Urgencia y paciencia riman, pero no se pueden ni ver. Uno no puede escribir el Quijote a base de whatsapps. Uno no puede pintar el Gernika jugando con los filtros de Instagram. Un atleta no puede ganar el maratón de Nueva York esprintando los primeros 100 metros. No se puede. En el mundo de la inversión, tampoco.

Muchos inversores y usuarios esbozaban una sonrisa, según me decían, cuando vieron el meme que monté la semana pasada y compartí en mi blog en Finect.

En sí mismo no es tan divertido, pero nos reímos porque tiene un punto de realidad, por absurdo que parezca a primera vista. Refleja esa sensación de urgencia que cada vez crece más a nuestro alrededor, que nos impulsa a querer las cosas ya mismo, para ayer, no vaya a ser que nos las perdamos.

Con las inversiones, las consecuencias de estas urgencias resultan menos gravosas que cuando respondemos mensajes mientras conducimos, pero también las hay y se resumen en una: perdemos un montón de dinero por estar excesivamente pendientes del corto plazo, de los movimientos frenéticos de las cotizaciones, aunque las veamos sólo de vez en cuando.

Esta tendencia a extrapolar lo puntual, a elevar a relato la anécdota, intensifica nuestros espíritus animales. Nos lleva a vender cuando llega el pánico en las bolsas, que suele ser el peor momento para hacerlo, y a comprar cuando reina la euforia.

Y esto no sólo les pasa a los especuladores de corto plazo, que no es nuestro problema, sino a los inversores que en teoría se decantan por productos de largo plazo, como teóricamente son los fondos de inversión de renta variable.

La bolsa americana nunca ha perdido dinero en periodos de 20 años aunque viviese grandes depresiones

Nadie debería contratar uno de estos productos con un horizonte temporal inferior, como mínimo minimísimo, a tres años. Y lo deseable sería que lo hicieran al menos a cinco o siete años.

Esto reduce sensiblemente la posibilidad de sufrir pérdidas. Y si estiramos el plazo, todavía más… La bolsa americana nunca ha perdido dinero en periodos de 20 años, aunque por el camino ha vivido grandes depresiones, guerras mundiales o crisis del petróleo, entro otros.

Las entradas y salidas de dinero durante 2016 en los fondos de inversión de bolsa española también son elocuentes. El dinero acudió al mercado justo en máximos, mientras que salió pitando tras los desplomes de principio de año y el susto del Bréxit.

Buffett, Walewski y Paramés han sufrido reveses en sus fondos por ceñirse a sus tesis de inversión, pero el tiempo les ha dado la razón

Y lo mismo sucede incluso, con fondos concretos dentro de la inversión en bolsa. Incluso con gestores de primer nivel, con años y años de buenas rentabilidades a sus espaldas, que de pronto pasan una mala racha.

Nicolas Walewski, fundador de la gestora británica Alken Asset Management, ha sido reconocido en muchos momentos como uno de los mejores gestores de bolsa europea, con muy buenas rentabilidades a largo plazo. Pero en verano de 2015 su fondo Alken European Opportunites empezó a hacerlo significativamente peor que el resto de productos de su categoría mientras otros fondos parecidos volaban. A Walewski no se le había olvidado analizar compañías ni identificar buenos negocios. Quizá se había equivocado puntualmente en algunas decisiones, pero seguía siendo uno de los mejores gestores por los motivos por los que se le debería elegir: sus resultados a largo plazo.

Los inversores a largo plazo han aprovechado que el fondo Alken, tras un periodo a la baja, lidera la clasificación con un alza del 46%

Durante estos meses de mala racha, los inversores fueron sacando dinero del fondo de Walewski y en meses como abril del año pasado con contundencia, cuando registró salidas netas por más de 300 millones de euros.

Poco más de un año después, el fondo de Walewski lidera la clasificación de rentabilidad a un año, con un avance del 46%. Pero sólo quienes realmente invertían en su fondo con visión de largo plazo lo han aprovechado. Ahora, cerca de máximos, vuelve a entrar dinero, ahora que ya ha subido casi un 50%. Es sólo un ejemplo paradigmático, pero hay muchos más casos como estos. Somos así.

Warren Buffett, uno de los inversores más reputados del mundo, vio cómo Berkshire Hathaway caía un 12% en 2015, mientras el mercado subía, principalmente por el retroceso de las materias primas.

En España, es recurrente el ejemplo de Francisco García Paramés, durante su etapa en Bestinver. En 1999, llegó a perder un 20% frente al índice, por negarse a invertir en tecnológicas mientras se forjaba la burbuja de los puntocom. Quienes cuestionaron su estrategia vieron cómo los valores ligados a la tecnología se desplomaban y los fondos de Paramés recuperaron con creces lo que habían perdido.

La urgencia y la paciencia sólo riman. Pero se llevan mal. Y a la hora de invertir, muy mal.


Vicente Varó es director de contenidos y márketing de Finect.