Es una de las mejores conocedoras de Alemania y una de las periodistas más experimentadas de España. Pilar Requena del Río tiene formación alemana y se nota en sus ensayos. Conoce el país en profundidad tanto desde el punto de vista teórico, gracias a sus lecturas y entrevistas con filósofos y politólogos, como sobre el terreno debido a su trabajo como corresponsal en Berlín de RTVE y reportera del programa En Portada. Sus primeros pasos como periodista de internacional los dio en Alemania poco después de que cayera el Muro de Berlín. Todo ese bagaje lo vuelca ahora en Populismo pardo. El auge de la extrema derecha en Alemania (Los Libros de la Catarata), un libro con el que quiere lanzar una advertencia sobre el enorme riesgo del ascenso de Alternativa para Alemania (AfD). "Es nuestra última oportunidad", señala, como dice el recién elegido canciller federal, Friedrich Merz. Señala que ya es tarde para ilegalizar a AfD: "No puedes ilegalizar a diez millones de votantes".
Pregunta.- ¿Por qué considera apropiado el término "populismo pardo" para referirnos a la ultraderecha en Alemania?

Respuesta.- Queríamos indicar claramente que hay un componente nazi en la extrema derecha alemana, a diferencia de lo que sucede en otros paíss. Alude al color pardo de las camisas de la Schutzstaffel o SS, las tropas de asalto de Hitler. Esa diferencia se ve en el Parlamento Europeo, donde nadie quiere alinearse con ellos. Hay declaraciones de miembros de Alternativa para Alemania (AfD) honrando a soldados de la Wehrmacht. Eso no pueden aceptarlo Le Pen, Orbán o Meloni, que defiende la soberanía de sus países, cuando esos solados fueron fuerzas de ocupación en la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes se refieren al color pardo de los uniformes (braune Gewalt, braune Ideologie) cuando se refieren a esa extrema derecha filonazi.
P.- Lo curioso es que AfD en lugar de desdiabolizarse como hizo Agrupación Nacional de Le Pen para ser aceptada socialmente se ha ido radicalizando y aún así cada vez tiene más apoyos.
R.- Han llegado tarde a ver la amenaza y el riesgo. Es cierto que AfD nace como partido euroescéptico. Es la alternativa a la "no alternativa" a la que se refirió Merkel sobre el rescate del euro. Eran profesores universitarios muchos de ellos, contrarios al euro y a la política de Merkel con la crisis financiera. Eran más conservadores que la CDU pero no era extrema derecha. En 2013 se quedaron cerca de entrar cuando eran un partido recién nacido. Entonces no había un componente de extrema derecha potente. La evolución a la extrema derecha es muy rápida. Entró poco después Alice Weidel y entonces era del sector más burgués. Pero también se adhieren los más radicales como Bjorn Höcke o Alexander Gauland. Vienen todos del oeste, salvo Frauke Petry, que se desmarcó ya hace años por la deriva hacia la extrema derecha parda. El caldo de cultivo está en el este, pero los líderes son del oeste.
P.- Escribe que AfD ha crecido gracias a las crisis.
R.- Es un partido que ha ido creciendo gracias a las crisis, sobre todo con la crisis de los refugiados de 2015, cuando sacan provecho de la llegad de casi un millón gracias a la política de puertas abiertas de Merkel. Entonces muchos se quitan la careta y crecen los más radicales. Weidel se ha radicalizado en los últimos años tras darse cuenta de que si no lo hacía, no llegaría arriba. Quien realmente controla el partido es Björn Höcke, que nunca podrá ser candidato a canciller o portavoz parlamentario porque lleva ya dos juicios por sus declaraciones filonazis. Utiliza constantemente lenguaje nazi prohibido en Alemania. Sí se controló la violencia neonazi: recordemos que hubo más de cien asesinatos en los primeros diez años desde la reunificación. También se quitó a los filonazis el control que tenían algunas zonas en el Este, pero los partidos de extrema derecha de entonces, NPD, DVU o los Republicanos, no suponían un peligro político. Incluso en 2017 se intentó ilegalizar el NPD pero el Tribunal Constitucional lo paró porque carecía de relevancia política. Antes también fue imposible por la infiltración de topos de la Inteligencia alemana que habían promovido acciones radicales. Quizá hubiera sido un signo de aviso a navegantes. Pero el Constitucional alemán es muy independiente. Prohibir un partido en Alemania no es nada fácil. Solo se ha ilegalizado el Partido Nacional Socialista y el Comunista en los 50.
Quien realmente controla el partido es Björn Höcke, que nunca podrá ser candidato a canciller o portavoz parlamentario porque lleva ya dos juicios por sus declaraciones filonazis"
P.- Deberían haber saltado las alarmas al entrar en el Parlamento federal en 2017.
R.- AfD entra en 2017 por primera vez en el Bundestag con un 12%, pero se interpreta como fenómeno del Este y nadie se preocupa de tener una política concreta para los ciudadanos del Este, que se sentían perdedores de la unificación y perdedores en la sociedad alemana. En 2021 pierde apoyos porque perdieron la calle en la pandemia. Las manifestaciones fueron abanderadas por otros grupos como Qanon y Reichsbürger. Como se quedaron el 10% se bajó la guardia. Parecía que tenían un techo, que no eran un riesgo. Pero mientras tanto los más moderados se iban del parido por la deriva filonazi. Según el informe reciente de la Oficina de Protección de la Constitución, ya no queda casi nadie del ala moderada y los que quedan no son relevantes. Ahora todo el partido ha sido declarado de extrema derecha segura.
P.- ¿Qué implica la calificación de la Oficina de Protección de la Constitución de AfD como partido de extrema derecha?
R.- En primer lugar, ya está claro que hay connotaciones neonazis, que son extremistas de derechas. Se les puede someter a una vigilancia especial con topos o agentes infiltrados y el informe pude ser utilizado por el Bundestag o el Bundesrat o por el gobierno para promover la ilegalización.
P.- ¿Sería oportuno promover ahora esa ilegalización?
R.- No. En estos momentos no. Los puedes convertir en víctimas. Puedes prohibir un partido pero no a diez millones de ciudadanos. Además, no pueden arriesgarse a que el Tribunal Constitucional frene la ilegalización por errores de procedimiento o por algún error. El Constitucional es totalmente independiente. El informe dice que es extrema derecha y discurso nazi, prohibido en Alemania. Es contrario a la Constitución. No hay nada que demuestre que van hacia la moderación. Ahora está todo en manos de la Justicia. AfD ha presentado alegaciones al tribunal administrativo de Colonia. Los expertos del gobierno han de estudiar el informe. Pero tanto Merz como Scholz y Klingbeil están siendo muy cautos a la hora de hablar de prohibición. No lo descartan tampoco.
Hay que vigilar a AfD, condenar lo que sea condenable y no dejar que se haga con el Bundestag"
P.- ¿Qué se puede hacer entonces?
R.- Lo que se debería haber hecho ya. Primero vigilarlo, segundo condenar todo lo que haya que condenar. Tercero, no dejar que se haga con el Bundestag. Ahora son los líderes de la oposición y serán los primeros en responder al canciller, que ha de ser muy claro, como la presidenta del Bundestag que ha de pararles los pies. No hay que tener ningún miramiento. Si utilizan conceptos que no pueden usar, se denuncia. Hay resortes en Alemania para evitar que ocurra lo que nunca debió ocurrir. Es la última oportunidad, como dice Merz. Lo siguiente es la muerte de la democracia.
Es cierto que es muy complicado. Además, la actual coalición de gobierno en Alemania ha nacido debilitada por esos 18 diputados de la coalición de la Unión y SPD que jugaron en la primera votación con la estabilidad de Alemania. No sabremos quiénes son pero han jugado con la democracia en el momentos más duro para Alemania desde la Segunda Guerra Mundial. Ahora la coalición ha de devolver la estabilidad a Alemania y recuperar la confianza de esos ciudadanos que se sienten abandonados. Sobre todo en el Este han de escuchar a los ciudadanos. Tiene miedos. Los partidos del centro político han de hablar de migración, del islam, de forma clara. Si no reaccionamos, Europa está en peligro. Partidos como AfD van a utilizar esos miedos, como ya lo han hecho. Cuado el ciudadano se ve abandonado, va a estos partidos, que son contenedores de la ira (Wutsammler). La mayoría de los votantes de AfD no son neonazis, ni de extrema derecha. Una gran parte de ellos son ciudadanos enfadados. Pero cuidado porque AfD ya está igualada o supera a la CDU en intenció de voto, ya está por encima del 20,8% que logró el 23 de febrero.
P.- Y saben instrumentalizar temas como la migración en el que el discurso de los partidos tradicionales parece cada vez más una copia.
R.- Los que llegan a nuestros países han de obedecer las normas porque eso forma parte de la ciudadanía. Hemos de dejar el discurso buenista. Hay que hablar de temas que preocupan a la gente: uno es el islam y otro la inmigración irregular, que enriquece a las mafias. Hemos de abordar estos temas desde la democracia y los derechos humanos para que no los hagan suyos. Una cuestión son los controles migratorios y otra la remigración o el asilo. El asilo es intocable. Quien sufre una guerra tiene derecho a nuestro refugio. Puede que de forma temporal hasta que el país de origen haya estabilidad. Pro hay que poner sobre la mesa estos temas y buscar soluciones.
P.- El riesgo de que sean la primera fuerza en 2029 es enorme. O bien que sea imposible formar una coalición alternativa por su enorme crecimiento.
R.- Cada vez será más difícil gobernar debido a su auge y la estabilidad es fundamental para los alemanes. Es lo que le falta a la población alemana después del desastre de la coalición semáforo. Los liberales han jugado un papel muy egoísta. Tampoco ha ejercido de líder Olaf Scholz. Los que han estado a la altura han sido los Verdes. Era incompatible la coalición.
P.- ¿Hay posibilidad de que Merz se plantee acabar con el cordón sanitario?
R.- No, Merz aprendió la lección en enero cuando se dejó apoyar por AfD. Ahora tampoco lo necesita. Si consiguen quitar la careta a Alternativa para Alemania para que no controle la escena pública y la parlamentaria, pueden servir de ejemplo para el resto de Europa. No podemos permitirnos en Europa que Alemania no esté. Necesitamos una Alemania fuerte y comprometida con Europa. Es el momento de la verdad para Alemania y para Europa.
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