Las pautas de vida modernas obligan a cuidar la alimentación, a evitar los ultraprocesados, a mantener el cuerpo activo. Pero en el fondo son muchas las personas que se olvidan de un gran pilar, el cual sostiene todo lo demás: el sueño. Sin él, el organismo no recupera su funcionalidad, el proceso de envejecimiento es más rápido, la salud se deteriora. Un buen alimento o una buena rutina deportiva no compensan este déficit, que hace del cuerpo una máquina en desgaste constante.
El sueño como clave para proteger la salud
Dormir no significa que la actividad quede suspendida. El cuerpo activa mecanismos de reparación de forma continua a lo largo de la noche. Restablece funciones de órganos y sistemas, elimina residuos metabólicos y construye proteínas y hormonas tan necesarias. Produce energía celular necesaria para el funcionamiento esencial durante las horas del día y refuerza las defensas que protegen frente a estructuras externas. Además, solidifica recuerdos y aprendizajes, de forma que la estabilidad en el rendimiento mental es mucho más parecida a la deseabilidad.
Consecuencias directas de dormir poco
Si disminuimos las horas de descanso, el organismo reacciona de una determinada manera: el cortisol se eleva, se altera el deseo de comer, disminuye la velocidad del metabolismo, las defensas inician un camino de empeoramiento, la musculatura se debilita, la recuperación de la piel es más lenta, hay picos de glucosa más frecuentes, aumentan los riesgos de hipertensión -problemas cardiovasculares y metabólicos pueden aparecer alteraciones de la memoria-, y se puede producir una pérdida del estado de concentración.
Cómo el mal descanso deteriora la salud día a día
Mantener un patrón de sueño con un tiempo inferior al recomendable, desencadena una serie de procesos inflamatorios perjudiciales para nuestro organismo. En apenas una semana, con menos de seis horas por noche, el cuerpo comienza a cambiar la actividad de numerosos genes involucrados en el sistema inmune humano, la regeneración celular, etc. Este hecho, que va de la mano del envejecimiento prematuro, merma la vitalidad y potencia los efectos negativos de la comida rápida, la polución y el estrés. El desgaste no es inmediatamente evidente, pero sí se va acumulando a través de los años.
Así afecta a tu día
Numerosas personas padecen interrupciones incesantes del sueño o, en su defecto, un sueño poco profundo e improductivo para el propósito de la recuperación. Si durante el día se torna inevitable un cansancio continuo, cierta lentitud mental o irritabilidad, es evidente que el descanso no ha cumplido con su razón de ser, y esto, la falta de sueño, lo que hace es desmejorar la toma de decisiones, arruinar la memoria y provocar inestabilidad en el estado de la concentración y el ánimo; el cuerpo está demandando lo que no tiene. Y esta falta de sueño se acaba manifestando en cada una de las actividades que realizamos diariamente.
Dormir bien
Un sueño saludable se caracteriza por la combinación de los aspectos de la duración, de la continuidad y de profundidad. Dormir entre siete y nueve horas es lo habitual en adultos, lo que debería proporcionar el nivel de actividad que necesitamos. No solamente son horas, ya que si las interrupciones son muy frecuentes, o si el descanso es muy poco profundo, el cuerpo no se restaura. El sueño se comprueba en el rendimiento durante el día: cuando la energía se mantiene constante, el sueño se considera eficaz.
Un ciclo natural
El cuerpo funciona en sincronicidad con la luz. Acostarse tarde afecta el ritmo circadiano y le cuesta entrar en un sueño profundo. Dormir cuando es de noche favorece la producción de la hormona que provoca el descanso y mejora la posibilidad de recuperación. Cuando se altera este ciclo aparecen alteraciones como el insomnio, la somnolencia diurna o alteraciones como la apnea del sueño o el síndrome de las piernas inquietas, que requieren atención profesional.
Al final, un buen descanso es el mejor amigo de la salud y de la longevidad. Un buen sueño no sólo repara el cuerpo, sino que también previene enfermedades, refuerza la mente y enlentece el envejecimiento de la persona. Cada noche es, por tanto, un verdadero tratamiento de regeneración.
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