El laurel de jardín, o adelfa o laurel de flor (Nerium oleander), adorna las terrazas, los patios y los jardines. Se trata de un arbusto ornamental que proporciona un toque de color y elegancia a cualquier sitio exterior. Para que el laurel mantenga una apariencia sana y vigorosa, esta planta requiere, sin embargo, una serie de cuidados específicos. Un buen manejo del riego, la luz, el sustrato, la poda... En resumen, los laureles sanos nos permitirán tener una planta resistente y que puede integrarse a lo largo del tiempo en nuestro diseño.
Cuidados básicos de los laureles en el jardín
Luz y temperatura correctas
El laurel de jardín necesita mucha luz solar directa para poder desarrollarse. Si bien se puede acomodar a la semisombra la floración de la adelfa es más intensa si recibe varias horas de sol al día. La temperatura ideal del laurel de jardín oscila entre los 15 grados y los 30 grados ya que aguanta climas cálidos de hasta los 38 grados. Para evitar que las heladas estivales afecten tanto las hojas como los tallos conviene protegerlo.
Riego y suelo adecuados
El riego que se realiza una vez por semana suele ser suficiente para que la planta mantenga la humedad necesaria, pero en verano puede ser necesario regar con mayor frecuencia. Lo importante está en observar la tierra, cuando esta esté seca ha llegado el momento de humedecer; hay que regar únicamente el sustrato sin mojar hojas ni flores, ya que se disminuyen riesgos de hongos. El laurel también se desarrolla mejor en suelos que drenen bien, como los arenosos o en suelos con perlita, que evitan el encharcamiento de las raíces.
Laureles fuertes y sanos
El abonado en primavera favorece el crecimiento de la planta y favorece la floración. Los fertilizantes, ricos en nitrógeno, fósforo y potasio, aportan los nutrientes suficientes para el buen desarrollo de la adelfa y la producción de hojas y flores bastante importantes. Igualmente son buenas opciones el compost o el humus de lombriz. Así, la planta se mostrará siempre enérgica y ornamentada con regularidad.
Poda y mantenimiento
Se recomienda podar al final del invierno, eliminando las ramas secas o enfermas para mejorar la circulación del aire entre las ramas y dar una forma coherente al arbusto. Después de la floración de otoño, conviene eliminar las flores marchitas, lo que favorece la nueva brotación del próximo periodo. El empleo de guantes es muy recomendable, puesto que la savia de la adelfa puede ocasionar irritaciones en la piel.
Los laureles en maceta
Cultivo en espacios reducidos
El laurel de jardín también puede desarrollarse en macetas, lo que le convierte en una opción de recambio práctico en terrazas, balcones o interiores iluminados. Del mismo modo, cuando cultivamos el laurel en macetas, debe tener un buen drenaje que permita evacuar el exceso de agua. En este manejo, hay que regar más, cada cuatro o cinco días, pues el sustrato se seca rápidamente.
Trasplantes y longevidad
Se debe cambiar la maceta cada tres años por una de mayor tamaño, lo que resulta favorable el crecimiento de las raíces y prolonga la vida del arbusto, incluso en la maceta; este mantenimiento asegura que el laurel luzca vigoroso, florezca correctamente y mantenga un follaje sano, lo que ayuda a que los espacios pequeños se vean gratificados con un arbusto ornamental fuerte y refractario de colorido.
Con simples pero constantes cuidados, los laureles toman el protagonismo del jardín. Mucho sol, riego controlado, abonado en primavera y poda regular son las claves para mantenerlos vigorosos y vivos. Los laureles, muy resistentes y atractivos, son la opción ideal para los que quieren un jardín elegante que perdure en el tiempo.
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