Elegir una comida saludable también significa no renunciar al paladar ni a tener que servir alimentos poco interesantes. Las verduras de la especie de las crucíferas, como el brócoli o la coliflor, son una elección fundamental en una alimentación variada, pero son muy repudiadas por los hábitos culinarios que se les han otorgado. No hay más que hervirlas para descubrir su falta de textura, aroma o valor nutricional; además, las hortalizas hervidas durante mucho tiempo son las que producen ese detestable olor conocidos por todos, provocando un consumo escaso o incluso inexistente.
El error de hervir el brócoli y la coliflor
Al introducirlas en agua hirviendo muchas de sus vitaminas hidrosolubles se trasladan al agua, la cual normalmente se tira; vitaminas tan necesarias como la vitamina C y del grupo B, así como antioxidantes que ayudan en la defensa del sistema inmunológico, quedan casi en el aire. El resultado es un mal plato poco saludable y lleno de defectos que podrían evitarse cocinándolos de otra forma.
Textura y sabor insatisfactorios
Aparte de que se destruyen los nutrientes, la larga cocción hace que el brócoli y la coliflor se vuelvan poco atractivos, con la consiguiente eliminación de la sensación de frescura en cada bocado; los azúcares naturales se destruyen, el sabor es soso y no invita a repetir. Razón por la cual son muchas las personas que lo asocian con comidas poco deseables.
Alternativas para la cocción del brócoli
Una de las más formas efectivas de disfrutar estas verduras, además de la cocción al vapor, es sin duda el salteado. Basta un poco de aceite de oliva virgen extra y un fuego fuerte, y los ramilletes se doran y concentran el sabor. El calor intenso, que carameliza los azúcares naturales, da como resultado un plato más sabroso y con una textura que invita a comer. Además, es una técnica muy rápida que requiere sólo unos minutos.
Cocido al vapor
Cocinarlas al vapor representa una excelente opción para no perder absolutamente ningún nutriente y mantener el color intenso de estas hortalizas. El brócoli se mantiene de color verde oscuro y la coliflor se mantiene blanca. Como el producto no va a entrar en contacto con el agua, los compuestos de azufre que causan el mal olor se minimizan al máximo, logrando un plato nutritivo y sabroso en menos de diez minutos.
Trucos para conseguir mejores resultados
La preparación previa para limpiar el brócoli y la coliflor es igual de importante a la propia cocción. Teniendo en cuenta que tanto el brócoli como la coliflor disponen de una estructura compacta en la que rápidamente se acumulan restos de tierra, se recomienda quitar los tallos y las hojas exteriores, separar en ramilletes, y sumergirlos en el agua fría durante unos cinco minutos. Después, deben secarse con un trapo limpio para que no acumule la humedad en la sartén.
Versatilidad en la cocina
Una vez limpio, se puede optar por sus múltiples alternativas: en ensaladas templadas, platos de huevo con verduras, guarniciones para carnes y pescados, o cremas ligeras. Su sabor mejora todavía más con especias, hierbas frescas, frutos secos o algún ácido como el limón. Gracias a su versatilidad, incluir estos vegetales en la dieta personal deja de ser una obligación y pasa a ser un placer alimenticio.
Prescindir de la cocción de la coliflor y el brócoli es la forma más sencilla de mejorar la dieta diaria. Elegir formas de cocinar que respeten las propiedades de estos vegetales mejora sin duda la cantidad de nutrientes que se elimina con la cocción, y se consiguen unos platos atractivos, sabrosos y de primera calidad para aquellos que buscan cuidarse sin dejar a un lado el placer de comer.
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