Entre Madrid y Barcelona vive Mamen Mendizábal (49). Estrena este domingo noche (21.30) en la Sexta la tercera temporada de Anatomía de…, un true crime de la factoría de Jordi Évole, Producciones del Barrio. El antes y el después de cada entrega, la primera sobre Josep Maria Mainat, se realizan desde Esplugues de Llobregat. Se ha montado Mendizábal su "centro de operaciones", su despacho, en casa. Ella se lo guisa, ella se lo come.
Pregunta.- ¿Qué puedes adelantar de lo que verá el espectador esta noche? Entrevistas en exclusiva a Josep Maria Mainat.
Respuesta.- Más allá de sus palabras, muy interesantes, y de la reconstrucción de los hechos que hacemos con gente que nunca ha hablado sobre este caso –los investigadores, los Mossos d'Esquadra, la abogada–, lo que dejará pegado a todo el mundo al televisor es la reconstrucción de los hechos. Hemos tenido acceso a una parte importante de las cámaras de seguridad que grabaron cómo Angela Dobrowolski planificó y perpetró su plan para acabar con la vida de Mainat esa noche. Ver esos 14 viajes que hizo durante la noche, de la habitación a la nevera, no dejan indiferente.
P.- ¿Podemos calificar Anatomía de… como un true crime, como un documental que cambia de temática en cada entrega?
R.- Nosotros lo calificamos como un true crime de nuestra historia reciente. Buscamos temas diferentes, pero todos están pasados por la narrativa del thriller y del true crime, que hace partícipe al espectador y le mantiene en tensión. Buscamos la historia tras la historia, lo que no se conoce, con un montón de trabajo, periodismo e investigación.
P.- Yo sólo tengo diez minutos contigo, pero tú, en particular, ¿cuántos minutos necesitas con cada entrevistado?
R.- Les digo que vengan todos contando que una hora o una hora y media caerá. Para hacer cada programa tenemos entre seis y ocho entrevistas. Son los entrevistados quienes, con su testimonio, construyen la historia. Hace falta tiempo cuando trabajas con cosas que han pasado hace tiempo. Recuperar recuerdos, la memoria, e ir poco a poco… Pero, sí, sí hago entrevistas largotas.
P.- Lo de Mainat fue un caso curioso, pues se abordó en programas que, en principio, no tendrían por qué hacerlo.
R.- Lo que le pasó a Mainat es que su intento de asesinato acaparó muy poca atención. Nos pilló en medio de la pandemia, pero se montó un circo posteriormente porque su ex mujer tomó la vivienda familiar y, según las propias palabras de Mainat, se convirtió en lo peor del barrio chino. Por ahí entraban prostitutas, narcotraficantes… Las cámaras estaban recogiendo todo eso minuto a minuto. La degradación de esta mujer sí se vio en el televisor en una época donde había pocas noticias. Era una cosa entre el corazón y el esperpento. Poco se ha hablado del origen de todo eso, de la materia prima. La sentencia se dictó hace unos meses. Hay una parte enorme sin contar y espero que interese y entretenga al espectador.
P.- Hay casos que, por H o por B, salen a la palestra y tienen una exposición mediática enorme, y otros pasan desapercibidos. Un asesinato o un intento de asesinato, en agosto, se le da más importancia. ¿Intentáis equilibrar esa balanza con Anatomía de…?
R.- Sí, pero en otro sentido. Hemos observado a lo largo de mucho tiempo que los medios de comunicación prestamos mucha atención al principio de un asunto. Haces el titular cuando acaba de pasar. "Ha ocurrido esto". Pero pasados unos días, otro drama, espectáculo o catástrofe mayores anulan lo anterior. U otro escándalo político. Sabes cómo han empezado la historias, pero muy pocas veces cómo acaban. Si eso le metes el filtro judicial –a veces hay juicios que duran una década–, pues ya no tienes ni idea a qué pertenece esa sentencia. Anatomía de… intenta poner punto y final a esas historias.
P.- Te pongo el ejemplo de Daniel Sancho. La atracción durante los dos primeros meses se fue diluyendo poco a poco. Ha habido varias series documentales sobre el caso Sancho e incluso una entrevista a Rodolfo Sancho. Hubo un pico brutal de interés, pero, al igual que subió, bajó.
R.- Probablemente porque no había más que contar. En el momento en el que ya está encarcelado y tienes todos los hechos expuestos, o hay algo relevante en el camino que te haga que la historia vuelva a cobrar interés, o ese chico, lo que está comiendo es tiempo de cárcel. No hay un giro de guion, algo inesperado, que te permita retomar esa historia. A lo mejor lo habrá en el futuro, pero en este caso, no.
P.- Muchos true crime se construyen sin ningún tipo de novedad. Son simplemente una recapitulación de lo que pasó.
R.- Es muy legítimo también. Lo hace también el género documental u otros reportajes. Ahora estamos viéndolo con la Dana tras cumplirse seis meses. Lo que hay es una recopilación de lo que ocurrió. Yo no diría que eso es malo. Refresca la memoria, ordena los conceptos. Hace que todo lo que escuchaste a lo largo de días o semanas lo concentres y entiendas mejor. A veces en un true crime cuentas una historia muy atractiva pero olvidada. Otras, tienes un desenlace desconocido e inaudito. Cada historia tiene una sorpresa. Otras veces haces memoria creyendo que no encontrarás nada y encuentras un giro de guion de lo más sorprendente. O estás haciendo un programa sin actualidad y te la trae.
P.- ¿Qué España y qué sociedad española retrata la tercera temporada de Anatomía de…?
R.- Una sociedad de la que somos herederos. Hacer esta anatomía patológica de lo que hemos sido y lo que somos es también muy interesante. Está el tema de Miguel Bosé, que aborda el sida, la discriminación y los bulos en los años noventa y tiene un reflejo en la España actual.
R.- No hemos inventado los bulos anteayer. Hay bulos desde que el hombre es hombre, y han alimentado la inquina, la rabia, el odio, la envidia; se han utilizado contra personajes. Las mentiras siembran otras mentiras y sirven para un objetivo, como la gesta del 12-1 de España a Malta. Da igual los años que pasen: los sentimientos e instintos básicos de la humanidad son siempre los mismos. Para mí es muy importante que el relato se cuente con el que lo haya vivido, con al que se lo hayan contado, con el protagonista o el que sepa de la materia.
P.- Ninguno te da gato por libre.
R.- Qué va, este año he tenido muchísima suerte.
P.- Van a calzón quitado y tú te te fías de ellos.
R.- Este año, de verdad, me ha salido todo patita negra. Estos tres años he tenido alguna cosa que no era lo que yo esperaba, pero este año solo puedo dar las gracias.
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