Supe de la existencia de César Chávez gracias a mi amigo Milton que vive en San José (California). Durante la visita que le hice pasamos por la gran plaza que lleva su nombre y, al ver el cartel con la nomenclatura, imaginé que se trataba de algún personaje de la época en que ese territorio era mexicano o colonia española. No obstante, hice la broma fácil preguntándole si la plaza se llamaba así por el mexicano del mismo nombre que fue varias veces campeón mundial de boxeo y, gracias a esa tontería, él me explicó que fue un dirigente campesino que lideró, junto a Dolores Huerta, el proceso organizativo que se dio en la región a partir de la década de 1960.
Luego supe que fundaron una "Unión", es decir, un sindicato de trabajadores del campo que defendía, sobre todo, los derechos de los migrantes mexicanos –no en vano su logotipo es un águila azteca estilizada– y los de personas como ellos, estadounidenses de nacimiento, pero hijos de padres extranjeros, o procedentes de familias indígenas o mestizas que vivían desde siempre en los territorios del sur de ese país, pero cuya cultura e identidad estaba más próxima a la mexicana. Chávez falleció hace cerca de 30 años y ahora es un referente de la lucha por los derechos civiles. Tanto es así que el expresidente Biden colocó como símbolo un busto suyo en el Despacho Oval. Dolores Huerta sigue al pie del cañón a sus 95 años.
San José es una ciudad bastante mestiza, y eso se notaba aún más por la gentrificación generada en la época dorada de Silicon Valley. En 2012, que es cuando estuve, había una peculiar composición: chicos tech con la misma pinta que Mark Zuckerberg –la de nerd, no la de luchador de artes marciales mixtas de ahora–, jóvenes de origen latinoamericano que hacían funcionar los servicios de la zona o laboraban en el campo y mayores que habían sido trabajadores agrícolas o de las cannerias (enlatadoras) de fruta y verdura. El mestizaje era patente en los jubilados del centro comunitario que dirige mi colega, un sitio en el que muchos hablaban una mezcla de idiomas llamada "pocho", palabra despectiva que les recuerda que no son ni de ahí ni de allá. Es una población acorde con la relevancia de la agricultura en el estado.
Aunque gracias a las películas las imágenes que asociamos a California son las palmeras de Rodeo Drive, las playas de Malibú o los paisajes urbanos de Los Ángeles, San Francisco o el Baltimore de The Wire, se trata del estado norteamericano que más alimentos produce, un sector que depende de trabajadores inmigrantes mayoritariamente indocumentados, muchos de los cuales no han conseguido regularizarse a pesar de haber pasado ahí la mayor parte de su vida.
Quizá eso explique que sea precisamente en la California Republic donde más significativas estén siendo las protestas en contra de la agresiva y autoritaria política de deportaciones de Trump. A pesar de haber trascendido sobre todo las imágenes violentas de Los Ángeles, se trata de un movimiento de resistencia pacífico –como fue el liderado por Chávez y Huerta– que se ha manifestado en varias zonas del estado. En las protestas, además de inmigrantes que han perdido el miedo, están los hijos y los nietos de los trabajadores que llegaron como braceros y que ya son citizen pero que se han criado en las "zonas latinas" rodeados de vecinos y familiares que se mojaron la espalda para estar ahí. Esos son los suyos y los quieren defender. A eso se suma un proceso de reforzamiento identitario, cultural y lingüístico que posiblemente ha sido fundamental para movilizarlos.
Contar con trabajadores sin documentos contribuye a mantener salarios bajos"
Si algo nos enseñó el viejo movimiento campesino de California es que el asunto de fondo es económico. Contar con trabajadores sin documentos contribuye a mantener salarios bajos. Por eso, precisamente, las "Unions" consiguieron sus grandes victorias afectando los ingresos de los empresarios a través de boicots a productos como las uvas. Me pregunto: ¿qué pasaría si expulsan a todos los indocumentados que trabajan en el campo? ¿Cuántos descendientes de los peregrinos del Mayflower estarían dispuestos a cortar lechugas? ¿Qué ocurriría si mañana hubiese una gran huelga de inmigrantes? ¿Qué harían sin inmigrantes los empresarios MAGA que odian y desprecian a quienes los enriquecen? Las respuestas a estas y otras preguntas muestran claramente que la inmigración es imprescindible como mano de obra en la agricultura y otros sectores de los Estados Unidos.
Ahora bien, sabiendo que son necesarios para mantener la economía del país, ¿por qué se les persigue en lugar de regularizar su situación? Más aún si se toma en cuenta que han vivido, trabajado y pagado impuestos en los Estados Unidos durante casi toda su existencia. Aunque para un señor WASP/red neck medio los "latinos" sean una amenaza identitaria y por eso esté a favor de la política antinmigrantes de Trump, no hay que perder de vista que regularizar la situación migratoria de una persona implica dotarle de derechos como trabajador, lo que puede implicar el aumento de su salario o facilitar su cambio a otro sector productivo.
Cabe rescatar posiciones como la del gobernador de California o la del vejado senador Padilla que, entre otras cosas, han señalado que las redadas criminalizan a trabajadores y a sus familias. La respuesta de Trump a las críticas ha sido doblar su apuesta autoritaria amenazando con meter preso al gobernador y reforzando la militarización de la captura de inmigrantes y la represión a los manifestantes. Hechos que cobran mayor gravedad porque ninguna de las instancias que deberían controlar los abusos de poder del presidente está siendo eficiente en contenerlo. Es un déjà vu de lo que ha pasado demasiadas veces en los países latinoamericanos, donde ha sido patente que las instituciones democráticas resisten poco cuando hay un presidente autoritario que ha concentrado poder y tiene apoyo social.
"En realidad, los más vehementes detractores de la inmigración se sienten amenazados ante la diversidad cultural, religiosa o étnica"
Mientras en Latinoamérica el debate gira en torno a la criminalidad, los argumentos antinmigrantes en los Estados Unidos y Europa se centran "oficialmente" en la legalidad o no del ingreso y permanencia en el país. Pero creo que es necesario ir más allá de una discusión centrada en la capacidad de los Estados para regular sus flujos poblacionales o en la necesidad de que los residentes cumplan las leyes de un país de acogida y se adapten, hay que sincerar el debate y señalar que, en realidad, los más vehementes detractores de la inmigración se sienten amenazados ante la diversidad cultural, religiosa o étnica. En el caso del presidente Trump está claro que no tiene problemas con los extranjeros o los inmigrantes, pues su propia esposa lo es. Su problema son los latinoamericanos —sobre todo los pobres y marrones— o los extranjeros que protestan contra el exterminio de los palestinos en Gaza.
Algo parecido pasa con VOX en España. Ellos están alarmados por la "islamización" y el "recambio poblacional" que dicen se está produciendo en Europa con la llegada de africanos. Sin embargo, no muestran la misma preocupación con la migración latinoamericana; a ésta, dentro de sus delirios imperiales, la consideran parte de la Hispanidad, es decir, de esa comunidad que une a los católicos que hablan la misma lengua que Abascal. VOX tampoco tiene problemas con todos los extranjeros. Ahí está Hermann Tertsch, que a español no le gana nadie a pesar de ser hijo de un señor austrohúngaro, o Javier Ortega Smith, un patriota español con pasaporte argentino. También son relativistas algunos de sus votantes, a quienes no les importa que el cuidado de sus niños y mayores o el servicio de sus casas esté a cargo de extranjeras sin papeles a las que pagan por debajo de lo legal.
Francisco Sánchez es director del Instituto Iberoamericano de la Universidad de Salamanca. Aquí puede leer todos los artículos que ha publicado en www.elindependiente.com.
Te puede interesar
-
California, el polo tecnológico de EEUU que depende de los inmigrantes indocumentados
-
Una congresista demócrata de EEUU y su marido, asesinados a tiros en Minnesota
-
Operación Rising Lion: la obsesión de Netanyahu que arrastra a Trump a una guerra con Irán
-
Trump insta a Irán a llegar a un acuerdo nuclear para evitar ataques "aún más brutales"
3 Comentarios
Normas ›Para comentar necesitas registrarte a El Independiente. El registro es gratuito y te permitirá comentar en los artículos de El Independiente y recibir por email el boletin diario con las noticias más detacadas.
Regístrate para comentar Ya me he registradoLo más visto
hace 8 horas
Me quedo con esto, pq es lo que está pasando aquí, en España, no hay que irse a países hispanos:
«Es un déjà vu de lo que ha pasado demasiadas veces en los países latinoamericanos, donde ha sido patente que las instituciones democráticas resisten poco cuando hay un presidente autoritario que ha concentrado poder y tiene apoyo social.»
hace 10 horas
Artículo completamente lamentable.
hace 12 horas
Es decir que para usted la preocupación de los americanos es «que viene la diversidad» y «que nos van a robar nuestra cultura».
Pues a lo mejor tiene algo más que ver el hecho de que por esas fronteras sin ningún tipo de control pasan toneladas y toneladas de fentanilo que cada año matan a más de cien mil ciudadanos useños.
No sé, por decir algo
No podía faltar tampoco la cuñita anti vox. Vamos a dejarlo en que si usted no ve las obvias diferencias en cuanto a los problemas que causa en toda Europa la emigración musulmana comparada con la hispanoamericana … Ópticas San Gabino