Las familias españolas tendrán que enfrentarse este año a una cuesta de septiembre de menor pendiente que la del año pasado, pero con la cima todavía más alta. Los precios han relajado su subida incontrolada, pero los nuevos incrementos llueven sobre el chaparrón de 2022, que registró el mayor encarecimiento de la compra que ha visto el país desde 1986 (de un 8,4%). Y mientras los costes aumentan de forma imparable, los salarios de miles de trabajadores permanecen congelados.

Después de un verano en el que quienes se han podido permitir unas vacaciones han pagado lo nunca visto por alojarse, por adquirir billetes de avión, llenar el depósito de gasolina y visitar restaurantes, los bolsillos llegan a septiembre con complicaciones y deudas pendientes. Una vuelta al cole que será complicada para todos aquellos con hijos en edad escolar. Pero no todos los bienes y servicios han subido de precio: aún quedan productos a los que agarrarse.

Alto coste energético

El precio de la energía parecía que daba un respiro a los bolsillos de los españoles durante el primer tramo de 2023. Pero desde que se inició el verano tanto la gasolina como el precio de la electricidad han entrado en una espiral alcista que ha tocado techo esta misma semana, llegando a picos no vistos desde los inicios de la guerra en Ucrania.

Es el caso de los carburantes. El precio medio de los combustibles lleva ya siete semanas consecutivas al alza. En concreto, el litro de gasolina ha superado la barrera de los 1,7 euros, mientras que el diésel ha sobrepasado los 1,6 euros.

Durante esta última semana, el precio de la gasolina se ha incrementado un 1% con respecto a hace siete días, para situarse en los 1,709 euros por litro, su valor máximo en lo que va de 2023 y el más alto desde finales de noviembre. Cabe destacar que los españoles no pagaron entonces esa cifra puesto que entonces estaba vigente la subvención de 20 céntimos por litro implantada por el Gobierno para aliviar el impacto de la crisis por la guerra en Ucrania.

Por tanto, habría que remontarse hasta inicios de agosto del pasado año para encontrar un precio más alto en el combustible que el que los españoles están soportando. Las previsiones, tal y como contó este periódico, apuntan que el precio de los carburantes seguirá en tensión hasta finales de año debido a las políticas restrictivas de extracción de petróleo por parte de la OPEP. Además, la mayor demanda de crudo por parte de China, que intenta salir de su letargo tras el covid, podría aumentar su precio.

En el caso de la electricidad hay que mirar al cielo. El extremo calor que ha azotado España durante todo este tiempo ha empujado al megavatio a romper barreras que no se veían desde marzo. La falta de viento con la que generar energía eólica, el calor que resta rendimiento a la fotovoltaica y una mayor demanda de electricidad en los hogares para refrescar las habitaciones ha sido el cóctel perfecto para elevar el precio de la factura eléctrica.

El precio del megavatio a la hora llegó a sobrepasar los 134 euros, unas cifras que no se veían desde marzo de este mismo año. Además, ha coincidido con un incremento sustancial del gas durante estas últimas semanas debido a la falta de gas natural licuado en gran parte de Europa por la amenaza de huelga en la mayor empresa extractora de esta materia prima por parte de los trabajadores, situación que quedó solventada tras un acuerdo entre las partes implicadas.

Los alimentos se resisten a bajar

Más allá de la energía, a los españoles debería preocuparles el ticket del supermercado. Tras experimentar incrementos de precios nunca vistos desde que existen registros a principios de este año, los alimentos han continuado subiendo este julio muy por encima del IPC, a un ritmo del 10,8% interanual (la inflación media fue del 2,3%). Y eso que continúa en vigor la supresión del IVA de los productos más básicos como el pan, la harina, la leche, quesos, huevos, frutas, verduras, hortalizas, legumbres y cereales, y la rebaja del mismo impuesto (del 10% al 5%) para aceites y pastas.

Durante lo que queda de año, se espera que el índice de precios al consumo continúe marcando cifras más bajas que las registradas a principios de año. Si se cumplen las previsiones, seguirá alrededor del 2 o del 3%, para bajar al 1% algunos meses, de manera que la media anual se sitúe en torno al 3,2%, como estima que lo hará el Banco de España. Pero la duda es qué sucederá con la alimentación, en un momento en el que son factores muy concretos los que están encareciendo la cesta de la compra.

Este verano, el azúcar ha subido un 45% frente al precio que tenía el anterior, el aceite de oliva y las patatas han crecido un 30%, y el arroz, la leche y la mantequilla se han encarecido un 20%. Exceptuando las patatas, este año todos los productos mencionados han registrado los incrementos de precios más elevados de toda su historia, o al menos desde que el INE tiene registros comparables.

La explicación tiene que ver con las circunstancias concretas que ha afrontado cada uno de esos productos. El aceite se ha enfrentado a la sequía, por lo que los economistas esperan que aún continúe subiendo. La producción de leche y los huevos ha bajado por las fuertes temperaturas; la de azúcar ha disminuido por las menores cosechas y porque algunos productores han limitado sus exportaciones -España solo produce el 30% del azúcar que consume- y los piensos de los animales y los fertilizantes, que han duplicado su precio por la guerra de Ucrania, también están influyendo en la carne y otro sinfín de productos.

La vuelta al cole será 100 euros más cara

Quienes tengan hijos en edad escolar deberán afrontar también el encarecimiento de los materiales. El año pasado el papel experimentó subidas de precio (de nuevo) nunca vistas (+30% en noviembre) y este ejercicio, aunque viene relajando su escalada, está marcando subidas de precio muy por encima de la media: de en torno al 20% durante toda la primera mitad del año.

Según cálculos de la app financiera Plazo, el gasto medio de la vuelta al cole será de 800 euros por niño, unos 100 euros más que en 2022. El estudio que Plazo ha elaborado recoge no solo el gasto en libros sino también el de ropa y material escolar, y constata que un 62% de las familias han tenido dificultades para llegar a fin de mes ya en agosto.

¿Qué baja de precio?

Con todo, hay algunos productos y servicios que sí han caído considerablemente con respecto al precio que presentaban hace un año, y otros en los que se aprecia cierta caída frente al de los últimos meses. En el primer grupo está la luz (-42%), el gas natural (-15%) y la gasolina y el diésel (-34%), los aceites que no son de oliva (-38%). En el segundo, con respecto mes pasado, se han abaratado los cereales de desayuno y las pizzas y quiches (-2%), los aceites que no son de oliva (-5%), las legumbres y hortalizas -4%), la ropa y el calzado (alrededor de un 10%) y los ordenadores (4%).

Otro consuelo para parte de los españoles tiene que ver con la congelación de los alquileres que está en vigor desde el inicio de la guerra de Ucrania. Los alquileres han marcado en julio un nuevo máximo histórico, con un promedio de 952 euros por piso al mes, pero ese incremento solo debería aplicar a las viviendas que se alquilen por primera vez y no a aquellos contratos que se renueven, que como máximo podrán encarecerse un 2% hasta diciembre.

En cambio, la última subida del euríbor (ha terminado julio en el 4,149% de media mensual) supone que las hipotecas que se revisen este agosto se encarecerán un 38%, unos 231 euros al mes. La barrera del 4% no se superaba desde 2008. La previsión de los economistas es que baje ligeramente en lo que queda de año, para terminar el ejercicio en el 3,86% y 2024 en el 2,8%, aún muy por encima de niveles normales.