La última, pero la primera, es la Torre de Madrid. Sus más de 140 metros de altura la convirtieron en la guapa y la alta de la capital. Ahora, está a unos centímetros de quedarse fuera de la lista de los 15 rascacielos más altos de España. Les mostramos una enumeración que nos lleva desde finales de los 50 hasta hoy, de sedes de multinacionales a inmensos edificios residenciales con calidades de querella. Son los gigantes de nuestro país, el reflejo de los años buenos y las sobras del crack inmobiliario.
Torre de Cristal
Sus casi 250 metros de altura lo convierten en el edificio más alto de nuestro país. Diseñado por el arquitecto argentino César Pelli, está recubierta por 44.000 metros de cristal y es el rascacielos de España más cuidadoso con el medio ambiente, siendo el único con la certificación A de categoría medioambiental. Cuenta con 50 plantas, más seis bajo rasante que sirven como aparcamiento, alquiladas como oficinas por distintas empresas y un gran jardín vertical en su azotea diseñado por el botánico francés Patrick Blanc.
Desde su construcción, el edificio pertenece a Mutua Madrileña, y su mayor inquilino es la firma de servicios profesionales KPMG, que ocupa 18 de sus plantas desde que hace unos meses dejara sus oficinas en Torre Europa y trasladase a los más de 1.900 trabajadores que tiene en Madrid.
El resto de sus 57.579 m2 alquilables se reparten entre SegurCaixa Adeslas, Seat, Olswang, Havas, Thyssenkrupp, Coca-Cola Iberian Partners, Banco do Brasil y otras empresas que, entre todas, ocupan en 82% del total del edificio. Sólo les quedan libres tres plantas enteras y un par de medias plantas.
Torre Cepsa
Su llamativo diseño se debe al arquitecto Norman Foster, que la creó para Repsol en 2004. Pero, en mitad de su construcción, la petrolera decidió que era mejor expandirse a lo ancho que a lo alto y vendió el proyecto para trasladarse a un edificio cercano a Atocha. El comprador fue Caja Madrid, que adquirió el edificio por 875 millones de euros (Repsol había pagado menos de la mitad, unos 400 millones).
Al fusionarse con Bankia, la torre adquiere el nombre de la entidad. Hace unos años decidieron ponerla a la venta para mejorar sus resultados. En medio de la crisis económica no encontraron un comprador y se conformaron con el alquiler con opción a compra como la mejor estrategia.
A los pocos meses era otra petrolera, Cepsa, la que optaba por trasladarse y alquilar todo el edificio con la intención de realquilar las plantas que no le fueran necesarias. Aún sigue ocupando el edificio pero, desde hace un año, es propiedad de Amancio Ortega. La adquirió por 490 millones de euros mediante su sociedad patrimonial Pontegadea.
Torre PWC
Se trata de la única torre del complejo Cuatro Torres Business Area diseñada por arquitectos españoles, Carlos Rubio y Enrique Álvarez-Sala, que la concibieron como una torre eficiente. Su doble piel exterior permite a sus inquilinos un gran ahorro energético y facilita las tareas de mantenimiento.
Propiedad de Sacyr Vallehermoso, empresa que dio nombre a la torre hasta 2011, la Torre PwC está ocupada en un 60% de su capacidad por el Hotel Eurostars Madrid Tower (hasta la planta 33) y en un 40% por la firma Pricewaterhouse Coopers, que hace cuatro años trasladó a sus 2.300 empleados, distribuidos en distintos edificios de la capital, a las 17 plantas que se mantenían vacías. Gracias a la eficiencia energética diseñada por los arquitectos, la firma ahorra un 20% en electricidad y hasta un 30% en agua.
Torre Espacio
Torre Espacio es la cuarta en el ránking y la última del Cuatro Torres Business Area. Diseñada por el estudio estadounidense Pei Cobb Freed & Partners, cuenta con gimnasio, peluquería y con una capilla católica en la planta 33. Además, presume de albergar el restaurante más alto de España. Gracias a su diseño respetuoso con el medio ambiente y al entorno en el que se encuentra recibió la nota más alta en el certificado Breeam de sostenibilidad.
Hasta junio de 2015 era propiedad del Grupo Villar Mir y de OHL. La pusieron a la venta por un precio de 500 millones de euros y, aunque despertó el interés de la familia March y de Amancio Ortega, al subir su precio a 600 millones de euros fue adquirida por el grupo filipino Emperador. Entre sus inquilinos figuran las empresas del propio Grupo Villar Mir, que ocupan alrededor del 50% del espacio, así como las embajadas británica, de Canadá, Australia y Holanda.
Intempo
Diseñado por el estudio Pérez-Guerrero e Ingenieros y Arquitectos asociados, este edificio de Benidorm (Alicante) es el residencial más alto de Europa con 192 metros y 260 viviendas. Víctima del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, se empezó a construir en 2007 con la intención de acabarlo en 2010.
Llegó la crisis y la empresa encargada de su construcción, Estructuras Aliben, cayó en concurso de acreedores. Después lo haría Olga Urbana, la propietaria, lo que dejó el edificio en manos de Sareb. El banco malo ha vendido en octubre el préstamo hipotecario del rascacielos a un conjunto de fondos asociados a la firma de inversión SVP Global.
Gran Hotel Bali
Su presupuesto era de 2.000 millones de pesetas cuando empezó a construirse en 1990. El proyecto, del arquitecto Antonio Escario, tardó 10 años en estar acabado y otros dos en habilitarse como hotel. Se trata del segundo hotel más alto de Europa y, de 2002 a 2006, fue el edificio más alto de España, al llegar a superar a la Torre Picasso.
Este hotel de Benidorm ya existía antes que el gran rascacielos y se encontraba ubicado en lo que hoy es el edificio secundario. Ahora cuenta con 776 habitaciones y más de una decena de suites y, gracias a su altura, fue el lugar elegido para celebrar el primer campeonato de salto base en España.
Torre Sevilla
Fue la torre de la discordia, la que provocó que la UNESCO amenazara con catalogar el patrimonio histórico de Sevilla como patrimonio en peligro. Sus más de 180 metros de altura encendieron a los sevillanos, que consideraban que ningún edificio debía medir más que la Giralda y más cuando, aunque no se encontraba en el centro de la ciudad, iba a dañar las vistas desde cualquier punto de la misma.
Su arquitecto, Carlos Pelli, el mismo que el de la Torre de Cristal, defendió su construcción junto con el Ayuntamiento. Al final las obras terminaron en 2015, convirtiendo al edificio en el más alto de Andalucía. Su coste se elevó a los 325 millones de euros y pertenece a CaixaBank.
En ella abrirá sus puertas el centro cultural CaixaForum Sevilla a principios de 2017 y sus plantas están ocupadas actualmente por las empresas Puerto Triana, Sumasa, Building Center, Ayesa, Óptima, Restalia y Active Business Technology.
Torre Iberdrola
Del mismo arquitecto que la Torre de Cristal de Madrid y que la Torre Sevilla, el argentino César Pelli, la Torre Iberdrola de Bilbao es el resultado de un cambio de proyecto. La Torre Foral, destinada a albergar las oficinas de la Diputación Foral de Vizcaya, iba a ocupar su lugar pero, debido a su alto coste, se cambió de idea en 2003. Es el edificio más alto del País Vasco y cuenta con el Certificado Leed Platino, referido a las prácticas respetuosas con el medio ambiente.
Propiedad en casi un 70% de la empresa Iberdrola, de la que viene su nombre, y de BBK en un 33%, ahora mismo 10 de su plantas están ocupadas por la primera y el resto se encuentran alquiladas a empresas como Accenture, Aenor, AIB, Andbank, BT, Canon o las compañías de servicios profesionales PWC, KPMG y EY.
Torre Lúgano
Falta de aislantes, cartón prensado fingiendo ser madera, tres modificaciones en las calidades tirando a la baja una vez vendidas las viviendas, fachadas sin terminar… La lista de desperfectos de la Torre Lúgano es infinita y ha llevado a su promotores a juicio. La comunidad de vecinos les denunció, pidiendo a la antigua inmobiliaria de Bankia, Bankia Habitat, 28,2 millones de euros.
Promovida por Bancaja y Acciona, los pisos fueron entregados con un año y medio de retraso y lo que habían anunciado como viviendas de lujo pasó a ser una de las mayores catástrofes inmobiliarias de Benidorm. Al final los inquilinos retiraron la demanda al recibir algo menos de 900.000 euros, lo que por lo menos cubría las derramas que habían tenido que pagar para poder hacer un uso seguro del edificio.
Torre Picasso
Diseñado por el mismo arquitecto estadounidense que hizo el proyecto del World Trade Center, Minoru Yamasaki, fue durante años el edificio más alto de España. Su fachada, de aluminio con aislamiento de manta de vidrio formando columnas, ayuda a disminuir el uso de energía.
Propiedad de FCC, fue adquirida por Amancio Ortega en el año 2011, por 150 millones de euros, y su comercialización corre a cargo de la inmobiliaria Aguirre Newman desde entonces. Entre sus inquilinos se encuentra la auditora Deloitte, las oficinas de Google y varios bancos de inversión internacionales.
Hotel Arts
Mide exactamente lo mismo que la Torre de Mapfre, también en Barcelona, con la que se encuentra enlazada gracias a la escultura del pez metálico de Frank Gehry. Se trata de uno de los hoteles más lujosos de Barcelona, propiedad de la cadena Ritz-Carlton, y además de contar con una treintena de plantas dedicadas a habitaciones, también alberga 30 apartamentos de lujo en sus últimos nueve pisos. Dormir una noche en uno de ellos cuesta desde 520 a 14.000 euros, dependiendo del número de habitaciones y la ubicación.
Cuenta con 12 restaurantes, entre los que se encuentra el del chef con estrella Michelín Sergi Arola. Además, el Casino de Barcelona también se aloja en este edificio. Perteneció a la cadena japonesa Sogo hasta 2001, tras un año de la misma en bancarrota, y fue adquirida Deutsche Bank por 288 millones de euros.
Torre Mapfre
Construida a la vez que el Hotel Arts, mide exactamente lo mismo que ella (154 metros). Situada a la afueras de la ciudad, es uno de los símbolos de la remodelación urbanística que vivió la ciudad con motivo de los Juegos Olímpicos. Cuando comenzó su construcción la zona no era una de las preferidas por los inversores, pero Mapfre se metió de cabeza en el proyecto y convirtió ese edificio en su sede hasta hace unos meses, que se trasladó a Sant Cugat sin perder la propiedad del rascacielos.
Supera los 150 metros de altura y cuenta con 40 plantas que la aseguradora ha remodelado para ponerlas en alquiler como oficinas. Ahora mismo, en regimen de alquiler, se encuentran Kantox, DDB o Oliver Wyman, entre otras empresas.
Neguri Gane
Durante siete años fue el edificio residencial más alto más España, llegando casi a los 150 metros de altura. Su original fachada fue diseñada en 2002 por el estudio Pérez Guerras, el mismo del edificio Intempo. Su nombre, que hace referencia al barrio Neguri de Guetxo, significa Alto de la ciudad de invierno.
Se caracteriza por la pequeña anchura de base, de 27 x 22 metros, y por ser pionero en la que a día de hoy se considera la ciudad de los rascacielos de España, Benidorm. Sus viviendas tienen en la actualidad un precio que oscila entre los 200.000 y los 300.000 euros, dependiendo del número de habitaciones.
Torre Agbar
La Torre Agbar es la puerta de entrada al distrito tecnológico de Barcelona. Diseñada por el arquitecto Jean Nouvel, es un símbolo de la época posolímpica de la ciudad. El rascacielos, que supera los 140 metros de altura, es el tercer edificio más alto de Barcelona y tuvo un coste de 120 millones de euros.
Durante su primera década perteneció al Grupo Agbar, pero en 2013 el inversor andorrano Emin Capital adquirió el rascacielos por 150 millones de euros. La intención era convertir el edificio en un hotel pero, al llegar al Gobierno de la ciudad Ada Colau, se restringieron el número de hoteles en la ciudad.
Desde el momento en el que el grupo andorrano se hizo con la Torre Agbar se dedicaron a buscar inversores. Ahora mismo, el 60% pertenece a Westmont Hospitality Group y el sobrante sigue en manos de Emin Capital.
Torre de Madrid
El rascacielos más antiguo de esta lista es la Torre de Madrid, situado en el centro de la capital. Fue diseñado y construido por los hermanos Otamendi, que también se habían encargado del Edificio España. Durante muchos años ostentó el honor de ser el edificio de hormigón más alto de Europa y se convirtió en escenario de varias películas. Hasta tiene una canción, del grupo Azul y Negro, que lleva su nombre.
Propiedad de Metrovacesa, lo puso a la venta en 2005 y pretendía obtener entre 250 y 300 millones por el edificio para sufragar la compra de la inmobiliaria francesa Gecina. La venta jamás se llevó a cabo y un par de años más tarde la constructora optaba por crear apartamentos de lujo. Ahora, las plantas superiores son viviendas y las inferiores, gracias a un acuerdo de Metrovacesa y Barceló Hotel, acaban de convertirse en un hotel de lujo con aproximadamente 250 habitaciones.
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