El Gobierno destinará 14,26 millones de euros para impulsar en España el coche eléctrico. Por un lado, con ayudas a la compra de vehículos con energías alternativas (no sólo eléctricas, también de gas, hidrógeno y pila de combustible) y, por otro, con subvenciones destinadas a los que instalen puntos de recarga.
El Consejo de Ministros ha aprobado este viernes el Plan Movea 2017, que arranca ahora y finalizará el 15 de octubre de 2017 o hasta que se agoten los fondos disponibles. El plan excluye los vehículos tradicionales propulsados por gasolina y gasóleo. Entre las energías que podrán beneficiarse del Movea figuran el gas licuado, el gas natural, la electricidad, la pila combustible y el hidrógeno, indicó el ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal.
"El vehículo que vaya a comprarse ya incluirá en el precio final de venta al público la ayuda", explicó el ministro. La cuantía de las ayudas se fijará con diferentes baremos dependiendo del tipo de vehículo y del combustible utilizado. La ayuda será a partir de 500 euros para turismos y furgonetas, de 5.000 euros para microbuses y camionetas, y de 18.000 euros para autobuses y camiones. Para las motocicletas, la ayuda oscila entre 1.500 y 2.000 euros.
Los puntos de venta que deseen adherirse al Movea tendrán que aplicar un descuento adicional mínimo de 1.000 euros para todos los vehículos, excepto cuadriciclos (150 euros) y motos (sin descuento). En el caso de que el vehículo sea eléctrico, el punto de venta deberá comprometerse a facilitar la instalación de un punto de carga, señala en una nota el Ministerio de Energía.
Puntos de recarga
Por otro lado, las ayudas para la implantación de puntos de recarga para vehículos eléctricos en zonas públicas podrán alcanzar un importe de hasta el 40% del coste, con un máximo de 1.000 euros por punto de recarga convencional, de 2.000 euros por punto de recarga semirrápida y de 15.000 euros por punto de recarga rápida.
El Gobierno explica que el Plan Movea busca fomentar el uso de vehículos propulsados con energías alternativas a los combustibles fósiles tradicionales, que están llamados a formar parte de la movilidad sostenible en el transporte, tanto en las ciudades como en las carreteras.
Debido a sus beneficios en materia de diversificación energética y reducción de la dependencia de los productos petrolíferos, así como por la reducción de emisiones de CO2 y de otras emisiones contaminantes y de efecto invernadero, este tipo de vehículos ayudan a mejorar la calidad del aire de nuestras ciudades y a disminuir la contaminación acústica, favoreciendo además el consumo de energías autóctonas, especialmente de fuentes renovables, señala.
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