El vino biodinámico es un vino diferente. La clave, su método: el agricultor devuelve a la tierra más de lo que le quita sin emplear procesos industriales y con prácticas orgánicas. Nada de fertilizantes ni pesticidas, "solo" estimular la relación entre el suelo y las raíces, entre el cosmos y las hojas de vid.

La observación del terreno y la interacción con el mismo para llevar el campo al viñedo y darle mayor vida se antoja fundametal. Todo ello con un pilar astrológico y místico, cementado de un compendio de energías para conversar con la naturaleza, abrazarla e incluso masticarla.

"Hay que comer la tierra, como cuando éramos bebés. Si disuelves la tierra en la boca al principio es desagradable por la arena, pero al final, si es una tierra viva queda un aroma agradable; en cambio, si la tierra es compacta, notas la diferencia", explica Federico Schatz, propietario de Bodegas Schatz, en 'Sintiendo Paisajes', un encuentro que ha reunido en la finca de Bodegas Cruz de Alba, en plena Ribera del Duero, a un grupo escogido entre los máximos expertos en agricultura biodinámica para compartir y contrastar sus experiencias e ideas sobre la práctica.

Agricultura biodinámica

La mesa redonda organizada por Cruz de Alba, la bodega más pequeña del grupo vitivinícola Zamora Company, que engloba marcas como Ramón Bilbao y Mar de Frades, ha puesto el foco sobre "la visión útil y lo más precisa posible del aquí y ahora de la agricultura biodinámica".

Uno de los ejes del debate ha sido la dimensión económica y social de la viticultura biodinámica, tema que toma mayor vuelo en un contexto donde la sostenibilidad y el cambio climático ganan relevancia con el paso de los días.

La obtención de Demeter, una marca de certificación para los productos agrícolas o ganaderos producidos bajo la biodinámica, genera opiniones entre los productores, ya que para ellos su labor va mucho más allá del sello: "El vino tiene que estar bueno, y si además, es ecológico y biodinámico, pues fantástico para el que se lo bebe", comenta Pilar Higuero, viticultora, enóloga y propietaria de Lagar de Sabariz, que defiende la certificación porque "la gente tiene derecho a saber qué toma".

Para la comercialización internacional del vino biodinámico Demeter juega un papel trascendental, indican en conversación El Independiente los productores, que subrayan su sentir: "No hay que buscar el elitismo, sino mostrar la personalidad de lo que hacemos. Son vinos rentables, sanos y asequibles", añade Sergio Ávila, director y enólogo de Bodegas Cruz de Alba.

Los expertos presentes en 'Sintiendo Paisajes' consideran que la percepción sobre viticultura biodinámica "ha cambiado mucho" en los últimos años. "Ya no somos cuatro hippis y frikis que vamos en chanclas", señala Schatz, que apunta que "hay bodegas importantes" interesadas en esta forma de hacer vino.

La esencia en la viticultura biodinámica

Roger Rovira, de Recaredo (Penedès), Carmen López Delgado, de Uva de vida (Toledo), Pilar Salillas, de Lagravera (Lérida) y Rafa López, de Sexto Elemento (Valencia) han profundizado también sobre la relación con el entorno, el desafío climático, los beneficios de la biodinámica y la percepción que tiene el mercado de los vinos biodinámicos.

Carmen López Delgado, sin un pasado familiar vitinivinícola, comenzó a cultivar viña biodinámica en busca de vinos puros y sin añadido químicos en 2012. Su caso evidencia dos partes fundamentales de 'Sintiendo Paisajes': Su camino en la biodinámica comenzó tras una enfermedad y ahora su sueño es "vivir del campo"; aunque no a cualquier precio, "no podemos estar en manos de un intermediario al que lo que más le interesa son los márgenes comerciales y por eso hay que reivindicar nuestra labor agrícola en el suelo y en el ecosistema con el Demeter".

Viñedo de Cruz de Alba, en la Ribera del Duero

Rafa López, de Sexto Elemento (Valencia), ingeniero agrónomo y enólogo, proviene de una familia de viticultores que dejó de elaborar su propio vino con la tecnificación del campo a mediados del siglo XX. Rafa coloca en una posición privilegiada la vida en torno a su viña: "Hay que entender el suelo para saber qué come la planta. Cuanto más rico es el suelo de microorganismos mejores vinos, equilibrios y acideces. En definitiva, vinos más espectaculares que transmiten a la perfección la esencia del lugar".

Pilar Salillas, directora general y enóloga de Lagravera, ahonda en que "la agricultura es la mejor enseñanza de la vida y nos obliga a una adaptación constante". La directora de Lagravera alude a la necesidad de emplear aplicaciones para salvar las viña porque "ningún año es igual y siempre hay situaciones nuevas", pero tal y como dicta la biodinámica, "no hay que recurrir a productos químicos. Solo entender y adaptarse".

El representante de Recadero, Roger Rovira, la dificultad de trasladar la labor biodinámica a un certificado: "Mucha parte de la biodinámica es un intangible, sobre todo lo que no vemos ¿Cómo vas a certificar una forma de entender la vida y tu relación con el cultivo? Lo mejor es que la gente venga a la bodega y lo sienta". "Que pruebe el vino", subraya Schatz, que concluye: "El manejo es lo más importante en la viña. El vino no se hace en la bodega, hay que estar en el campo".

En España, la viticultura biodinámica supone el 20% del total de los cultivos biodinámicos, con 2.500 hectáreas y 61 operadores. Esta extensión supone alrededor del 10% del total mundial, según datos de Demeter.