Los empresarios han madurado su réplica a la intención del Gobierno y Ciudadanos de impulsar un pacto nacional para la conciliación laboral y la racionalización de horarios. Comparten su filosofía, pero sobre la propuesta de salir del trabajo a las seis de la tarde con carácter general, la respuesta es un tajante no. Una de las razones es que iría en contra de la competitividad de las empresas, pero también en detrimento de los trabajadores.

La ministra de Empleo, Fátima Báñez, puso esta cuestión sobre la mesa durante su intervención ante la Comisión de Empleo del Congreso de los Diputados el pasado lunes, pero no era nada nuevo.

Se trataba de una propuesta incluida en el acuerdo de 150 medidas alcanzado en el mes de agosto por el Gobierno, entonces en funciones, y Ciudadanos. Incluso, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ya había planteado la posibilidad de salir del trabajo a las seis con carácter general en el mes de abril.

Según el documento redactado por la formación naranja y el Ejecutivo, el pacto nacional debería girar, no solo en torno a los horarios laborales, sino también a la posibilidad de disponer de un número determinado de días de vacaciones como bolsa de horas para asuntos propios o de implementar fórmulas de teletrabajo.

Los empresarios quieren organizarse con sus trabajadores

Lo que aún no se conocía, aunque se intuía, era la posición de los empresarios al respecto. En una nota tras la Junta Directiva de la CEOE, celebrada este miércoles, la organización considera que la conciliación y la racionalización de la jornada laboral “es un concepto que va más allá de los horarios de cierre”.

Incluso avisa de que, para muchos sectores, empresas y ramas de actividad, “un horario uniforme iría en detrimento de las necesidades de trabajadores, consumidores, empresarios y sociedad y afectaría a la competitividad de las empresas”.

En opinión de los empresarios, se trata de cuestiones que deben resolverse en el ámbito de la libertad de las partes, esto es, de la negociación colectiva.

La CEOE argumenta que el acuerdo introduce los necesarios grados de flexibilidad que se precisan en cada en cada momento para el bien de los trabajadores y de sus patronos. “Esta es la razón por la que no existe en ningún país una regulación única”, concluye.