La decisión de la Comisión Europea sobre la renovación o no del glifosato, el herbicida más utilizado en el mundo y en Europa, es inminente. Actualmente, el glifosato está aprobado en la Uión Europea hasta el 15 de diciembre de 2023 después. Pese a que caducidad asoma a un mes, la Comisión todavía tendrá que someter a votación este jueves 16 de noviembre si prorrogar la extensión por 10 años o bien prohibir el empleo de esta sustancia activa para controlar las malas hierbas.

La ausencia de la mayoría necesaria para aprobar o rechazar previamente la propuesta de la Comisión Europea ha llevado al glifosato al último escenario: en caso de que no alcance el apoyo o negativa suficiente para su resolución será la Comisión la que tendrá que decidir si prolonga la legalidad del herbicida y por cuanto tiempo lo hace.

Desde la Alianza por una Agricultura Sostenible (ALAS), integrada por las organizaciones de agricultores ASAJA, COAG y UPA, Cooperativas Agro-alimentarias de España, la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas vivas (FEPEX) y la Asociación Española Agricultura de Conservación Suelos Vivos, AEAC.SV, argumentan que la utilización del glifosato es vital en un contexto de inflación como el actual, ya que "contribuye a la productividad agrícola y permite llevar a los hogares productos seguros y sostenibles sin encarecer innecesariamente el coste de producción". 

El debate del glifosato

El glifosato se aplican generalmente antes de sembrar los cultivos para controlar las malezas y así facilitar un mejor crecimiento de los cultivos al eliminar las plantas competidoras. Según apunta la Comisión "esto elimina o minimiza la necesidad de utilizar máquinas de arado, reduciendo así la erosión del suelo y las emisiones de carbono".

El glifosato ha sido evaluado exhaustivamente por los Estados miembros, la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en los últimos años.

"El debate y la práctica científica sobre los impactos del glifosato han mostrado claras debilidades y fallos. Ha habido prácticas muy perniciosas, como estudios publicados con financiación de las empresas agroquímicas y mucha ambigüedad en general", apunta Lucía Argüelles, investigadora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), del Laboratorio de Transformación Urbana y Cambio Global (TURBA Lab) en el Internet Interdisciplinary Institute (IN3).

Según Argüelles, experta en sistemas agroalimentarios, las instituciones que regulan el glifosato "parecen embrujadas por este enredo, lo asumen como válido, aunque es bastante lógico pensar que tirar toneladas de un químico sobre los campos donde cultivamos nuestra comida para matar plantas tiene un impacto".

Dos de las principales economías europeas, Francia y Alemania, se abstuvieron en la última votación, "su posición es muy cómoda porque dicen, 'yo no voto nada y que sea Bruselas la que toma la decisión', de esta manera ellos no tienen ninguna consecuencia a nivel nacional", indican desde la oficina de ASAJA en Bruselas.

Una de las hipótesis que barajan desde una de las partes interesadas presentes en Bruselas es que la Comisión Europea "para contentar a aquellos estados miembros que hasta ahora se han abstenido" ofrezca el jueves 16 una propuesta de renovación por 8 años. "Hay que esperar a ver la propuesta porque es muy posible que en aras de buscar una aceptación mayor adapten el planteamiento. Otra opción es que la Comisión entienda que como tanto la ECHA como la EFSA respaldan la medida no hay porque cambiar ningún parámetro. Lo importante es que se va a aprobar la renovación, sea por 15 o 10 años y con o sin el apoyo de los socios".

En caso de que los Veintisiete no logren un acuerdo sobre la sustancia de la discordia, será la propia Comisión Europea la que decida la extensión, muy probablemente el mismo jueves. "A la Comisión le gustaría ver que los estados miembros no se acobardan y que se posicionan, pero los países que se abstienen lo hacen porque consideran que es un tema delicado y tienen miedo de que a nivel nacional eso conlleve un desgaste político", aseguran en la oficina de ASAJA en Bruselas.

La EFSA ha determinado tras rigurosos estudios científicos que el glifosato es seguro para los usos a los que está destinado. "El criterio científico es la mejor y única garantía para el desarrollo de una producción agroalimentaria sostenible y segura", reivindican en ASAJA, que a su vez razonan que el glifosato contribuye a los objetivos de sostenibilidad de la UE en términos de lucha contra el cambio climático al permitir que los agricultores adopten prácticas de agricultura regenerativa, como la agricultura de conservación, que captura carbono en el suelo, fomenta la preservación y mejora de la biodiversidad en los ecosistemas agrícolas y mejora la calidad del agua.