El coche puede estar parado y sin movimiento, pero el tiempo no se detiene para algunos compuestos. Aunque no le hagas kilómetros, el aceite del motor sí que va envejeciendo y pierde propiedades. Muchos conductores piensan que, si el coche no se mueve, el lubricante se mantiene intacto, pero nada más lejos de la realidad; el aceite va sufriendo un deterioro silencioso que puede poner en peligro la vida útil del motor.
El aceite se degrada con el coche parado
La composición del aceite del coche consiste en una base de hidrocarburos con una serie de aditivos orientados a proteger las piezas internas del desgaste y la corrosión, y va perdiendo estabilidad química con el paso de los meses. El oxígeno del aire, la humedad ambiental y los residuos que se conservan tras el último arranque van provocando, en este sentido, una oxidación progresiva más o menos continua.
A pesar de que el vehículo no se haya utilizado, las microcondensaciones que se forman en el interior del cárter provocan la aparición de ácidos que atacan los diversos metales del motor. Como consecuencia el aceite es más inestable, menos viscoso y con menor capacidad para proteger las superficies de fricción.
El envejecimiento del lubricante
A esto se le llama envejecimiento molecular, los aditivos experimentan su correspondiente descomposición, dando lugar a un aceite que no protege de forma continuada, lo que pone en peligro la durabilidad del motor. Para ello, los constructores informan de que, aunque no se circule, el lubricante debe ser reemplazado, al menos, una vez al año.
Cambio de aceite una vez al año
Por lo que respecta a los desplazamientos cortos, estos no dan tiempo al motor del coche a calentar adecuadamente y alcanzar su temperatura de funcionamiento óptima, por lo que nunca logra evaporar bien ni el agua ni los residuos; por esto, la humedad se mezcla con el aceite, lo deteriora rápidamente y contamina el lubricante, que pierde su capacidad y facilita la formación de lodos. Por este motivo, los expertos aseguran que el aceite hay que cambiarlo cada 10.000 o 15.000 kilómetros, o al cabo de un año, aun cuando el coche apenas tenga uso.
El tiempo cuenta más que los kilómetros
El calendario tiene la misma influencia que el cuentakilómetros. Aunque el coche esté aparcado, persistirán las reacciones químicas del propio aceite; así, al cabo de un año, el aceite puede haber perdido hasta un 40% de su capacidad antioxidante o un 35% de su poder alcalino, con lo cual reduce su vida útil a la mitad. Eso significa que el motor ya no está bien protegido, y que la puesta en marcha provocará más fricción y desgaste.
Aceite sintético, más resistente
Los aceites sintéticos más modernos, encuadrados dentro del grupo IV o V según la clasificación API, tienen una mayor resistencia a la temperatura extrema y a la oxidación. Su estructura química relativamente uniforme y homogénea, es lo que les permite mantener la viscosidad durante mayor tiempo en comparación con otros aceites. Los sintéticos son, por tanto, la mejor elección para los coches de hoy, especialmente aquellos que albergan motores turbo o que tienen sistemas de manejo start-stop.
El enemigo invisible de los híbridos
Los motores híbridos son especialmente susceptibles a las consecuencias negativas del envejecimiento del aceite. Esto se debe a que trabajan a través de ciclos cortos y pasan largos periodos de tiempo fríos, de manera que el lubricante nunca alcanza una temperatura estable y ve acelerado su deterioro. A pesar de que estos vehículos recorren pocas distancias, el aceite, sin embargo, acelera su envejecimiento, de manera que cambiarlo cada año es la mejor manera de prolongar la eficiencia del motor.
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