La Policía Nacional ha detenido en Torremolinos (Málaga) a C. L., canónigo de la Catedral de Toledo y director del Instituto Teológico San Ildefonso, por un presunto delito contra la salud pública. El religioso fue sorprendido en la madrugada del 22 de septiembre con varias papelinas de estupefacientes durante una identificación rutinaria, según han confirmado fuentes policiales.
La escena, más propia de un parte nocturno que de una crónica eclesiástica, se produjo cuando viajaba en un coche de alquiler acompañado de tres hombres. Los agentes hallaron en su poder una cantidad relevante de tusi –la llamada cocaína rosa– y, tras el registro del apartamento turístico en el que se alojaba, encontraron más droga, una balanza de precisión y hasta varios juguetes sexuales, según Toledo Diario.
El sacerdote, de 45 años, pasó a disposición del Juzgado de Instrucción número 5 de Torremolinos, que le investiga por su presunta relación con el tráfico de drogas. En un primer momento llegó a identificarse como "rector del seminario toledano", aunque en realidad es canónigo de la Catedral Primada.
Apartado cautelarmente: "Perdón al pueblo de Dios"
El Arzobispado de Toledo ha confirmado la detención y ha tratado de contener los daños aclarando que el arrestado no es el rector del Seminario Mayor de Toledo. En un comunicado, la institución ha lamentado "profundamente" los hechos, ha reprobado "cualquier conducta delictiva que presuntamente hubiera podido cometer el sacerdote" y ha recordado que la responsabilidad es estrictamente personal.
La Archidiócesis ha apartado cautelarmente al canónigo del ministerio y de sus oficios, ha abierto una investigación interna y ha pedido "perdón al pueblo de Dios" por los daños morales que puedan derivarse del caso. El Obispado de Málaga, que ha puntualizado que el detenido no desempeñaba labores pastorales en su diócesis, ha expresado su pesar "porque empaña el buen hacer de tantos sacerdotes que ejercen su ministerio con fidelidad y entrega".
El episodio, envuelto en comunicados de pesar y desmentidos apresurados, deja a la Archidiócesis toledana con el problema añadido de explicar cómo un miembro de su cabildo catedralicio acabó convirtiendo un piso turístico de la Costa del Sol en escenario de cocaína rosa y liturgia ininterrumpida, del tipo que fuera.
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