La calma mental no tiene referencia ni depende del contexto ni de las circunstancias externas, sino que tiene que ver con las decisiones que tomes cada día. Algunos hábitos que no parecen tener consecuencias pueden robarte energía, generar tensión emocional y aumentar el cansancio mental sin darte cuenta. Tomar conciencia de esos hábitos y deshacerte de ellos, es la manera de restablecer el equilibrio, mantener la motivación y favorecer el bienestar psicológico en el largo plazo.
Hábitos que aumentan el estrés
Pensar en lo que ya pasó
Darle vueltas al pasado solo trae efectos de frustración y cansancio. Pensar lo que hiciste o dejaste de hacer hará que tu cabeza se quede atrapada repitiendo esa culpa o ese arrepentimiento. Este hábito te impide avanzar, te quita energía y provoca estrés totalmente innecesario. Una buena estrategia sería centrarse en lo que en este momento puedes cambiar y dejar de lado eso que ya no tiene solución.
Querer tener el control absoluto
Planear es beneficioso, pero la tendencia a querer que todo se haga como lo has planeado puede provocar un estado de malestar. La necesidad de controlar siempre lo que ocurre te hace vivir en una continua alerta por anticipación. Aceptar que existen aspectos que no son controlables te permite fluir mejor. Soltar el control no es rendirse sino confiar en ti para desapegarte y mantenerte en crecimiento.
Comportamientos que agotan y favorecen al estrés
No saber decir “no”
Aceptar compromisos con la intención de no defraudar o de provocar ninguna clase de conflicto te aleja en esos momentos de ti mismo. Cada vez que cedes sin desearlo, acumulas un desgaste interno y una carga emocional y afectiva. Los límites no son egoístas, representa un acto de cuidado de ti mismo que te llevará a proteger tu propio flujo energético. Decir un “no” sincero y bien expresado, es la forma en la que consigues mantener tu propio equilibrio y evitar un posible cansancio mental a largo plazo.
Compararte con los demás
La continua comparación puede ser una de las principales fuentes del estrés y la frustración en las personas. Comparar lo que una persona consigue nos lleva a la sensación personal de no ser suficiente. Esta práctica socava poco a poco la autoestima y, sobre todo, nos desvía de nuestra propia trayectoria de mejora individual. En vez de recurrir al valor de los demás como medidas, se debe centrar la atención en uno mismo y en el propio recorrido, celebrando todo lo que va avanzando, sea mucho o poco, de forma plena.
Decisiones para el bienestar emocional
Estar anclado a lo conocido puede parecer seguro pero limita tu crecimiento y apaga la motivación; el miedo al cambio da paso a una falsa sensación de seguridad, que a medida que pasa el tiempo se convierte en estancamiento y agotamiento mental. Atrévete a experimentar nuevas vivencias, a desafiarte y a aprender de los errores. Cada paso fuera de la rutina renueva tus energías, refuerza tu confianza y moviliza tu creatividad.
Elegir hábitos que te devuelvan la calma
Sustituye los comportamientos que alteren tu paz interior por actos que fortalezcan tu calma interior: dormir lo suficiente, alimentarte de una forma saludable, hacer respiraciones conscientes y dedicar tiempo a la diversión; estas pequeñas actuaciones del día a día disminuyen el estrés acumulado, previenen el agotamiento y hacen que tu mente se fortalezca. No se requiere hacer grandes cambios en la vida para llevar una vida más tranquila, sino que se requiere hacer cambios en el día a día, comprometerse a cuidar de uno mismo.
El primer paso a dar si se desea restaurar el propio bienestar emocional es reconocer los hábitos que perturban la calma. El ir cambiándolos, poco a poco, va anudando una vida menos angustiada, más clarificada y equilibrada interiormente.
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