En los últimos años, la selección femenina de fútbol no solo ha ganado protagonismo en el campo deportivo, sino que también se ha convertido en una referente cultural y estilística. Una de las tendencias que ha capturado la atención de los aficionados es el creciente número de tatuajes entre las jugadoras, quienes utilizan el arte corporal para expresar historias personales, valores y momentos clave de sus carreras.

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Alexia Putellas, Salma Paralluelo, Ona Batlle, María Méndez, Maite Zubieta, Mariona Caldentey, Athenea del Castillo, Cata Coll, Claudia Pina o Alba Redondo son algunas de las jugadoras de la selección española de fútbol femenino, referentes deportivos para muchas niñas, pero también iconos de estilo ligadas por una tendencia común, los tatuajes.

Muchas futbolistas optan por tatuajes con significados profundos, como fechas importantes, símbolos de fuerza, frases inspiradoras o elementos que representan sus raíces. Estos diseños no solo reflejan su identidad individual, sino que también consolidan una imagen de grupo auténtica y poderosa, rompiendo con estereotipos y desafiando las normas tradicionales sobre la estética femenina en el deporte.

Tigres y leones

La delantera de la selección española de fútbol Claudia Pina. EFE

Claudia Pina, Alexia Putellas y Patri Guijarro se decantan por la fortaleza de los félidos y apuestan por imágenes de tigres, leones y leopardos de generoso tamaño, «pura tendencia», señala Gálvez.

Cata Coll opta por una tranquila y colorida tortuga en la parte superior del brazo; la granadina Esther González por un elefante, y la catalana Patri Guijarro por un coqueto loro.

Sin embargo, los singulares círculos, flechas y dibujos que la lateral derecho Ona Batlle luce en la cara interior de su brazo «son muy personales», específicos para ella.

Los hombres optan por dibujos más grandes -indica el profesional malagueño de Tatto Stone-, una tendencia que adoptan en menor medida las mujeres, «que prefieren dibujos pequeños o de tamaño mediano».

Frases alentadoras como la que lleva Claudia Pina ‘Improve yourself’ (Mejorate a tí mismo) o el ‘Why not’ (¿Por qué no?) de la mano derecha de la defensa Ona Batlle son algunas con las que las jugadoras reflejan su motivación.

Claudia Pina. EFE/ Ana Escobar

El presidente de Untap asegura que cuando empezó en esta profesión en 1994, llevar tatuajes estaba vinculado a las tribus urbanas y a los militares.

«Ahora es un reflejo de la sociedad; se tatúan cirujanos, jueces, policías», profesiones que antes eran más reacias a hacerlo, señala.

El impacto de estas elecciones estéticas no pasa desapercibido. Las imágenes de jugadoras luciendo sus tatuajes durante los partidos, entrenamientos y entrevistas se multiplican en redes sociales, donde generan miles de comentarios positivos y sirven de inspiración para jóvenes fanáticas que ven en ellas un modelo de empoderamiento. Esta tendencia ha ayudado también a normalizar el tatuaje en el mundo deportivo, dándole un lugar de expresión tan válido como la técnica o la estrategia dentro del juego.

Además, los tatuajes refuerzan el sentido de unidad y camaradería dentro del equipo. Existen casos donde las integrantes comparten símbolos similares o se tatúan juntos luego de obtener una copa o vivir una experiencia significativa como grupo. Estas acciones refuerzan los lazos emocionales entre las jugadoras y proyectan una imagen de solidaridad y compromiso colectivo que va más allá del uniforme.

Las estrellas del equipo nacional han aprovechado su visibilidad para convertir sus cuerpos en lienzos de historias que celebran sus logros, sus luchas y sus sueños. Esto no solo redefine el estilo de una futbolista moderna, sino que contribuye a una nueva narrativa en el deporte femenino: donde el talento y la fortaleza se expresan también a través del arte y la piel.

La selección femenina de fútbol, con cada gol, victoria y tatuaje, continúa marcando tendencia y abriendo caminos—dentro y fuera del campo. Porque el estilo, como el fútbol, también se juega con pasión y personalidad.

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