La erosión, la pérdida de carbono orgánico, el agotamiento de los nutrientes, la acidificación, la contaminación, la salinización y la pérdida de la biodiversidad son algunas de las consecuencias que explican la rápida degradación del suelo cultivable del planeta. Debido principalmente al efecto combinado de la agricultura intensiva y el cambio climático, se calcula que un tercio de la tierra fértil mundial está muy deteriorada, con ratios de pérdida de 25.000 a 40.000 millones de toneladas de la capa arable cada año. Este contexto pone en juego muchas amenazas; entre ellas, la capacidad de alimentar a la población en el futuro y el aumento del riesgo de inundaciones y desertificación.

A corto plazo, los más afectados por esta situación son los países pobres, gran parte de cuya población depende directamente de la agricultura como medio de subsistencia. A medio y largo plazo, el problema será devastador también para países como el nuestro. “El 27% del territorio español está clasificado como árido en estos momentos y casi el 50% podría será incultivable en 2040 si no existe un cambio de mentalidad”, explica Heloise Buckland, investigadora del Instituto de Innovación Social de ESADE. Esta británica licenciada en Ciencias Ambientales y la experta en comercio internacional Carola Rius son las impulsoras de Husk Ventures, una startup basada en la economía circular que puede contribuir a aprovechar los residuos que genera el proceso de refinado de arroz para generar energía sostenible y obtener biochart para mejorar la productividad de superficies cultivables en cualquier parte del mundo. Husk Ventures acaba de ser seleccionada para la primera fase de financiación de la aceleradora de startups medioambientales promovida por el EIT Climate-KIC, una institución creada por el EIT (European Institute of Innovation & Technology) para hacer frente al cambio climático a través de la innovación y el emprendimiento.

Se calcula que cada año se producen aproximadamente 150 millones de toneladas de cáscaras de arroz, lo que equivale en peso al 20% de todo el arroz que se recoge en el campo. “Actualmente el valor de mercado de este residuo es muy bajo y las aplicaciones que se le dan son muy caseras y con poco valor añadido”, apunta Rius a El Independiente.

Se estima que el aumento de productividad en la horticultura es al menos del 30%

Economía circular

La idea detrás de Husk Ventures es utilizar el concepto de economía circular para aprovechar ese tipo de residuo y que los beneficios reviertan en los agricultores y la industria. “Hemos contactado con una cooperativa en Camboya –uno de los mayores productores de arroz del mundo- para realizar la primera prueba de producto. Instalaremos unas máquinas dentro de los molinos de arroz que permiten, utilizando la cáscara como combustible, generar calor que el molino utilizará para el proceso de secado del cereal. El residuo de ese proceso energético es el biochar, que puede utilizarse como un enriquecedor del suelo agrícola. Con este producto, las plantas producen más y reducen la dependencia de los fertilizantes y la necesidad de riego. El biochar mejora la estructura de la tierra, que retiene mejor el agua y permite que los microoganismos se adhieran mejor a las raíces”.

El modelo de negocio de esta start-up consiste, en última instancia, en la comercialización de parte de ese biochar, que no solo tiene utilidad agrícola, sino también para jardinería o incluso para campos de fútbol. “Se estima que el aumento de productividad en la horticultura es al menos del 30%. En algunos cultivos concretos puede llegar al 700%”, asegura Rius.

La intención de estas emprendedoras es comenzar a trabajar en países productores de arroz con bajos ingresos y suelos degradados, “pero esta idea se puede implementar en cualquier país que reúna estos requisitos”. España, por ejemplo, es uno de los países de UE con mayor riesgo de desertificación del suelo, y la progresión de cara al futuro es muy alarmante”.

 Se trata por tanto de un proyecto de innovación que pone su granito de arena al cumplimiento de varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por Naciones Unidas, principalmente el número 15 relacionado con la Mejora de los Ecosistemas Terrestres.

Una iniciativa de y