Riadas de turistas se confunden en la Via della Conciliazione con los grupos de monjas que por decenas enfilan el camino hacia la Basílica de San Pedro. Las hay filipinas, españolas o latinoamericanas. En el metro de Ottaviano, ya fuera de los límites estrechos de Ciudad del Vaticano, unas religiosas disfrutan de un helado. Con los termómetros superando los 25 grados y el sol haciendo estragos, parece una estampa de principios de verano. Al lado de las feligresas, una cuadrilla de chicas en minifalda pasan alegres, como si festejaran una despedida de soltera. Todas lucen la misma camiseta: “I love Rome”.
Todos los caminos llevan a Roma. Y unos y otros son peregrinos en la Città Eterna, que última sus preparativos para iniciar a mediados de esta próxima semana el Cónclave que debe elegir al sucesor del Papa Francisco, en uno de los momentos más trascendentales de la historia reciente de Iglesia católica, en un tiempo incierto marcado por quienes proclaman el regreso a las tradiciones y por los que, en cambio, reivindican la necesidad de reforma. “Estamos llamados a ser en el mundo una señal creíble y luminosa del Evangelio y de sus paradojas, sin conformarnos a la mentalidad de este siglo sino confirmando y renovando siempre nuestro compromiso", declaró Ángel Fernández Armite, el cardenal español que ofició ayer sábado la misa diaria en memoria del difunto papa Francisco en la Basílica de San Pedro, las llamada “Novendiales”.
La misión, alertó, "resulta particularmente importante cuando hoy y en muchas partes del mundo se experimenta la ausencia de Dios y se olvida muy fácilmente su centralidad". Su homilía reunió a una amplia comunidad de monjas junto a otros cardenales y miembros de la Curia Romana.
Entretanto, la Santa Sede prepara los últimos detalles del Cónclave. 133 cardenales electorales -aquellos menores de 80 años- se encerrarán el próximo miércoles en la Capilla Sixtina para escoger al hombre que liderará la Iglesia católica tras el fallecimiento el 21 de abril del papa argentino.
Trabajos para preparar el encierro
La oficina de prensa del Vaticano ha informado puntualmente de los trabajos para acomodar los dos inmuebles que albergarán a los 133 cardenales participantes en el Cónclave, la Casa Santa Marta y el Colegio Etíope. Se han preparado unas 200 habitaciones para los purpurados y sus ayudantes repartidas entre la Casa Santa Marta, un hotel dentro del Vaticano donde Francisco estableció su residencia, y el Colegio Etíope, un antiguo seminario.

En ambos edificios se han establecido compartimentos que "garantizarán" el aislamiento de los votantes en el cónclave con tabiques, puertas provisionales y el cierre provisional de ventanas, detalla el subdirector de la Sección de Infraestructuras de la Santa Sede, Silvio Screpanti. La legislación pontificia fija que los cardenales llamados a votar no pueden mantener contacto con personas del mundo exterior, mediante ningún medio, y que el personal debe cerciorarse de que no se escondan instrumentos de grabación de ningún tipo. Las autoridades vaticanas se esforzarán para que así sea blindando los accesos al área de esta ceremonia, entre otras medidas. "El día antes del cónclave nuestro personal ayudará a imponer casi 80 cierres de plomo en todos los accesos del perímetro del cónclave", asegura el ingeniero.
Asimismo, la red electrónica ha fundido a negro en el interior de la Capilla Sixtina. Ya se ha instalado la chimenea por la que comunicarán al mundo el resultado de las votaciones, quemando sus votos. El humo blanco significará que hay nuevo papa; el negro, que habrá que seguir esperando al consenso. Los técnicos han desactivado todos los aparatos tecnológicos, cámaras y sensores que en los últimos años se pusieron en esta capilla para protegerla durante las visitas turísticas. También se cubrirán todas las ventanas del Palacio Apostólico que se aproximen al área del cónclave. Durante la decisiva reunión un grupo de técnicos -5 electricistas y ascensoristas, 5 fontaneros y dos 'floreros', personal de logística vaticana- asistirán a los cardenales bajo estricta discreción.

A partir del miércoles por la tarde los 133 purpurados procedentes de todo el mundo -el cuerpo de electores está integrado por 135 pero dos han renunciado por motivos de salud- iniciarán el cónclave. Fuentes consultadas por El Independiente consideran que la elección podría ser rápida, apenas un par de jornadas. “El camino se ha ido fijando en las cinco reuniones previas que ya hemos tenido”, deslizaba un cardenal a este diario.
Una legión de trabajadores -entre carpinteros, herreros, decoradores, personal de limpieza, administrativos, contables y obreros- trabajan en los últimos preparativos en la Ciudad estado. “Las obras de renovación de la Casa Santa Marta, que se encuentran en fase avanzada, finalizarán el 5 de mayo. El personal y todas las personas afectadas serán acogidos en Santa Marta y Santa Marta Vecchia. Se podrá acceder a las instalaciones entre la tarde del martes y la mañana del miércoles, antes de la celebración de la misa Pro Eligendo Romano Pontifice [que se celebra en la basílica de San Pedro a las 10.00 hora local (8.00 GMT) para después, por la tarde, procesionar hasta su encierro en la Sixtina]”, detalla el Vaticano.

Los cardenales celebran, entretanto, reuniones como la que comenzó a primera de ayer sábado con la novena Congregación General de Cardenales, a la que asistieron 177 purpurados, entre ellos 127 que son electores. Y volverán a reunirse dos veces este lunes antes del Cónclave.
“La sesión se articuló en 26 intervenciones, que abordaron diversos temas de importancia eclesial y pastoral. Se reflexionó sobre la doble tarea de la Iglesia: vivir y testimoniar la comunión en su interior y promover la fraternidad en el mundo. Se recordó con gratitud el magisterio del papa Francisco y los procesos iniciados bajo su pontificado, subrayando la responsabilidad de continuarlos y custodiar”, señala la Santa Sede en un comunicado.
“Entre los temas que surgieron, se destacaron la colaboración y la solidaridad entre las Iglesias locales, el papel de la Curia en relación con el Papa, el servicio de la Iglesia y del Pontífice a la causa de la paz, y el valor de la educación como instrumento de transformación y esperanza. No faltaron referencias al Jubileo y al deseo de que el próximo Papa tenga un espíritu profético, capaz de guiar una Iglesia que no se cierre en sí misma, sino que sepa salir y llevar la luz a un mundo marcado por la desesperación”. Una reflexión que estos días “guía” a los cardenales en mitad de una ciudad donde riadas de turistas se confunden con ejércitos de religiosos.
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