La 22ª edición del Festival de Marrakech ha devuelto a Jodie Foster a un territorio familiar: el de revisar, con precisión casi quirúrgica, los episodios que moldearon su oficio desde la más tierna infancia. La actriz, que ha acudido al certamen para presentar Vida privada, la comedia negra de Rebecca Zlotowski que se estrena en España el próximo 19 de diciembre, ha sido la protagonista este domingo de una charla de homenaje, donde ha repasado su trayectoria con franqueza y con un capítulo inevitable: Taxi Driver, la película que la llevó a Cannes en 1976, donde interpretaba a una prostituta adolescente cuando ella tenía solo doce años.

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Jodie Foster ha recordado sus primeras comidas con su compañero de reparto Robert de Niro. Él la llevaba a cafeterías para ensayar sus escenas, instalado en el método al que entonces era fiel. Ese hermetismo, que era el de su personaje, el taciturno taxista Travis Bikle, desconcertó a la joven actriz: "No es la persona más interesante del mundo", pensó entonces. "¿Qué está pasando? ¿Cuándo puedo irme a casa?". Como él apenas hablaba, ella acababa conversando con camareros y clientes. La anécdota, contada con distancia cómica, ha servido para situar el clima de un rodaje que marcó su formación.

Epifanía con De Niro, portavoz del equipo en Cannes

El giro llegó durante el tercer almuerzo, cuando De Niro le abrió la puerta de su manera de preparar un papel. "Me explicó la improvisación y me abrió los ojos sobre lo que podía ser actuar", ha contado. "Me di cuenta, con doce años, de que la culpa era mía por no haber puesto suficiente de mi parte". Ya no bastaba con esperar turno de réplica: había que construir un personaje. Aquel descubrimiento la dejó "sudorosa, emocionada y sonriente" al volver a su habitación de hotel para compartir la epifanía con su madre.

Meses después, ya con la película terminada, llegó el viaje a Cannes para presentarla. Foster ha explicado que "nadie quería llevarme porque no querían gastar dinero en mí". Su madre insistió –"ella habla francés, y ¡es Cannes!"– y pagaron ellas mismas los billetes. En la Croisette, los rumores sobre una posible calificación X por la violencia de Taxi Driver hicieron que después de la rueda de prensa De Niro, Harvey Keitel y Martin Scorsese, "que estaban realmente paranoicos", "se asustaran y no salieran de sus habitaciones del Hotel du Cap". Ella, única disponible, acabó "haciendo todas las entrevistas en francés para todo el equipo".

"No sé por qué alguien querría ser actor ahora"

Foster se extendió en Marrakech sobre sus comienzos, e hizo una confesión que quizá no sea nueva, pero que muchos no habían escuchado: "Nunca habría elegido ser actriz", ha admitido. Empezó en anuncios a los tres años y debutó en cine a los seis: "Es un trabajo cruel que fue elegido para mí cuando era muy joven". Por esa razón dice sentir una cercanía inmediata con los intérpretes infantiles actuales: "Me pregunto dónde están sus padres y por qué nadie les dice que dejen de hacer tantas películas o que quizá no deberían ir borrachos por la alfombra roja". Le preocupa la desprotección: "Quiero cuidarlos porque sé lo peligroso que es".

La actriz vincula esa prevención con la necesidad de separar lo íntimo de lo público: "No sé por qué alguien querría ser actor ahora, si supieran que para ser excelentes tienen que aceptar que les roben la vida". Esa separación fue algo que le inculcó su madre y que le ha permitido afrontar un oficio que ella no eligió.

Quizá por eso entendió que una manera de tomar las riendas de su carrera era buscar siempre papeles protagonistas. "No quería ser la hermana de, la esposa de, la hija de, la novia de. Quería que la película fuera sobre mí", confesó entre risas. También un poco por defender el papel de la mujer en la industria: quería "importar" y "hacer películas que importaran". Eso explica que haya trabajado siempre que ha podido con mujeres directoras. "En mis primeros años casi no había mujeres en esas listas", explicó. Los grandes estudios evitaban confiar películas de alto presupuesto a directoras porque "ninguna había hecho antes una de 125 millones". Pero "¿cómo van a tener experiencia si no se la das?".

Foster ha celebrado también la libertad narrativa que ha encontrado en televisión y en las plataformas. Su regreso con True Detective: Night Country le ha devuelto premios y un espacio para relatos más amplios. Ha defendido que las series permiten "explorar cada ángulo" del personaje en ocho horas o en varias temporadas, algo que el largometraje no siempre concede. Sobre su nueva película, Vida privada, Foster ha explicado que busca rodar más en francés, un idioma que siente como parte de su biografía escolar y afectiva. y que le permitió defender a todo el equipo de Taxi Driver en Cannes.

La charla de Foster terminó con un anuncio contundente, pero dicho sin solemnidad: "Estaré haciendo películas hasta que muera". A sus 63 años, para alguien que es actriz a su pesar, no es poca cosa.

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