Un paisaje de viñedos infinitos. La mirada se confunde con unas hileras de viña interminables que, a simple vista, parecen la misma. Este idílico horizonte francés se enturbia con la pesadumbre de la humedad que empapa desde el Golfo de Vizcaya y con el asfixiante esfuerzo prolongado que eterniza el paso de los segundos bajo el sol de la Aquitania.

"Hasta que no trabajas en el campo no sabes lo que es. El cuerpo necesita vivirlo unos días para acostumbrarse a esa dureza", explica en conversación con El Independiente Alexandro, un joven de 28 años de San Martín de Trevejo (Cáceres) desplazado un mes a Saint-Seurin-de-Cadourne (Francia) para la vendimia.

Es la segunda vez que Alex toma el camino de 900 kilómetros que va desde su pueblo en la Sierra de Gata hasta la localidad situada al norte de Burdeos. La primera fue en mayo. "Empezábamos a trabajar a las 8.00 horas y acabámos a las 18.00 horas, con una hora para comer en medio, de 12.30 a 13.30. En esta campaña tenemos el mismo tiempo para comer pero estamos de 8.00 horas a 20.00 horas y algunos días un poco más. Eso sí, a partir de las 18.00 nos lo pagan como horas extras", indica Alex.

Después de graduarse en Educación Primaria, Alex se ha hecho temporero para costear sus gastos mientras oposita para ser bombero. "Necesitaba dinero rápido y en cantidad para seguir con mis estudios. Irme a la vendimia a Francia era la mejor opción. Hay chavales de mi pueblo que tienen 27 años y este es su octavo año en campaña, son de los veteranos. De 15 temporeros, cinco somos de San Martín de Trevejo", comenta el joven cacereño.

Cifras de la vendimia en Francia

Lanzarse a la aventura del extranjero no es algo extraño en la Sierra de Gata. La búsqueda de trabajo en Francia, Alemania o Suiza fue recurrente entre los abuelos de los ahora jóvenes de la zona. "No tengo pensado volver a no ser que me haga mucha falta el dinero. Mi plan es centrarme 100% en la oposición ahora que ya tendré un colchón con lo ganado en la vendimia", comenta Alex, que añade que los temporeros son españoles o portugueses; "franceses solo hay en las bodegas"; y que el perfil está cambiando. "Antes había mucha gente de la que llevaba viniendo a la vendimia toda la vida. Personas que tienen la idea de trabajar y trabajar por lo que pueda pasar. Los jóvenes que estamos nos lo tomamos como algo ocasional".

Viñedo de las bodegas Château Coufran, en Saint-Seurin-de-Cadourne (Francia)

Según ANEFA (Asociación Nacional por el Empleo y la Formación en Agricultura), las labores de la vendimia representan en torno a un 45% del empleo de temporero en Francia, con 360.000 contratos firmados al año.

Alex desglosa a este diario cuál es su calendario de trabajo en la vendimia y a qué precio lo hace: "Trabajamos de lunes a sábado, aunque ahora en estas tres semanas de vendimia el domingo se puede incluir. Las horas normales las cobramos a casi 10 euros, los sábados a casi 15 euros y los domingos todavía un poco más. No tenemos un sueldo fijo, a final de mes se suman las horas y se echa la cuenta".

Condiciones para temporeros en Francia

De su salario, los temporeros han de descontar 450 euros de alojamiento y comidas. "Al final se te quedan limpios más de 2.000 euros. Por ejemplo, esta vez estamos haciendo más horas en fin de semana y también más horas extras, así que rondará los 3.000 euros el mes", asegura Alex.

Las distancias en Saint-Seurin-de-Cadourne -unos 700 habitantes- son asequibles a pie, por lo que los temporeros caminan para ir a trabajar. "Tenemos la casa al lado de la bodega y un cocinero que nos hace toda la comida. Son dos casas, una frente a la otra, en las que estamos los 15 temporeros. Las habitaciones son para dos o tres personas y son bastante amplias. Es cómodo".

El temporero español destaca que, tanto él como sus compañeros, dedican los ratos libres a descansar, aunque algunos sábados van a la discoteca del pueblo y prácticamente todos los domingos libres, sobre todo en verano, a la playa. Son esas pequeñas huidas de la rutina en las que los temporeros españoles notan la diferencia respecto al local. "Los jefes nos tratan bien, es fuera del trabajo donde a veces notamos cosas raras. No quiero generalizar porque no todos los franceses son así, pero cuando estamos por ahí y la gente ve que somos españoles que venimos de la viña no nos mira bien. Se nota que no les hace gracia", concluye Alex.