“Una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante”, esbozó el jueves como primer propósito Robert Francis Prevost, en sus segundos iniciales en la piel pública de León XIV. Una declaración que anticipa un pontificado llamado a profundizar la senda reformista que abrió, con luces y sombras, el argentino Jorge Bergoglio, con un tono menos personalista y más conciliador. Una apuesta, la lanzada por los 133 cardenales electores, que debe comenzar pacificando la propia Iglesia, uniendo a familias y sensibilidades diversas, con pluralidad geográfica e ideológica, en un contexto político global marcado por el auge de los populismos y una situación interna de crisis de vocaciones y evidentes problemas para conectar con un mundo cada vez más líquido.
“Hoy también son muchos los contextos en los que la fe cristiana se reduce a lo absurdo, algo para personas débiles y poco inteligentes, contextos en los que se prefieren otras seguridades distintas a la que ella propone, como la tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer”, musitó el viernes en su primera homilía, bajo ese universo de la Capilla Sixtina en el que, con apenas cuatro votaciones, se convirtió en el sucesor de Francisco.
Continuidad
“Es una Iglesia que en el fondo es una continuación del pontificado de Francisco en sus notas importantes: el acercamiento pastoral, la humildad, la sinodalidad, la atención a los pobres, una Iglesia en salida misionera, que pone el énfasis en la proclamación primaria de que Dios te ama, antes que en cuestiones doctrinales”, subraya en conversación con El Independiente Austen Ivereigh, biógrafo de Francisco. “Pero al mismo tiempo, vamos a tener un papado más respetuoso con las tradiciones. Se vio en la forma de vestirse como Papa cuando se presentó en el balcón”, agrega.


Será un papado más respetuoso con las tradiciones. Se vio en la forma de vestirse como Papa cuando se presentó en el balcón
Integración de los sectores más conservadores
Un detalle, el de la vestimenta, que no ha pasado desaparecido para expertos como Miles Pattenden, historiador de la Iglesia católica de la Universidad de Oxford. Su elección, distanciada de la sencillez buscada por Francisco, es un mensaje abierto a los sectores más tradicionalistas o conservadores del cónclave, aquellos que han observado la era Bergoglio como una estridencia o una provocación contra las esencias.
“Es alguien identificado con Francisco y, por tanto, progresista, pero no es uno de esos progresistas que estaban diciendo: 'soy progresista'. Es uno de esos que se ha mantenido callado. Resultó notable que saliera al balcón en San Pedro no como vestía Francisco sino como Benedicto. Y eso lanza un mensaje a los conservadores y tradicionalistas en la iglesia. Les dice: 'Yo os veo, estáis incluidos en nuestra iglesia”. De la misma manera que habló en italiano y español pero no inglés. Es como decir: "No soy un Papa estadounidense. Soy un Papa para todos".

Vamos a tener reformas de gobierno significativas bajo este pontificado
Diálogo y colegialidad
Una invitación al diálogo precedida por un cónclave tenso, donde algunos sectores minoritarios han avivado el riesgo de un cisma. Un abismo que León XIV debe evitar, calmando a jerarquías como la estadounidense y garantizando a cardenales y obispos un ejercicio del poder menos “autoritario”. Un talante que los agustinos reivindicación este jueves como una seña de identidad de su vida comunitaria que los distancia, de algún modo, de los jesuitas.
“Va a ser un pontificado muy de conciliar, de tender puentes, de diálogo, de sinodalidad. Es un aspecto de la Iglesia actual que no podemos pasar por alto y que va a ser muy importante”, desliza un agustino que conoce al “Padre Roberto”, un hombre que ha pasado cuatro décadas trabajando en Perú y del que los suyos festejan su sencillez, cercanía y moderación. “Siempre estaba zen, pero sabía escuchar y quedarse perfectamente con lo importante que decían los otros”, dice gráficamente un peruano que le trató.
A juicio de Ivereigh, se trata de “un constructor de puentes dentro de la Iglesia, pero también en el mundo, con un énfasis particular sobre la paz que tanto falta”. Su primer reto es precisamente establecer esa paz entre los muros del Vaticano y del clero. Y, aunque es “de facto” el monarca absoluto de un pequeño Estado encajado en el callejero de la Cittá Eterna, debe ofrecer una fórmula para limar las asperezas que despertó el argentino.
“Su propuesta es el estilo de Iglesia de escucha atenta. Es decir, una forma de hacer decisiones donde más personas se sientan involucradas en los procesos de tomar decisiones. Es decir, un estilo de papado más colegial, menos personalista. Cuando lo han elegido, los cardenales han buscado un Papa que salga de la época de Francisco, pero al mismo tiempo pueda arraigar las reformas con más atención a las instituciones de la Iglesia”, detalla. “Los cardenales le han pedido formas de colegialidad, es decir, formas de involucrar a los cardenales en las tomas de decisiones del Papa. Por ejemplo, una asamblea anual de todo el colegio cardenalicio para tratar temas importantes, como si se tratara de un Senado. Creo que vamos a tener reformas de Gobierno significativas bajo este pontificado”.

Hay muchas resistencias internas e interés propios dentro de este sistema y es muy difícil para un Papa cambiarlo
Vencer resistencias e inercias
La incógnita es si él, que fue nombrado por Francisco en 2023 para dirigir la oficina vaticana que selecciona y gestiona a los obispos de todo el mundo, puede vencer las resistencias e inercias de la Curia Romana. “Una de las reformas pendientes es la de la Curia Romana. Al inicio de cada pontificado decimos que hay problemas, especialmente financieros, de corrupción, de mal uso de los recursos, pero al final Francisco no ha podido hacer nada. Benedicto tampoco”, apunta Pattenden.
“Vamos a ver si León puede marcar la diferencia, pero en cierto modo esto es parte de la de la cultura italianizada del papado de la Iglesia Católica. En cierto modo, marcha mal, pero al final no se produce un catástrofe. Hay muchas resistencias internas e interés propios dentro de este sistema y es muy difícil para un Papa cambiar porque depende de sus consejeros y de saber realmente lo qué está pasado”, arguye. A su favor tiene el factor de la edad: este año los 70. Es relativamente joven para acometer cambios y resistir el pulso.

En cuestiones éticas, va a ser ortodoxo porque, como Francisco, va a partir de la base y de la doctrina social de la Iglesia
Doctrina social
Al escoger nombre, León XIV ha optado por seguir la estela de León XIII, el apodado “Papa obrero”, en línea con su desempeño como misionero en contacto con las zonas del mundo más desfavorecidas y demediadas por los abismos sociales y, dentro de ellas, con las franjas de la sociedad más excluidas y marginadas. “En cuestiones éticas, va a ser ortodoxo porque, como Francisco, va a partir de la base y de la doctrina social de la Iglesia; pero, al mismo, va a intentar ayudar a la Iglesia a vivir con sus tensiones y ver esas tensiones no como una amenaza, sino una oportunidad de escuchar”.
Tiene por delante hacer compatibles varias iglesias en una. “Uno de los retos más importantes de esta época en la Iglesia es cómo establecer, crear y mantener la comunión en una Iglesia multipolar donde hay enormes diferencias culturales”, recalca Ivereigh. “Unas diferencias culturales hacen muy difícil que la Iglesia a veces se ponga de acuerdo sobre cuestiones, por ejemplo, de la sexualidad, que se ve de una forma muy distinta desde África que desde Alemania. Estamos ante un Papa capaz de crear mecanismos sinodales de escucha mutua. Tenemos que aprender como Iglesia a escucharnos mutuamente; no anularlas, sino superarlas y trascenderlas”.
Esa comunicación entre familias internas debe hacerla compatible con las reformas emprendidas por Francisco, pero en asuntos como el celibato, el papel de la mujer en la Iglesia o la homosexualidad las expectativas no deberían ser elevadas. Los dos milenios de historia de la Iglesia católica pesan. En el caso de los escándalos de pederastia y abusos sexuales, víctimas peruanas reconocen que la intervención de Prevost fue determinante para iniciar procesos, al menos, de escucha que llevaron a principios de este año a la disolución del Sodalicio de Vida Cristiana, la comunidad religiosa católica con sede en Perú investigada durante años por denuncias de presuntos abusos sexuales y psicológicos por parte de su fundador y otros responsables.
María Luisa Berzosa, a la que Francisco nombró consultora de la Secretaría del Sínodo de los Obispos, conoce al ahora León XIV. “Lo he tratado y es un perfil humilde, no haciéndose notar, no levantando la voz, pero creo que es firme en sus condiciones. Y no hay que olvidar que tiene cabeza de matemático también, que es agustino. O sea, hay elementos que le ayudan de su personalidad, de su persona, psicológicamente y espiritualmente. Él sabe cómo está la iglesia; cómo está el mundo; sabe de los gritos de los inmigrantes, de los pobres, de la guerra y también de una paz, que como dice, debe ser desarmada y desarmante”, sostiene la religiosa española.
Para Ivereigh, “Francisco fue un gran reformador, pero también reformó la Iglesia con un ejercicio del papado muy personalista. Hay un deseo muy fuerte de los cardenales de otro tipo de gobierno más institucional. Así que esa es mi lectura. Con la elección del nombre envía una señal de continuidad con León XIII, el gran papa de los obreros, un papa amigo de los pobres y que no teme entrar en cuestiones de mercado laboral o de justicia social”, vaticina.
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