Trabajar en el mismo lugar, en el mismo puesto, durante años o décadas, no es solo cosa de aquellos que superaron unas oposiciones para tener un puesto estable. Pese a que la crisis ha elevado los niveles de precariedad en el empleo, lo cierto es que la temporalidad es hoy inferior a la que había antes de la crisis.

Si en 2006 tocaba techo con un 34,1% de los ocupados, en la actualidad se encuentra por debajo del 27%.

Esto es así porque los empleos de duración determinada han sido desde siempre el eslabón más débil de las plantillas, puesto que el coste del despido en estos casos es inferior y es más caro despedir a los trabajadores fijos.

Esto ha hecho que en los años más duros de la crisis, los empleados temporales fueran los primeros en ser despedidos. También ese es el motivo por el que en el inicio de la recuperación, cuando la prosperidad económica aún está en entredicho en muchas empresas, sean los contratos temporales los primeros en repuntar.

Sin embargo, el envejecimiento de las plantillas, por una cuestión puramente demográfica –la misma que presiona al sistema de pensiones—y la menor movilidad laboral en tiempos en que el empleo no sobra, también están detrás de que cada vez más personas atesoren largas carreras profesionales en el mismo puesto.

De acuerdo  con la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al segundo trimestre de 2017,  mientras que en España hay 18,8 millones de ocupados, por debajo de los 20,7 millones que se alcanzaron en el tercer trimestre de 2007, el número de trabajadores que llevan seis años o más en el mismo puesto es ya de 10,6 millones, más de un millón más que en el primer trimestre de 2008 –primer dato disponible—cuando eran 9,4 millones.

La cifra puede parecer paradógica. Si se han perdido millones de empleos por el camino de la crisis ¿por qué hay más gente manteniendo el mismo?

En primer lugar, la cuestión va por barrios. En el caso de la construcción, por ejemplo, la masa de trabajadores con el mismo puesto durante más de seis años ha pasado de 843.500 personas a algo más de 550.000.  Al contrario, en la hostelería han pasado de 463.000 a 588.300 trabajadores, muestra del trasvase que se ha producido del ‘ladrillo’ al turismo como motores económicos.

Por su parte, el director de previsión y coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas), Raymond Torres, explica que el incremento de estos ‘funcionarios’ de la empresa privada se ha debido en los años de la crisis al “miedo a cambiar de trabajo”.

“En  tiempos normales, en torno a un 15% a 20% de trabajadores cambian de empleo cada año, mientras esa rotación de asalariados con empleos estables se redujo por la crisis”, asegura el experto, que añade que “las empresas ajustaron las plantillas mediante la no renovación de contratos temporales”. “El empleo temporal es, en efecto, la mayor variable de ajuste del mercado de trabajador español. Esto facilitó la retención de la plantilla que ya gozaba de contratos fijos”, apostilla.

Otras posibles explicaciones

Con todo, los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) ofrecen otras respuestas. Demuestran que el número de ocupados en busca de un empleo mejor se ha mantenido estable durante los últimos años, pese a la caída de la afiliación a la Seguridad Social. Otra cosa diferente es que hayan logrado dar un cambio satisfactorio cuando ha escaseado el empleo y cuando han proliferado puestos de trabajo peor remunerados o a jornada parcial.

En primer lugar,  hasta 1,6 millones de trabajadores están empleados a tiempo parcial a falta de un empleo de más horas. Al inicio de la crisis estos no llegaban al millón de personas. En paralelo, hasta 1,2 millones de trabajadores buscaban otro empleo en el segundo trimestre de este año, frente al algo más de un millón en 2007. De estas personas, aproximadamente la mitad decían buscar un empleo a tiempo completo.

Lo que ocurre es que el empleo a media jornada se ha incrementado un 18% desde el primer trimestre de 2008, hasta los casi tres millones de ocupados, mientras que el empleo a tiempo completo, aunque aún es mayoritario, con casi 16.000 millones de personas, se ha reducido un 12,3% en el mismo periodo.

Además, los salarios no han sido un gran elemento motivador en estos años. Por un lado, aquellos que han mantenido su puesto de trabajo durante la crisis han sufrido con carácter general los efectos de la moderación salarial, que solo en los últimos dos años se ha venido disipando. En estas condiciones, las contraofertas o las ofertas difícilmente han sido tan generosas como en el pasado.

En este contexto, se ha incrementado el número de personas que, teniendo un empleo, tiene otro secundario. Ya son casi medio millón de trabajadores en esta situación, muy por encima de los 161.300 del primer trimestre de 2008. No obstante, este incremento se observa sobre todo entre los trabajadores por cuenta propia.