Desde la proclamación de la V República Francesa que el modelo político francés el semi-presidencialismo, con un presidente que ejerce como veto y al mismo tiene capacidad de disolver la Asamblea Nacional si lo considera necesario. Esto dota a Macron de un poder que pocos jefes de Estado tienen en Europa, pero al mismo tiempo lo dota de una extrema debilidad en situaciones como la actual, donde la Asamblea Nacional no implementa la agenda presidencial. Normalmente durante las cohabitaciones, donde el primer ministro es de un partido y el presidente de otro, existe cierta cordialidad que permite sacar adelante una agenda política, y unas políticas domésticas y externas. 

PUBLICIDAD

Ahora no es el caso, como dijo Metternich en el s. XIX, "Cuando Francia estornuda, Europa se resfría”. I ahora que Francia está en esta situación de desgobierno, muchas de las políticas de Defensa, Seguridad y Prevención se ven frenadas porque no hay gobierno que las implemente al no tener apoyo de la Asamblea Nacional. La continua elección de candidatos macronistas o centristas, con una mayoría condicionada a la izquierda si no se quiere caer en el apoyo a la Agrupación Nacional de Le Pen, es ir de bloqueo en bloqueo. Hay quien apunta hacia Alemania, y la falta de presupuestos del gobierno del canciller Merz, pero el escenario francés donde incluso se puede ir a elecciones supone una agonía para la Unión Europea. Todo esto coincide, además, en un momento en el que Hungría y Eslovaquia se posicionan públicamente entre Rusia y China, y Estados Unidos vuelve a dar quince días a Putin (después de varios períodos de quince días) para reconsiderar sus bombardeos sobre Ucrania.

Francia actualmente desempeña un papel crucial en la integración europea, tanto en el proyecto de una defensa compartida, como en el apoyo y despliegue de fuerzas de paz en Ucrania. De la misma manera que es una punta de lanza para avanzar en los acuerdos comerciales y las reformas económicas que este nuevo escenario de la eurodefensa abre. Sin gobierno estable, toda esto se vuelve especialmente caótico y con un futuro poco claro. A diferencia de otros países con sistemas políticos parecidos, en el caso de Francia el nombramiento del primer ministro corresponde al presidente de la República, a no ser que la mayoría en la Asamblea Nacional permita revocar al nombrado, para hacerle una moción de censura. No es el caso, y quizás por ello se conseguiría más estabilidad con un candidato socialdemócrata, como afirmaba el primer ministro de Chirac Dominique de Villepin. La Unión Europea actualmente no se puede permitir que uno de sus grandes gobiernos quede paralizado por hacer cálculo electoral.

Esta es una de las principales cuestiones por las cuales se debe avanzar hacia la integración, aun más, hacia un proyecto federal. Primero fueron las elecciones polacas las que frenaron la agenda europea, después las elecciones alemanas, y ahora la situación en Francia. Y después de Francia seguramente vendrá el escenario electoral de España, y la dificultad de impulsar la agenda europea por falta de apoyo en el Congreso de los Diputados. En uno de los momentos más cruciales de lo que llevamos del s. XXI, el electoralismo por unas cercanas elecciones no puede bloquear la ayuda a Ucrania, o el plan de defensa europea. Tampoco la reorganización política y económica que propuso Mario Draghi. Es por este motivo que a pesar de que se avanza hacia la dirección correcta en todos los asuntos europeos, la lentitud es lo que los lastra o los puede hacer fracasar. La polarización del sur choca con la situación en Europa Central o los países nórdicos y bálticos, donde determinadas cuestiones son transversales entre izquierda y derecha, y a los ultras se los echa del debate.

En conclusión, es necesario prestar atención a la situación de inestabilidad francesa, y debemos ser conscientes que en la actual Unión Europea esas situaciones nos perjudican a todos. Hasta que punto la inestabilidad nacional de un país tiene efectos más allá de sus fronteras lo vemos ahora, como lo vimos en las elecciones alemanas. Siempre se ha comentado que para que la Unión Europea salga adelante es necesario que el eje diplomático París – Berlín vaya a la una, porque es la coordinación de los grandes motores europeos, y al mismo tiempo de dos agendas políticas con trascendencia internacional, y ahora que Merz había conseguido cierta estabilidad con su alianza política, caemos en las brasas francesas.

PUBLICIDAD