Las rutinas de entrenamiento por lo general dividen el cuerpo en zonas, pero no todas ellas aportan el mismo impacto al rendimiento, al metabolismo y a la salud general. De entre todas las zonas existen unas que involucran la mayor parte de la musculatura total y que, si se trabajan con regularidad, traen consigo el crecimiento, la estabilidad, la mejora de la capacidad funcional diaria, es decir, son zonas que funcionan como motor del metabolismo y, por lo tanto, serán responsables en gran medida por la energía que se aporta para afrontar cada día.

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La importancia de ejercitar el tren inferior

Las extremidades inferiores contienen casi el 68% de la masa muscular total. Los cuádriceps, glúteos, isquiotibiales y gemelos forman una unidad que impulsan la movilidad y estabiliza la postura, así como también interviene en casi el total de los gestos cotidianos. Entrenar estos músculos incrementa la fuerza funcional y, por tanto, mejora el funcionamiento físico general, lo que retribuye para la coordinación, el equilibrio y la movilidad con una mayor seguridad.

El impacto metabólico del trabajo de piernas

La activación de grandes grupos de músculos aumenta la demanda energética del cuerpo y estimula el metabolismo basal, por eso tener un tren inferior fuerte favorece un mejor uso de la glucosa, una regulación del peso corporal más eficaz y una composición del cuerpo más saludable. La activación siempre presente ayuda a mantener un gasto energético grande incluso en reposo y a favorecer el control metabólico y a reducir factores de riesgo por sedentarismo.

Ejercitar las piernas

Incrementar la masa muscular de las extremidades inferiores requiere una adecuada combinación de ejercicios compuestos, progresión y continuidad. Prácticas como las sentadillas, las zancadas, el peso muerto rumano o la prensa de piernas efectúan el trabajo de varias articulaciones y enfatizan un mayor número de fibras musculares. La carga progresiva es fundamental, ya que cuanto más peso, repeticiones o volumen sean, más adaptaciones se ejecutarán que generarán mayor fortaleza y producción de tejido muscular. Estimular esta zona de una a dos sesiones por semana permite mantener el estímulo sin interferir con su restablecimiento.

Variación, técnica y recuperación

El hecho de emplear distintos ángulos de trabajo favorece una musculatura más equilibrada. Ya sea step-ups, zancadas laterales o sentadillas profundas, todos estos ejercicios promueven un rango de movimiento completo que, a su vez, favorece la movilidad y, además, potencia la hipertrofia. El descanso suficiente, la ingesta adecuada de proteínas y el sueño reparador, prometen completar un ciclo de recuperación que asegure progresos sostenidos. También, integrar un acondicionamiento físico moderado favorece la salud cardiovascular sin que ello interrumpa los logros en fuerza.

Por qué nunca debes dejar de ejercitar esta zona

Por tanto, la masa muscular del tren inferior garantiza la protección de las articulaciones, la consolidación del sistema óseo, así como la disminución del riesgo de lesiones y caídas, especialmente de forma progresiva en el tiempo a medida que se envejece. Unas piernas fuertes son parte del soporte al cuerpo para realizar actividades básicas, como caminar, subir escaleras o mantener el equilibrio. En etapas como la posmenopausia, el tejido muscular del tren inferior tiene un valor añadido, no sólo saludable, puesto que es útil incluso para frenar la pérdida muscular natural que se produce con la edad.

Un motor para prevenir enfermedades

El músculo actúa como un tejido que es metabólicamente activo, que regula la glucosa, que disminuye la inflamación y que mejora la circulación. Una musculatura de la parte inferior del cuerpo bien desarrollada favorece la prevención de la hipertensión, la diabetes y otra serie de enfermedades crónicas. Esa protección se maximiza cuando se combinan el entrenamiento de las extremidades inferiores con un entrenamiento frecuente y la alimentación equilibrada.

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