En una de las misas en memoria de Papa Francisco, entre los muros de la Basílica de San Pedro, una mujer tomó la palabra y leyó un breve texto de agradecimiento al argentino. “Reconociste nuestra contribución como constructoras de comunión, como custodias de la calidez y la ternura maternal de la Iglesia, y nos recordaste que nuestra presencia es indispensable”, declaró. Fue un hecho insólito: el de una mujer hablando en mitad de la liturgia entre cardenales y miembros de la curia romana, en el templo que simboliza el poder papal y sus dos milenios de dominio masculino.

La mujer que rascó el techo de cristal vaticano se llama Mary Barron, superiora general de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de los Apóstoles y presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales. Bergoglio la nombró miembro del Dicasterio para la Evangelización el año pasado. "Mientras hablaba no era consciente de lo histórico del momento", reconoce en conversación con El Independiente Barron. “Me invitaron desde el Dicasterio para la Vida Consagrada. Querían que tanto la unión masculina como la femenina dijeran unas palabras. Pero no pensé que fuera algo extraordinario. Después me dijeron: 'Es la primera vez que una mujer habla así en el inicio de una misa en el Vaticano'”.

Mary Barron, presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales. | Francisco Carrión

En el 'cónclave femenino'

Barron nos cita en un hotel a las afueras de Roma. Las instalaciones acogen una suerte de cónclave femenino. Miles de religiosas celebran su asamblea plenaria anual. Rezan, debaten y proyectan el futuro de la vida religiosa femenina. La organización que dirige esta monja irlandesa agrupa a más de 1.900 miembros de congregaciones religiosas de mujeres en todo el mundo y se ha convertido en un actor en los debates eclesiales sobre la presencia de la mujer y las reivindicaciones que, cada vez con mayor insistencia, reclaman la posibilidad de ordenarse sacerdotes.

“Hablaré en nombre propio, pero también en el nombre de muchas mujeres. Mi deseo sería que la Iglesia siguiera abriéndose a las posibilidades de permitir a las mujeres vivir plenamente su vocación bautismal, sea cual sea esa vocación. Creo que hemos avanzado mucho”, desliza esta misionera que ha vivido en Roma los últimos doce años como parte del gobierno de su congregación y de la unión de religiosas. "A principios de la década de 2000, cuando estudiaba, ni siquiera se nos permitía hacer preguntas sobre la participación de las mujeres en la Iglesia o sobre los estudios de teología. Nos decían: 'No hablamos de mujeres'. Ahora, podemos debatirlo abiertamente", explica.

“Los nombramientos que ha hecho el papa Francisco nos muestran que es realmente posible en este momento sin cambiar mucho en términos de derecho canónico, en términos de lo que dice la Iglesia, en términos de cómo viven las mujeres su vocación. Nos está mostrando que es posible, y todavía estamos en el camino de discernir cuáles son las llamadas. Mi deseo sería que todas las mujeres puedan cumplir su vocación bautismal dentro de la Iglesia”; agrega.

A principios de la década de 2000, cuando estudiaba, ni siquiera se nos permitía hacer preguntas sobre la participación de las mujeres en la Iglesia

2016, el año del despertar

En 2016, su organización planteó al Papa la posibilidad de estudiar el diaconado femenino. La respuesta -aclara Barron- no fue una puerta cerrada, sino “una invitación al discernimiento”.  “Francisco ha sido fundamental para abrir posibilidades y abrir el debate, permitiéndonos hablar sobre ello, reflexionar, cuestionar, compartir. Para mí, sin duda en lo que respecta al papa Juan Pablo II a principios de la década de 2000, ni siquiera era posible hablar. Creo que la forma en que el papa Francisco vivió su pontificado nos permitió expresar opiniones contrarias en este camino sinodal que está tratando de guiarnos, donde tenemos opiniones divergentes. Pero, ¿a qué nos llama el espíritu y qué intenta conseguir ese consenso de creencias, ese consenso en el espíritu de Dios? ¿Qué se le pide a la Iglesia hoy en día?”, se interroga.

En una institución gobernada por hombres, las mujeres -en cambio- representan una mayoría hasta ahora silente. Las mujeres representan más del 55% del personal católico consagrado del mundo. En 2022, eran cerca de 600.000 religiosas profesas, frente a poco más de 407.000 sacerdotes. En el Vaticano, la presencia femenina ha crecido: en 2013, las mujeres eran el 19,2% del personal. En 2023, llegaron al 23,4%. En el Sínodo sobre la Sinodalidad de 2024, 53 mujeres participaron con derecho a voto.

Según Austen Ivereigh, biógrafo de Bergoglio, el pontífice "abrió espacios muy importantes a la mujer en el liderazgo de la Iglesia”. “Dejó sin tocar la cuestión del clero, porque nunca existió un clero femenino en la Iglesia y para que haya sería necesario un proceso a lo largo de muchos años, un consenso en la Iglesia universal, que estamos tan lejos de eso que ni vale la pena hablarlo”, comenta. "En el Occidente liberal están obsesionados con la cuestión [de la ordenación femenina] porque la ven a través de la lente de la equidad y la justicia. Pero la Iglesia lo ve de otra forma: el Espíritu Santo siempre derrama los dones que necesita la Iglesia para llevar a cabo su misión".

Al igual que sus compañeros varones, la vida religiosa femenina también enfrenta al reto de la crisis de vocaciones. Han disminuido en Europa y América mientras crecían en África y Asia. “Las tendencias en el mundo se están volviendo más individualistas, más nacionalistas, lo que es realmente contrario al mensaje cristiano. Creo que la Iglesia necesita liderazgo para continuar con ese sentido de ver a cada ser humano en su dignidad y respetar la dignidad de todos. Francisco era muy consciente de lo que él llamaba las periferias, de ir a las periferias, y en particular de la situación de los migrantes y los refugiados, ayudándonos a verlos también con dignidad”, replica.

Tenemos que mirar a aquellos que sienten que es su deber mantener la tradición con un poco más de compasión y caminar juntos para ayudarnos a escuchar

Abrir el debate

Para la irlandesa, “uno de los legados de Francisco es haber invitado a la diferencia de opiniones”. “Cuando habla de la comunión y la diversidad, reconoce que somos extremadamente diversos. En esta sala en la que estamos sentados hay 900 mujeres, líderes de congregaciones de unos 80 países de todo el mundo, muy diferentes entre sí. Hablamos 13 idiomas diferentes, con opiniones muy diversas, pero juntas, podemos escuchar lo que el espíritu nos pide que hagamos juntas”.

A su juicio, desde entonces, se han dado pasos significativos: nombramientos de mujeres en cargos relevantes dentro de la Curia, como la teóloga argentina Emilce Cuda o la religiosa italiana Simona Brambilla, esta última recientemente situada al frente del Dicasterio para la Vida Consagrada. "No se trata de hacer grandes reformas de golpe", añade. "Es una llamada a ver dónde está el Espíritu. Qué nos está pidiendo en este momento. Y eso implica escuchar, reflexionar, caminar juntos".

Varias monjas rezan el rosario tras la muerte del Papa Francisco, a 21 de abril de 2025, en la Ciudad del Vaticano, Roma (Italia). | EP

Mujeres en el Vaticano

Hace unos meses el Papa Francisco nombró a la monja italiana Simona Brambilla como prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, siendo la primera mujer en liderar un dicasterio vaticano.

En 2021 la religiosa italiana Alessandra Smerilli fue nombrada secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el cargo más alto jamás ocupado por una mujer en la Santa Sede.

El obstáculo de los sectores más conservadores

El trabajo no está exento de obstáculos. "El cambio siempre es difícil para las personas", admite Barron. "Venimos de culturas muy diversas. Incluso fuera de la Iglesia, la situación de las mujeres en muchas culturas es muy difícil, muy desafiante. Estamos tratando de cambiar algo que la gente ve como una tradición que existe desde los tiempos de nuestro Señor. Eso va a llevar tiempo".

A los sectores más conservadores y tradicionalistas que se oponen con mayor vehemencia a cualquier progreso de las mujeres en la iglesia, Barron les responde sin elevar el tono: “Tenemos que mirar a aquellos que sienten que es su deber mantener la tradición con un poco más de compasión y caminar juntos para ayudarnos a escuchar. Porque no sirve de nada ser agresivo y decir: 'Sé que esto es lo que quiere el Espíritu'”.

Giovanni Maria Vian, historiador y exdirector de L'Osservatore Romano, es escéptico con un asunto que deberá abordar el nuevo Papa León XIV: "¿Habrá algún momento en el que las mujeres puedan ordenarse sacerdotes? Por lo menos yo no lo veré". "Durante el pontificado de Francisco, se podría haber abierto a que las mujeres fueran diáconos, pero se limitó a hacer dos comisiones y de la primera las conclusiones han sido secretas. En este tema también, el resumen de la labor del argentino se puede resumir e palabras, palabras y palabras".

“Creo firmemente que estamos llamados a continuar el progreso hacia una Iglesia más participativa, hacia una Iglesia que pueda acoger la diversidad”, subraya. “¿Podrán ser las mujeres ordenadas sacerdotes?”, le pregunto cuando nuestra conservación apura sus últimas preguntas. “El único que sabe la respuesta es Dios, pero creo que todavía estamos reflexionando sobre ello. Es una cuestión que se está debatiendo. Yo, desde luego, no tengo la respuesta”. “Y, en caso afirmativo, ¿se imagina un horizonte temporal?”, agrego. “Dios mío. Es imposible decirlo. Realmente no lo sé. Podría ser 100 años y podría ser un año. Depende de hacia dónde avancemos, de si seguimos debatiendo la cuestión”.

La visión del Papa León XIV: rechazo al sacerdocio pero abierto a estudiar el diaconado

A partir de las declaraciones previas a su elección, el Papa León XIV ha mostrado una posición más bien tradicional. En octubre de 2023, durante el Sínodo sobre la Sinodalidad, el entonces cardenal Prevost insistió en que la "muy significativa y larga tradición de la Iglesia" hace imposible considerar la ordenación de mujeres como sacerdotes. A pesar de su oposición al sacerdocio femenino, se ha declarado favorable a estudiar el diaconado femenino, esto es, la posibilidad de recuperar que mujeres laicas puedan prestar servicios como el bautismo. "Clericalizar a las mujeres no necesariamente resuelve un problema", ha advertido quien -en la línea de Francisco- ha defendido la inclusión de mujeres en desempeños de liderazgo en la Iglesia. Así, como prefecto del Dicasterio para los Obispos, apoyó la designación de mujeres en cargos relevantes y la participación de tres féminas en el proceso de selección de obispos. A su juicio, sus perspectivas aportan puntos de vista valiosos y enriquecen el proceso de toma de decisiones.