En el Gobierno se tomaron a chifla la amenaza de Junts de romper el bloque de investidura. El numero dos de facto del Gobierno, Felix Bolaños, convenció incluso a algunos periodistas de que la cosa no iba en serio. "Miriam Nogueras no se pudo resistir a la oportunidad de hacer una frase ocurrente..."bromeaban en Moncloa. Lo decían por eso de dejar de hablar del cambio de hora para empezar a hablar de "la hora del cambio". Pero no era un farol. Horas después, Puigdemont anunció la convocatoria de la Ejecutiva de Junts el lunes en Perpiñán para decidir sobre la ruptura definitiva de la relación con el Gobierno. A renglón seguido, el líder exiliado apuntó que la decisión que se adopte será sometida a consulta de las bases.

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Ya se sabe que cuando se consulta a las bases es porque se tiene la seguridad de que las bases van a avalar lo que la dirección del partido ha acordado previamente. Cuando Puigdemont decidió apoyar la investidura de Pedro Sánchez, las bases la apoyaron con un 86%. Ahora, en Junts apuestan porque el 80% de sus afiliados respaldarán la decisión de cortar amarras con Sánchez, que llevará el lunes Puigdemont a la cumbre de Perpiñán.

El viernes, al presidente le entró el miedo en el cuerpo, ante la posibilidad de que, esta vez sí, la amenaza de ruptura fuera en serio, de que no fuera otra jugarreta más para acojonar, y de que pasara como en el cuento de Pedro y el lobo.

Hasta tal punto hubo pánico en los despachos oficiales que Sánchez apretó las clavijas al siempre servicial Albares para que consiguiera algo positivo en relación a la petición para que el catalán sea considerado (junto a otras lenguas cooficiales) idioma oficial en la UE. El viernes a última hora de la mañana, el ministro de Exteriores llamó al presidente para informarle de que Alemania había accedido a negociar. Era una maniobra a la desesperada y, en realidad, de escaso efecto práctico. En el propio comunicado, Alemania hace constar que la negociación está condicionada a que "sea aceptada por todos los Estados Miembros". Largo me lo fiais. Italia, Polonia, Austria, Suecia, Finlandia, Croacia y la República Checa están en contra de abrir la mano en cuanto a las lenguas oficiales. Así que, el comunicado no es más que un gesto del conservador Mertz hacia Sánchez, algún día sabremos a cambio de qué.

Las negociaciones Junts/PSOE quedan suspendidas sine die. Puigdemont tiene decidido llevar la ruptura con Sánchez a la reunión del lunes en Perpiñán

La cuestión es si este movimiento de última hora frenará la ira, como pretende el Gobierno, de los dirigentes de Junts. Las fuentes consultadas afirman que la decisión de Alemania no modificará un ápice la decisión de ruptura. Junts ya ha amenazado varias veces con abandonar la mayoría de investidura y, al final, siempre se ha vuelto atrás. Ocurrió, por ejemplo, el pasado mes de febrero, cuando el partido independentista anunció que llevaría al Congreso una proposición no de ley para plantear una cuestión de confianza. En aquella ocasión se atribuyó al mediador salvadoreño Francisco Galindo Vélez la labor de convencer a Puigdemont para que se retirará la PNL y le diera otra oportunidad al Sánchez. Sin embargo, como dijo Nogueras el pasado jueves, "el tiempo de los ultimátum ya se ha terminado y el gobierno no lo ha sabido aprovechar".

De momento, las rondas negociadoras en Suiza y Bélgica, a las que acudían Rodríguez Zapatero (en sustitución del ahora en prisión Santos Cerdán) y Juan Francisco Serrano, para parlamentar con Puigdemont, Turull y Nogueras, han quedado suspendidas. Sine die. El mediador Galindo se ha quedado, pues, sin trabajo. Los independentistas le han pedido al mediador que deposite en el Centro para el Diálogo Humanitario Henri Dunant (con sede en Ginebra) las actas de las reuniones que se han mantenido entre los representantes del PSOE y la cúpula de Junts desde diciembre de 2023. Esas actas pueden darle algún disgusto al presidente... ¡Imagínense a Cerdán prometiéndole cosas a Puigdemont!

Junts, por más que el Gobierno haya echado el resto con Alemania, ya no puede dar marcha atrás. No sólo porque haría el ridículo, sino porque sus bases, y, sobre todo, sus alcaldes están hartos de apoyar al gobierno en Madrid sin sacar nada sustancioso a cambio y viendo como Aliança Catalana sube y sube en las encuestas. Lo único que puede devolver protagonismo a Junts (y a Puigdemont) es una ruptura con un partido con el que nunca han tenido nada en común, excepto el interés de sus líderes: de uno por seguir en el poder y de otro por que se borren sus delitos.

Lo que hasta hace unas semanas parecía una idea descabellada, la moción de censura instrumental, ahora se ve como algo factible. En el PP no se fían. Feijóo cree que Puigdemont no se atreverá a darle la puntilla a Sánchez, pero si Junts finalmente se inclina por esa opción, el líder del PP tendría muy difícil decir que no a la única vía posible por la que Sánchez abandonaría el gobierno a corto plazo. Como hoy publicamos en El Independiente, Vox daría luz verdea cualquier candidato que se comprometa a la convocatoria inmediata de elecciones.

Tendría gracia que, al final, Pedro Sánchez callera por culpa de Puigdemont, al que le regaló una ley de amnistía que él mismo calificó de "inconstitucional" a cambio de siete votos que le garantizaban seguir en la Moncloa. A veces la política tiene estos giros de justicia poética. Desde luego, si a alguien se le podría ocurrir una maniobra tan estrambótica como la de la moción de censura instrumental es a Puigdemont, un visionario que, cuando fue presidente de la Generalitat, declaró la república catalana más efímera que imaginarse pueda. Ahora tiene otra oportunidad de entrar en la historia.

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