Conservar una rutina de alimentación estable resulta difícil en jornadas caracterizadas por la urgencia, los desplazamientos o, incluso, la falta de pausas reales. Una simple acción puede variar el comportamiento alimentario y evitar dejarse llevar por la tendencia a hacerlo con snacks poco adecuados o ultraprocesados, y no es otro que beber agua. Esto, ligado a decisiones operativas sobre qué comer en el lugar de trabajo, hace posible la conservación del patrón alimentario, incluso en los días más complicados. Esto, además, ayuda a mejorar la sensación de control personal sobre el acto de comer.

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El agua en la rutina diaria

La constante hidratación permite controlar la sensación de hambre, regulando el ritmo alimentario. En los momentos de mayor estrés laboral, el agua tiene un papel determinante, ya que el propio cuerpo puede llegar a interpretar la tensión o la fatiga como una señal de apetito. Beber puede ayudar a reducir dicha alarma, disminuyendo la probabilidad de picotear entre horas.

Recursos poco saludables

Cuando se complica la jornada, es habitual que las personas busquen snacks a mano, ya sea mediante máquinas expendedoras en el propio trabajo, o ya sea mediante tiendas que se encuentran cerca de donde nos encontramos. Este tipo de comportamiento provoca picos breves de energía y, posteriormente, más cansancio. El tener a mano una botella de agua en la mesa, en el coche, en la mochila, etc., reduce la tentación de echar mano de los snacks, y ayuda a crear un patrón diario más ordenado, estable y saludable.

Opciones prácticas para comer en el trabajo

Establecer de antemano unas pautas mínimas permite una alimentación más equilibrada. Un bocadillo casero hecho con pan de buena calidad y un ingrediente vegetal se muestra como una alternativa equilibrada y rápida. Esta opción permite controlar las cantidades, eliminar los aditivos innecesarios, a la vez que se mejora la calidad de los alimentos en aquellos días que no se puede cocinar un plato más elaborado o no se puede ir a un restaurante.

Alternativas sencillas sin procesados

En condiciones de urgencia, la compra de comida preparada debe realizarse con atención y leyendo la información nutricional. La selección es importante que conste de platos poco procesados, ingredientes que se conozcan e identifiquen como sanos, con contenidos reducido de sal y aceite consonantes, y así evitaremos sorpresas desagradables. La fruta, los frutos secos o un yogur son soluciones rápidas y transportables que, además, son buenas elecciones que casan con las características de una dieta equilibrada, además de ser ideales para resolver situaciones en momentos donde no se puede permitir parar por el ritmo y la exigencia del trabajo.

Cómo el agua reduce el picoteo

Beber agua cuando hay ganas de picotear, ayuda a reducir este impulso. Esta acción no sustituye ninguna de las comidas, pero sí permite calmar la sensación de necesidad inmediata y permite organizar el tiempo hasta la próxima comida, evitando así caer en alternativas poco saludables que no ayudan a mantener, ni una dieta equilibrada, ni los niveles de energía.

Un hábito beneficioso

Con el simple hábito de hidratarse con agua de forma regular en el día a día, se puede mejorar la relación con la comida. Si se logra incluirlo en el día a día de cada jornada de trabajo, ayudará a disminuir la ansiedad por la comida provocada por el ritmo del trabajo, mejorará la alimentación personal y beneficiará a mantener la energía, en generar un patrón general más saludable para el organismo. Beber agua cuando hay ganas de picotear es transformar nuestra aptitud para gestionar el hambre, la organización del día y la calidad de la comida a lo largo de la semana.

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