La inflación ha conseguido relajarse hasta el 1,9% este mes de junio. Después de meses en los que la cesta de la compra ha superado sus propios récords, llegando a encarecerse hasta un 11% -siempre en comparación con el mismo mes del año anterior-, ahora la tasa del índice de precios al consumo (IPC) ha llegado a los niveles que el Banco Central Europeo considera aceptables. Han tenido que pasar casi dos años desde que comenzara la crisis, pero ya parece controlada. O no.

Porque el dato que distorsiona esta buena noticia es que los alimentos siguen incrementándose un 10%, pero además encontramos subidas muy superiores en productos básicos. El azúcar es hoy un 45% más cara que hace un año; el aceite, nada menos que un 30%, y de forma similar sucede con las patatas (28%), mientras que el arroz, la leche y la mantequilla han aumentado un 20%. Y la previsión de los analistas apunta a que no será hasta 2024 cuando empezaremos a ver bajar las cifras de las etiquetas del súper, como recogen informes de Funcas y de Arcano Partners.

Entonces, ¿por qué se están incrementando tantísimo de precio algunos de los alimentos más básicos? ¿A qué se debe que no se vean contagiados de la caída general del IPC, si los precios de la energía y de las materias primas están cayendo? Y, sobre todo, ¿cuándo va a frenar esta sangría?

La tormenta perfecta del azúcar y el aceite

"Influyen muchas cosas específicas de muchos productos", explica María Jesús Fernández, economista sénior en el Área de Coyuntura económica de Funcas. "El aceite no parece que haya tocado suelo, por la sequía. Algunas carnes están viéndose afectadas por problemas sanitarios y epidemias, y la producción de leche o huevos baja bastante por culpa de las altas temperaturas, algo que ya sucedió el año pasado".

Es decir, que los motivos concretos de la imparable subida de sobre todo el azúcar y el aceite, pero también del resto de la lista de los que continúan encareciéndose por encima del 20%, los encontramos en las circunstancias concretas de la producción de los mismos. Aquí hay que diferenciar entre los que ya han tocado techo, como la leche, el yogur o la mantequilla, que están empezando a relajar sus subidas, y los que siguen en la carrera al alza. En ese segundo grupo están la carne de ave y la de cerdo, que siguen encareciéndose de forma considerable en comparación con los meses anteriores.

El yogur en enero subía casi un 30% de precio y ahora en junio lo hace un 10%; la mantequilla marcó en enero un encarecimiento del 38% y ahora es del 20%, y la leche ha pasado de aumentar un 33% de precio a un 20%, según los últimos datos disponibles. En cambio, otros productos ahora están subiendo más que a principios de año, como la carne de cerdo (14% en enero y 16% ahora) y el aceite (30% frente al 31% actual). Contrasta con lo sucedido con los aceites que no son de oliva, que este mes son un 34% más baratos que el año pasado, y eso que en enero subían más que el de oliva (+32%).

"Me preocupa el funcionamiento del mercado [del aceite]. Mi impresión es que vamos a estar con una cosecha superior a la de este año pero inferior de los periodos anteriores. Tenemos que asegurar que el abastecimiento en España del aceite de oliva se haga aprecios razonables par que continúe siendo un producto utilizable por la mayoría de los españoles y que mantengamos también los mercados de exportación internacionales", advirtió esta semana el ministro de Agricultura, Luis Planas.

En el caso del azúcar, la menor oferta, por la disminución de las cosechas y por la limitación de las exportaciones de algunos productores a nivel mundial, ha encarecido el producto, que en España sobre todo se importa de Francia, Alemania y Polonia. Solo el 30% de la que se consume en el país se produce aquí. Y a lo largo de los últimos años se ha reducido la superficie cultivada porque los precios no interesaban a los productores.

De su lado, la leche se ha visto afectada por las huelgas de productores por el escaso o ningún beneficio que reportaban sus explotaciones, algo que también está relacionado con el aumento del precio del pienso -que se ha duplicado en un año- y con los costes energéticos, como ya explicó este periódico. Como se aprecia en el anterior gráfico de precios industriales, en el caso de algunos alimentos estos han seguido encadenando subidas, lo que hace pensar que en la cesta de la compra continuaremos apreciando subidas de precios, puesto que el coste de su fabricación no se ha relajado.

"La escasez de oferta no se ha transmitido aún a la subida de los precios del coste final", argumenta Fernández sobre lo que está sucediendo con el caso de muchos alimentos, algo que también explica que haya productos que no se han normalizado. Es el caso de los piensos para alimentar a los animales, que influyen en el precio de la carne, y de los fertilizantes, que más que duplicaron su precio por la guerra de Ucrania, lo que repercute en un sinfín de productos. La economista también cita el incremento del salario mínimo como un factor que puede haber influido al alza.

"A los súpers no les han bajado aún los precios y aún no habían repercutido el incremento de los costes en su totalidad", recuerda. En ese sentido, cree que todavía tardaremos en ver una normalización de los precios que ahora están más altos, y advierte de que en muchos casos seguirán elevados, puesto que los costes no van a volver a los niveles anteriores a esta crisis. De la misma manera opina el economista Gonzalo Bernardos, que por otro lado apunta a un posible aprovechamiento de los supermercados con los productos que no están sufriendo dificultades ligadas a la oferta ni a otro tipo de factores.

Bernardos asume que han subido costes externos como la energía, los salarios y las materias primas, pero también recuerda que dos de estos tres elementos ya han vuelto a los precios que tenían antes de la crisis. "Si miro el IPC sin los alimentos, los precios caen un 0,9%. Los únicos que están generando inflación son los alimentos, por eso hay que ver quién se lo está quedando. Aquí el Gobierno tendría que facilitar la trazabilidad de los costes, porque no sabemos si están ganando márgenes los ganadores, los transportistas o la industria. Tenemos derecho a saberlo", argumenta.

Por el momento, lo único que recoge el Observatorio de Márgenes Empresariales del Gobierno, que se presentó en junio, es que el encarecimiento de los costes durante 2021 y 2022 tuvo un impacto muy negativo en las cuentas de las empresas del sector alimentario, que habrían perdido alrededor de un 25% de sus márgenes. Pero esos mismos números, que facilita el Banco de España y la Agencia Tributaria, apuntan a que estos ya habrían recuperado los niveles previos a esta situación. Con lo que finalmente serían los consumidores los únicos que estarían sacrificando su economía e ingresos para pagar por unos productos cada día más caros, porque sus salarios apenas suben mientras que los precios hacen de forma desbocada.