Ciudad de sombras, la miniserie española de Netflix estrenada el pasado 12 de diciembre, se ha convertido en uno de los thrillers más comentados. Ambientada en una Barcelona reconocible, la ficción adapta El verdugo de Gaudí, la primera novela de la saga negra de Aro Sáinz de la Maza, y combina investigación policial, crítica social y simbolismo arquitectónico a lo largo de seis episodios. A ello se suma un elemento que ha marcado su recepción: se trata del último trabajo de Verónica Echegui, fallecida meses antes de este estreno.
La sinopsis de 'Ciudad de sombras'
La serie arranca con una imagen potente: el cadáver de un hombre aparece colgado y calcinado en la fachada de La Pedrera, una de las obras más emblemáticas de Antoni Gaudí. A partir de ese momento, los Mossos d'Esquadra reactivan al inspector Milo Malart, un policía suspendido por problemas disciplinarios y marcado por una tragedia personal que le persigue; la pérdida de un familiar.
Junto a él trabaja Rebeca Garrido, subinspectora de la Policía Nacional, interpretada por Verónica Echegui. La investigación pronto revela que el asesinato forma parte de una cadena de crímenes con un patrón claro: todos están vinculados a espacios simbólicos de la ciudad y a figuras de poder.
Barcelona deja de ser solo un decorado para convertirse en un personaje más y un elemento narrativo central, con su arquitectura, sus tensiones sociales y su memoria colectiva.
El misterio detrás de los casos
A lo largo de los episodios, la serie construye un relato más amplio. Los secuestros y asesinatos se relacionan con empresarios, cargos influyentes y personajes protegidos por el sistema. Mientras, introduce temas como la especulación urbanística, la impunidad y el abandono institucional de las víctimas en diferentes casos.
La relación entre Malart y Garrido evoluciona desde la desconfianza inicial hacia una alianza basada en el reconocimiento mutuo del dolor. La serie se detiene en silencios, miradas y decisiones, manteniendo una carga emocional constante.
Final explicado: ¿qué ocurre con los culpables?
El desenlace revela que los responsables de los crímenes son dos hermanos, Héctor y Helena, cuyas acciones están motivadas por un pasado marcado por el abuso, el abandono y la ausencia de respuesta institucional. Sus víctimas forman parte de un entramado de poder que contribuyó a silenciar ese daño que sufrieron siendo niños.
El clímax se sitúa en un momento de máxima exposición pública: la consagración de la Sagrada Familia, un evento de alcance internacional por la visita del Papa. Los hermanos planean utilizar ese escenario como culminación de su venganza para llamar la atención de toda la ciudad.
La policía logra intervenir, pero Héctor muere al rociarse con gasolina y quemarse vivo. Helena, por su parte, se suicida también, de la misma manera que su hermano, después de facilitar la información necesaria para rescatar a Susana, la jueza que habían secuestrado.
La investigación se resuelve, pero el mensaje es claro: la justicia llega tarde y deja heridas abiertas. Malart toma decisiones personales que apuntan a un intento de reconciliación consigo mismo, mientras Garrido permanece a su lado sin forzar entre ellos una relación sentimental.
Diferencias con 'El verdugo de Gaudí', libro en el que se basa
El verdugo de Gaudí se publicó en 2019 y supuso el debut de Aro Sáinz de la Maza en la novela negra. El libro dio inicio a la saga protagonizada por el inspector Milo Malart -le siguen El ángulo muerto (2020), Dócil (2020) y Malart (2023)- y se convirtió rápidamente en un éxito editorial. Cuenta ya con varias ediciones y traducciones, consolidando al autor como una de las voces destacadas del género criminal en España.
Esta adaptación en Netflix es reconocible, pero no literal. La novela plantea un thriller más clásico, con mayor peso del procedimiento policial y un desarrollo más lineal de la investigación. Entre sus diferencias más notables, la serie introduce a los hermanos Héctor y Helena como antagonistas, profundizando en sus traumas, mientras que el libro se centra en un único culpable y en el procedimiento policial tradicional. El trasfondo social está presente, pero no ocupa un lugar tan central ni tan explícito como en la serie.
Ciudad de sombras amplía ese concepto. Refuerza el simbolismo ligado a Gaudí, añade capas psicológicas a los culpables y convierte la crítica a la corrupción y al abuso de poder en uno de los motores narrativos.
La última serie de Verónica Echegui
Ciudad de sombras es también la serie que marca el último trabajo de Verónica Echegui. Falleció en agosto de este año, a causa de un cáncer que había mantenido en privado. Su participación añade una dimensión emocional inevitable al estreno.
A lo largo de su carrera, Verónica Echegui se consolidó como una de las actrices más reconocibles del cine y la televisión española, con títulos como Yo soy la Juani, Katmandú o El patio de mi cárcel. Ciudad de sombras funciona así como un cierre involuntario pero coherente de una trayectoria marcada por personajes complejos y una fuerte presencia en pantalla.
Acogida por parte de los espectadores
La serie ha tenido una acogida mayoritariamente positiva tanto por parte de la crítica como del público. En sus primeros días en la plataforma, ha logrado situarse en el Top 10 de Netflix en España, consolidándose como uno de los estrenos nacionales -y también internacionales- más vistos del final de año.
Ciudad de sombras no ofrece un final cómodo más allá de la resolución del caso. Propone una reflexión sobre la memoria, el poder y las consecuencias de mirar hacia otro lado. La historia se cierra, pero deja la sensación de una ciudad que, incluso cuando se ilumina, sigue proyectando sombras. En ese equilibrio entre thriller, crítica social y retrato urbano reside buena parte de su éxito.
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