Por primera vez en siete años se ha activado el cierre del Gobierno federal de Estados Unidos. La falta de acuerdo entre republicanos y demócratas para acordar un presupuesto antes de la medianoche del 30 de septiembre hará que dejen de funcionar servicios no esenciales de momento y que decenas de miles de funcionarios no perciban su sueldo. El presidente, Donald Trump, amenaza con despidos masivos. El último cierre fue en 2018, en su primer mandato.

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De momento, como hace siete años, es un cierre parcial, ya que los trabajadores senciales seguirán en sus puestos aunque no cobrarán su salario. Es el caso de los que se ocupan del control del tráfico aéreo. Hace siete años duró 35 días y afectó a las agencias de Justicia y Seguridad Nacional.

Los republicanos pretendían que los demócratas aprobaran un paquete de financiación provisional para mantener operativo al Gobierno siete semanas más. Para dar su luz verde los demócratas exigían la extensión de los subsidios del Obamacare, que expiran a final de año, y revertir los recortes del Medicaid, el seguro para personas de bajos ingresos. Fueron cambios de la gran reformas fiscal de Trump.

Solo dos demócratas cedieron ante la presión republicana, pero necesitaban siete votos. Tampoco los demócratas consiguieron los 13 votos republicanos para que su propuesta presupuestaria saliera adelante, según informa Efe.

Los servicios básicos se mantienen

La clave reside ahora en cuánto durará esta suspensión parcial de operaciones de las agencias federales, que de momento no afecta a los servicios básicos en el país. Las fuerzas de seguridad, el ejército, los aeropuertos o la seguridad social seguirán funcionando con normalidad, pero preocupa el hecho de que los funcionarios en estas áreas no cobrarán sus sueldos hasta que las dos bancadas resuelvan sus diferencias en el legislativo y aprueben un presupuesto nuevo.

En el último y más largo cierre parcial del Gobierno Federal en la historia de EEUU, el que se prolongó durante un mes durante el primer mandato de Donald Trump, la decisión de 10 controladores aéreos que pidieron la baja por enfermedad provocó la suspensión temporal de operaciones en el aeropuerto LaGuardia de Nueva York y retrasos en varios otros aeródromos importantes del noreste y sureste del país. El caos aéreo acabó desempeñando un papel fundamental para que las dos bancadas lograran un acuerdo para poner fin al cierre de Gobierno en enero de 2019.

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