
Los escrutadores se sientan en una mesa colocada delante del altar. El primer escrutador abre una tarjeta y lee el nombre. El segundo repite el procedimiento. El tercer escrutador anota el nombre y lo lee en voz alta, luego perfora las tarjetas con una aguja y las une todas con un hilo. El Camarlengo recoge las notas y redacta un acta con el resultado. Todos los papeles se queman en la estufa, con un aditivo químico para cambiar el color del "humo".
Fumata, negra o blanca
Después de cada dos votaciones, las papeletas en las que los cardenales han escrito su candidato se queman en una estufa dentro de la Capilla Sixtina y el humo sale de una chimenea situada en el tejado de la misma, alrededor de las 12.00 hora local y de las 19.00 hora local. El humo, sin embargo, podría emerger antes de esas horas, en señal de que se ha elegido papa en la primera votación.
Fumata blanca y campanas
En caso de elección de papa, saldrá humo blanco de la chimenea y sonarán seis campanas de San Pedro en señal de celebración. Intramuros de la Sixtina, se prepara su anuncio.
La "sala de las lágrimas"
Es la estancia donde se produce el inicio del proceso de proclamación. En la sacristía de la Capilla Sixtina se prepara una sala con los vestidos del nuevo pontífice de varias tallas. Se llama "sala de las lágrimas", porque es el lugar donde el papa electo desahoga la emoción. El papa tomará un nombre papal y será presentado al mundo. El famoso anuncio "Habemus Papam" ("Tenemos papa") lo pronunciará el cardenal Dominique Mamberti.
Una media de cinco días de cónclave
En los últimos 100 años, la votación no ha durado más de cinco días. Francisco fue elegido papa en el segundo día del cónclave.
Los 266 papas, según pertenencia a órdenes religiosas
Jorge Mario Bergoglio fue el 266º pontífice de la Iglesia Católica Romana y se convirtió en el primer papa jesuita de la historia del papado.

Por lo general, el nuevo papa elige un nombre basado en un papado al que desea rendir homenaje o imitar. Bergoglio tomó el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís.
El nuevo papa será el próximo líder de los 1.400 millones de católicos del mundo
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