Las tiendas online nunca habían tenido tantas oportunidades de vender como ahora, pero también están expuestas a perder a un posible cliente en cuestión de segundos. A menudo el problema no está en el precio ni en el catálogo, sino en el recorrido que hace la persona desde que ve un anuncio hasta que llega a un producto.
En muchas webs, ese camino se rompe antes de tiempo y el usuario abandona sin haber visto ni una sola ficha. Entender dónde se producen esas fugas y cómo evitarlas es una de las formas más directas de mejorar resultados sin aumentar el gasto en publicidad.
Del anuncio a un lugar equivocado: el eslabón que falta
Imagina que haces clic en un anuncio de “20% en zapatillas de running este fin de semana” y al llegar a la web te encuentras con una portada llena de banners, categorías y mensajes genéricos; la oferta que te había llamado la atención está ahí, pero escondida entre muchas otras cosas. Ese pequeño choque entre lo que esperabas y lo que te encuentras es uno de los motivos por los que tantas visitas se pierden nada más aterrizar.
Justo en este punto tiene sentido crear landing page efectiva para las campañas. Una página de aterrizaje no es más que una página pensada para recoger a las personas que llegan desde un anuncio concreto y enseñarles lo que venían buscando. El titular mantiene la misma promesa, el contenido gira en torno a la oferta y los pasos a seguir son claros; no hay que “orientarse” en la web, porque todo está ya filtrado y enfocado.
Cuando ese encaje entre anuncio y primera página funciona, baja el rebote, sube el tiempo de visita y la gente tiene más probabilidades de seguir adelante. No es una cuestión de magia, sino de coherencia, pues si lo que le prometes al usuario y lo que ve al llegar encajan, tendrá más razones para quedarse y menos motivos para cerrar la pestaña.
El peso de la home: bonita, pero no siempre útil para vender
La página de inicio suele ser el orgullo de cualquier tienda online. Es donde se concentra el esfuerzo de diseño, donde se quieren mostrar todas las líneas de producto, las novedades, las campañas en marcha… y eso está bien para quien entra por primera vez a curiosear. El problema aparece cuando todo el tráfico de anuncios acaba en ese mismo punto, sin distinguir la intención con la que llega cada visitante.
Volvamos a la persona que buscaba zapatillas con descuento. Aterriza en una home donde se mezclan rebajas en electrónica, una campaña de decoración, una sección de “inspiración” y un menú interminable. Puede encontrar lo que quiere, claro, pero tiene que dedicarle tiempo y energía a orientarse, y aquí cada clic extra es una pequeña prueba de paciencia, y no todo el mundo está dispuesto a hacer ese esfuerzo.
Además, cuando la home absorbe gran parte del tráfico de pago, se complica entender qué está funcionando y qué no. Las visitas procedentes de campañas acaban mezcladas con usuarios recurrentes o gente que llega desde buscadores, y sacar conclusiones claras se vuelve más difícil. Es por esto que separar recorridos (por ejemplo, utilizando páginas específicas para anuncios concretos) ayuda a leer mejor los datos y a ajustar la estrategia.
Categorías llenas y filtros que llegan demasiado tarde
Otra práctica habitual es enviar los anuncios directamente a una categoría del catálogo, como “calzado deportivo”, “ropa de bebé”, “televisores”. Sobre el papel suena razonable, porque se aproxima al producto que se quiere vender, sin embargo, cuando esa categoría contiene cientos de artículos sin ninguna guía previa, la sensación que se genera es la de enfrentarse a un pasillo de supermercado interminable sin carteles.
Quien llega desde una campaña de rebajas espera ver, por ejemplo, todos los productos rebajados de un vistazo. Si aterriza en una categoría donde se mezclan precios, temporadas y tipos de producto, tiene que ponerse a jugar con los filtros o ir pasando páginas. Algunos lo harán; otros, sencillamente, se irán, no porque el producto no les interese, sino porque el camino se les hace largo.
Una página para cada campaña: menos ruido, más claridad
Entre el anuncio y la ficha de producto cabe una página construida alrededor de una sola idea. Puede ser una selección de productos en rebajas, un lanzamiento de colección o una oferta limitada para clientes recurrentes. Lo importante es que esa página responda a la pregunta que el usuario se hace al hacer clic: “¿Dónde está lo que me han prometido?”.
Este tipo de páginas actúan como un escaparate temático, y si se promociona una colección de verano, la persona ve desde el primer momento fotos, textos y productos que tienen sentido con esa temporada, no un listado jerárquico del catálogo completo. Si se anuncia un descuento, ese descuento se ve claro en los productos que aparecen; la llamada a la acción no se pierde entre otros elementos.
Además, estas páginas permiten probar cosas sin desmontar toda la web. Se puede experimentar con distintos titulares, disposiciones de producto o mensajes de confianza y comprobar cuál funciona mejor, y cuando algo da buen resultado, se guarda como base para campañas futuras.
La confianza también se construye antes del producto
Aunque la meta sea llegar a la ficha de producto y cerrar una venta, muchas decisiones se toman antes, en unos pocos segundos. En ese tiempo, la persona se pregunta si la tienda es fiable, si el envío será rápido, si podrá devolver algo si no le convence o si el pago es seguro, pero si la web tarda en resolver esas dudas, la sensación de riesgo crece y el impulso de compra se enfría.
Una buena página de campaña puede aprovechar ese momento para despejar miedos desde el inicio, a través de pequeños apoyos visibles, como plazos de entrega razonables, política de cambios y devoluciones clara, sellos de pago seguro, opiniones de otros clientes
Podemos decir que evitar que el usuario se pierda antes de llegar a la ficha de producto tiene que ver con respetar su tiempo y su atención. Cada clic que ahorras, cada decisión que haces más sencilla y cada mensaje que alineas con sus expectativas acercan la compra y reducen la sensación de esfuerzo.
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