Los datos de paro y afiliación de noviembre mostraron este lunes un mercado laboral que continúa resistiendo pese al complicado contexto. Las subidas de tipos de interés, la recesión de la eurozona y la inflación, todavía alta, se van notando en un empleo que hasta ahora parecía seguir adelante sin dejarse acobardar por las inclemencias. Con todo, España creó 10.300 puestos de trabajo en términos desestacionalizados, un dato bastante por debajo del de otros noviembres, pero positivo y superior a la cifra de este octubre.

De su lado, los parados han caído en 24.573 personas, hasta alcanzar los 2,7 millones en total. Es su menor nivel registrado en este mes desde 2007, y además se trata de una sorpresa, puesto que en noviembre el paro suele subir. La misma estadística, la del Ministerio de Trabajo -diferente de la del Ministerio de Seguridad Social-, recoge que a lo largo del mes se han firmado 562.466 contratos nuevos a finales de dicho periodo.

Un 7% menos que hace un año

En esta ocasión, son fijos discontinuos el 35% de los contratos firmados, una cifra que está muy por debajo del 60% que se llegó a marcar hace unos meses, y también de la de los meses y años anteriores. En total, este noviembre se han firmado 196.274 nuevos contratos fijos discontinuos, un 7% menos que hace un mes y también un 7% menos que hace un año. En cambio, indefinidos a tiempo completo se han firmado 233.918, e indefinidos a tiempo parcial, 132.274. Los temporales que se han firmado han sido 800.000.

Cabe recordar que el fijo discontinuo es un tipo de contrato indefinido que ya existía, pero que la última reforma laboral -aprobada en diciembre de 2021- potenció al eliminar los contratos por obra y servicio. Además, es una modalidad contractual que ha estado rodeada de polémica, en parte por las acusaciones infundadas de disimular las cifras de paro -los fijos discontinuos no cuentan como parados aunque estén inactivos, porque son trabajadores que tienen un contrato de trabajo-, pero también porque multitud de empresas podrían estar recurriendo a ellos en términos fraudulentos.

En esta ocasión, la caída en la proporción de nuevos contratos tiene que ver con el boom que experimentaron el año pasado los fijos discontinuos, sobre todo porque en gran parte sustituyeron a los extintos contratos temporales de obra y servicio. Pero también ha tenido un papel fundamental la labor de la Inspección de Trabajo, que viene regularizando miles de contratos fijos discontinuos fraudulentos. Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta el frenazo general del empleo, puesto que este noviembre se han creado un 16% de menos contratos que en noviembre de 2022.

El problema de los fijos discontinuos

Los contratos fijos discontinuos son, sobre el papel, contratos indefinidos, y el propio Banco de España ha constatado la repercusión que tiene en las vidas de las personas pasar de temporales a fijas. Según el supervisor y su informe El aumento de los contratos indefinidos y su posible impacto en el gasto, las personas que tienen un contrato indefinido gastan un 20% más durante los dos trimestres siguientes a la contratación. Los que cuentan con contratos temporales, al ser conscientes de la probabilidad de pasar al desempleo, cuentan con una mayor percepción de la inestabilidad laboral y por tanto desarrollan diferentes patrones de gasto.

En cambio, los contratos fijos, incluso los discontinuos -aunque conlleven periodos de inactividad, en los que no se trabaja y por tanto no se cobra, salvo que el trabajador tenga derecho a una prestación por desempleo-, aumentan la seguridad del trabajador, que puede confiar en que la empresa tiene la obligación de volverlo a llamar una vez retome su actividad, o cuando termine la temporada baja.

Pese a todo, instituciones como Fedea vienen insistiendo en que el Gobierno debería entrar a regular el uso de los fijos discontinuos, de manera que no se replique el comportamiento de los antiguos contratos temporales, y que no se incurra en fraude de ley. A día de hoy, advierten, existe el riesgo de sufrir frecuentes y posiblemente largos periodos involuntarios de inactividad, y se distorsiona los incentivos de las empresas al hacer que el pase a la inactividad carezca de cualquier coste para ellas. De este modo, los contratos fijos discontinuos continúan siendo un gran foco de inestabilidad en el empleo, las bajas son altas y frecuentes, y en este marco proponen restringir su uso por parte de contratas y subcontratas, así como introducir en ellos niveles mínimos garantizados de renta o días de trabajo, lo que mitigaría los problemas que esto supone.