Ena (RTVE)

Hay algo de reparación histórica en celebrar el éxito de Ena en la televisión pública española, pues su creador es Javier Olivares, cofundador de El ministerio del tiempo. Se nota su mano, su humor, en este retrato de nuestro país a principios del siglo XX. Ena, sobre la reina consorte Victoria Eugenia y su matrimonio con Alfonso XIII, se grabó hace dos años y podría –debería– haberse estrenado en 2024. Llegó antes a Finlandia y Portugal que a España. Nunca es tarde si la dicha es buena.

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Superestar (Netflix)

Quien esperara de Superestar una vuelta a Veneno se llevaría un buen chasco. Veneno hay una, la de Los Javis. Lo que hacen Nacho Vigalondo y Claudia Costafreda en Superestar, aparente hagiografía sobre Tamara (la buena), es un salto al vacío que Netflix se puede permitir muy de vez en cuando. Digamos que Dos tumbas paga las facturas. A medida que avanza Superestar, la fantasía y la ciencia ficción se apropian de una historia que, en la obsesión por calcar Veneno, podría haber sido una retahíla, sin ton ni son, de personajes e hitos. He ahí Cristo y Rey, Bosé, Nacho, Camilo Superstar… Por supuesto que hay Veneno en Superestar, pero Vigalondo comparte el porro con nosotros. El sexto y último episodio podría entrar en el canon de Historias para no dormir.

Yakarta (Movistar Plus+)

Si Netflix se permite el lujo de hacer Superestar, la otra serie kamikaze de 2025 es Yakarta, en Movistar Plus+. La plataforma, sagazmente, suele lanzar sus mejores bazas en otoño para así dominar la conversación de cara a los premios. Poquita Fe (temporada 2), El centro, Yakarta, Anatomía de un instante… Un título no tiene nada que ver con el otro, pero les une un ánimo: hacer buena ficción con talento de la casa. Comedia costumbrista surrealista, thriller de espionaje o político, dramón… Su ex jefe de ficción, Domingo Corral, sabía lo que hacía. A estas alturas, no es cuestión de ponerse estupendos: las series son televisión, y su mayor pecado es aburrir al personal. Yakarta es un mal trago, pues sus protagonistas no caen bien, y el trasfondo del asunto es durísimo. Pero nunca se antoja manipuladora. La obra de Diego San José confirma dos evidencias: a él como autor (hace un año firmó Celeste) y que toda premisa, por minúscula que parezca, es buen abono para la mejor ficción.

Pubertat (HBO Max)

Con mayor ambición se presentó Pubertat, en HBO, segunda serie de Leticia Dolera como creadora. La actriz no es tonta y, tras firmar dos temporadas sensacionales de Vida perfecta para Movistar, se pone a sí misma en tela de juicio. Aquí, Dolera interpreta correctamente a una periodista y escritora feminista de férreas convicciones: siempre hay que creer a una víctima de abuso sexual. Pero, ¿y si es tu hijo adolescente, con cara de nunca haber roto un plato, al que acusan de haber cometido este crimen? La cosa cambia, claro. Que Pubertat se haya estrenado el mismo año que Adolescencia, en Netflix, es una mala noticia, y no por eclipsar una a la otra. Ambos títulos, con mayor o menor carga didáctica (he ahí el dedo acusador), son imprescindibles, casting aparte, por lo que cuentan y por cómo lo cuentan. Si la miniserie británica recurre al plano-secuencia, la española tiene un doble episodio, a mitad de temporada, que aclara la noche de autos. Si Adolescencia y Pubertat llaman a nuestra puerta es por su advertencia: ¿qué está pasando con nuestros chavales? Dolera tiene más preguntas que respuestas sobre las masculinidades, pero sí permite un desenlace que invita al optimismo. En nuestras manos está no alimentar más el monstruo.

A muerte (Apple TV/Atresplayer)

Quiso el destino que la actriz Verónica Echegui dejara una serie póstuma para Netflix (Ciudad de sombras) y otra recién salida del horno: A muerte. La serie, con Dani de la Orden (Casa en llamas) como creador y Joan Amargós (Ena) como compañero protagonista, se rodó en 2023, pero se estrenó a principios de 2025. Primero en Apple TV; luego en Atresplayer. El título es un estupendo juego de palabras. Si Echegui hace aquí de 'vivalavirgen', un hacha de la publicidad que deja mucho que desear como persona; Amargós interpreta a un sosainas, un buenazo, al que diagnostican cáncer y deben operar a corazón abierto. Si él podría morir en cuestión de días, ella está embarazada sin querer. Se conocerán, o reconocerán, en un funeral.

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