Un bombardeo de Estados Unidos sobre Siria, con el consiguiente deterioro de relaciones entre la mayor economía del mundo y Rusia. Un atentado terrorista en Suecia, que deja al menos tres muertos.

A priori, la jornada del viernes ha contado con suficientes ingredientes de riesgo geopolítico para hacer temblar los cimientos de los mercados financieros. Pero los inversores han reaccionado con sorprendente mesura ante estos acontecimientos.

La muestra más elocuente del aplomo que ha presidido los mercados a lo largo de la sesión la ha dejado el índice OMX de la bolsa sueca. Tras cotizar la mayor parte de la jornada en negativo, emprendió una llamativa remontada en el último tramo de la sesión, indiferente al mortal ataque que había tenido lugar en la ciudad unas horas antes. Al cierre, sumaba un 0,36%.

La bolsa sueca pasa de las caídas a los avances tras los atentados de Estocolmo

Tampoco el resto de las grandes bolsas mundiales se dejó llevar por la tensión. El Ibex saldó finalmente con ganancias del 0,1% una jornada en la que había transitado la mayor parte del tiempo en el lado de los números rojos, con Gamesa y Meliá liderando los avances. El índice español cierra la semana con una subida del 0,6% y afianza así la cota de los 10.500 puntos, que no alcanzaba desde el verano de 2016.

Entre los grandes índices europeos, también se acabaron imponiendo las alzas en el último tramo de la jornada. Destacó el Ftse 100 británico, con alzas en el entorno del 0,5%. Por su parte, Wall Street se movía sin apenas cambios a media sesión, indiferente al cruce de declaraciones diplomáticas entre los gobiernos ruso y Estados Unidos.

Las únicas consecuencias medianamente visibles del recalentamiento geopolítico tenían lugar en el mercado de materias primas, donde el petróleo Brent repuntaba un 0,7% y se situaba por encima de los 55 dólares por barril ante el temor a que la convulsa situación en Oriente Medio acabe ralentizando la producción de crudo.

"Es cierto que en cualquier otro momento de mercado, estos acontecimiento podrían haber hecho tambalerse las bolsas", reconoce Alberto Castillo, analista jefe de Capital Bolsa. "Pero ahora el mercado está muy fuerte", añade.

La fortaleza económica y el apoyo de los bancos centrales afianzan el optimismo inversor

Las razones de esa fortaleza radican, en gran medida, en los mismos argumentos que han venido sosteniendo la remontada de las bolsas desde el último tercio de 2016. La progresiva mejora de los datos macroeconómicos a nivel global, unida a las expectativas generadas por los proyectos de estímulo fiscal del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha generado un escenario de creciente optimismo entre los inversores, al que también ayuda el escenario creado por los bancos centrales.

La confianza en que las políticas monetarias seguirán siendo laxas -aunque se puedan ir endureciendo muy progresivamente- durante bastante tiempo se han incrementado en las últimas semanas, a raíz de unos datos de inflación que siguen mostrando cierta atonía. Los datos de empleo conocidos este viernes en Estados Unidos, por debajo de las estimaciones, también refuerzan la confianza en que la Fed no tendrá presión por acelerar el ritmo de subida de tipos.

Así, "la mezcla de crecimiento económico y política monetaria laxa conforma el escenario ideal para las bolsas", indica Castillo, quien resalta que "a día de hoy no hay inversiones a las que los inversores puedan desviar su dinero, aunque crean que las bolsas están caras".

Por esa razón, considera el experto de Capital Bolsa, mientras los riesgos geopolíticos no vayan a mayores y la inflación no repunte de forma sorprendente, las bolsas siguen teniendo los ingredientes necesarios para prolongar su buen tono.