El Museo Nacional Zayed ha abierto al público en Abu Dabi tras casi dos décadas de gestación. Diseñado por Foster + Partners como museo nacional de Emiratos Árabes Unidos, el edificio articula su recorrido en torno a un gran atrio central y a una serie de galerías suspendidas que albergan esculturas, reconstrucciones arqueológicas e instalaciones dedicadas a la historia natural y cultural del país. Pero buena parte de esos contenidos no se han producido en Emiratos ni en el Reino Unido, sino en un polígono industrial del este de Madrid. Más concretamente, en los talleres de Factum Arte, donde entre 2023 y 2025 se ha fabricado una parte sustancial de los objetos que hoy estructuran el relato material del museo.
El edificio se organiza en torno a cinco torres aerodinámicas concebidas como chimeneas térmicas, una colina artificial que protege las salas del calor, galerías suspendidas y un gran atrio central que articula la circulación pública. Norman Foster ha explicado el proyecto como algo más que un contenedor expositivo: una arquitectura que traduce en términos espaciales algunos de los valores asociados al fundador del país, el jeque Zayed bin Sultan Al Nahyan, desde la relación con el entorno natural hasta una idea de modernidad apoyada en la continuidad cultural.
Ese planteamiento arquitectónico exigía, sin embargo, una respuesta material a la altura. El museo no podía limitarse a un edificio eficaz desde el punto de vista ambiental y simbólico: necesitaba objetos capaces de sostener un relato histórico amplio, complejo y verificable. Es en ese punto donde el proyecto desplaza su centro de gravedad desde la arquitectura hacia la producción de contenidos, y donde entra en juego el trabajo desarrollado fuera del eje habitual Abu Dabi–Londres.
El ghaf, un árbol sagrado de bronce
Durante más de dos años, el equipo de Factum Arte, dirigido por Adam Lowe, ha trabajado en coordinación estrecha con el museo y con su director, el arqueólogo Peter Magee, para desarrollar un conjunto amplio de esculturas, reconstrucciones arqueológicas, instalaciones científicas y entornos expositivos permanentes. No se trata de recursos escenográficos ni de dispositivos inmersivos concebidos para producir impacto inmediato, sino de objetos desarrollados a partir de investigación histórica, documentación científica y una atención constante a su comportamiento material en el espacio del museo.
El ejemplo más visible de ese enfoque es el conjunto de obras articuladas en torno al ghaf, árbol nacional de Emiratos Árabes Unidos. Factum ha producido un sistema coherente de representaciones que atraviesa el edificio y ordena parte del recorrido: un ghaf de bronce a escala real situado en el nivel principal; una versión aérea, suspendida, realizada en acero inoxidable a partir de un diseño de Foster + Partners; y, al final del trayecto, una compleja estructura de raíces de bronce suspendidas que introduce al visitante en la dimensión subterránea del árbol. Tres intervenciones conectadas entre sí que combinan investigación botánica, trabajo de campo, modelado digital, fundición tradicional y un montaje final realizado in situ.
Más allá de su lectura simbólica, el interés de este conjunto reside en el método. Cada rama, cada hoja y cada raíz ha sido desarrollada a partir de procesos híbridos en los que conviven técnicas de registro digital –como la fotogrametría y el modelado tridimensional– con trabajos manuales de soldadura, ensamblaje y patinado. El resultado no es una metáfora monumental, sino un objeto construido con una atención extrema a la materia y al proceso, coherente con una forma de trabajo que combina tecnología contemporánea y lógica de taller.
Armas, animales y dioramas
El trabajo de Factum se extiende a otros ámbitos esenciales del museo. Las armas antiguas –dagas, espadas y lanzas– procedentes de Al Ain, uno de los principales enclaves arqueológicos del interior del país, han sido reconstruidas mediante arqueología experimental, respetando composiciones metálicas, pesos y principios funcionales documentados en los originales. No son reproducciones visuales, sino objetos concebidos para recuperar la lógica material y tecnológica de culturas antiguas del sureste de Arabia, incorporando ensayos de aleaciones, pruebas de equilibrio y verificación de su comportamiento físico.
En las salas dedicadas a la naturaleza y al territorio, Factum ha producido seis dioramas que sintetizan procesos geológicos y medioambientales desarrollados a lo largo de millones de años. Son vitrinas de lectura precisa, construidas a partir de investigación científica y una composición formal contenida, alejadas del recurso al espectáculo. En el jardín Al Masar, el recorrido se completa con una serie de esculturas de animales autóctonos –halcones, gacelas, jerbos, lagartos– concebidas para integrarse en el paisaje y soportar una relación física directa con el visitante, tanto por su escala como por la elección de materiales y acabados.
Un museo con discurso y contenido
Nada de este conjunto responde a una lógica decorativa. Todas las piezas están atravesadas por una atención constante a la exactitud, a la legibilidad y a su resistencia a largo plazo en un contexto museístico exigente. Son objetos pensados para sostener el relato del museo a lo largo de los años y para funcionar como herramientas estables de transmisión de conocimiento.
Que una parte sustancial del Museo Nacional Zayed haya sido producida en Madrid no es una curiosidad geográfica. Da cuenta del lugar que ocupa hoy Factum Arte en el ecosistema cultural internacional: un taller capaz de trabajar con museos nacionales, universidades y grandes estudios de arquitectura sin renunciar a procesos lentos, documentados y críticos.
El Museo Zayed no es solo una nueva pieza dentro del distrito cultural de Saadiyat. Es también una demostración de que, incluso en un contexto marcado por la espectacularización museística, todavía es posible construir instituciones culturales desde la materia, desde el conocimiento técnico y desde el respeto por los objetos. Y que, en ocasiones, para contar con precisión una historia nacional, el trabajo decisivo empieza muy lejos del lugar donde esa historia se exhibe.
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