La economía española se está ralentizando. Este tercer y cuarto trimestre va a crecer menos que en periodos anteriores, y el próximo año y el siguiente avanzará menos de lo inicialmente previsto. Con todo, son buenas noticias, porque son mejores que las esperadas para el entorno, y porque aún así el país mantendrá su actividad. Según las últimas previsiones del Banco de España, publicado este martes, el PIB crecerá un 1,6% en 2024, dos décimas menos de lo que estimaba hace tres meses, y un 1,9% en 2025. Este año, España avanzará un 2,4%, una décima más que en las últimas previsiones, pero no por una mejora de la economía sino por las revisiones estadísticas del INE.

El conjunto de datos arroja una noticia especialmente positiva: que la inflación el próximo año será un punto menor de lo que se esperaba, del 3,3% -frente al 3,4% medio que se espera para este año-, y que el siguiente los precios crecerán un 2%. La caída en la previsión del IPC tiene que ver con que el Gobierno ahora espera prorrogar algunas de las medidas de ayuda que en un primer momento preveía retirar, y que inevitablemente provocarían un repunte de los precios. Ahora, el supervisor espera que la subvención al transporte público se mantenga durante todo el próximo ejercicio y que la rebaja al IVA de los alimentos se mantenga hasta junio, algo que aún no ha confirmado el Ejecutivo.

En cualquier caso en comparación con otros países europeos España sale ganando en lo relativo a este año y al próximo. "La actividad económica española estaría mostrando una notable resiliencia, especialmente en comparación con la de la UEM en un contexto macrofinanciero complejo [por el endurecimiento de la política monetaria y también por la incertidumbre geopolítica]", asegura el informe del Banco de España, que se esfuerza en remarcar lo significativo de este hito. Además, hay que tener en cuenta que actualmente el país viene creciendo el triple que la media europea.

¿A qué se debe? Sobre todo el consumo de los hogares está ejerciendo de gran salvador de la actividad del país, que además continuará siendo el principal motor a lo largo de los próximos tres años. Los tipos de interés están subiendo, el ahorro desciende, pero los incrementos salariales y las buenas perspectivas a futuro mantienen a los consumidores optimistas. Otro factor que está impulsando el crecimiento es el gasto de los turistas extranjeros -que en términos de contabilidad nacional son exportaciones- y otras exportaciones de servicios. De cara al próximo año, también influirá el mejor contexto internacional, el despliegue de los fondos europeos, el consistente aumento de los salarios, la recuperación de la confianza de hogares y consumidores y el menor impacto de la subida de tipos de interés.

Como siempre, estas previsiones no están exentas de riesgos. Por un lado, no hay que olvidar que España continúa afectada por sus tres principales debilidades habituales: la baja productividad en comparación con la media europea, el elevado nivel de desempleo y el desequilibrio fiscal estructural, es decir, los altos niveles de déficit y de deuda que complicarían la situación en caso de que la Unión Europea se enfrentase a una crisis. Por otro, estas previsiones quedarán en papel mojado si escalan los conflictos de Ucrania y Gaza, si los tipos de interés vuelven a subir de forma inesperada o si la desaceleración de China es mayor de la prevista, entre muchos otros.

La recomendación del Banco de España, en este contexto, es no despistarse y centrarse en acometer reformas que puedan apuntalar el crecimiento futuro. "A pesar de que las perspectivas para la economía española en los próximos años son relativamente favorables, desde un punto de vista más estructural, sigue siendo necesario abordar con ambición algunos de los principales lastres que han venido condicionando la actividad económica española en las últimas décadas. En particular, la baja productividad, la elevada tasa de paro y el considerable desequilibrio fiscal".

Inflación y PIB dependerán de las medidas del Gobierno

El Banco de España da por sentado en sus previsiones que el Gobierno mantendrá la subvención al transporte público durante todo el año que viene y la rebaja del IVA de los alimentos hasta junio, incluido. Pero ¿qué sucederá en caso de que el Ejecutivo tome diferentes decisiones? Cabe recordar que no está claro qué sucederá, porque en diferentes ocasiones los ministros han asegurado que esperarán hasta el final de año para decidir qué medidas prorrogan y cuáles dejarán caer.

Según los cálculos del supervisor, que hace tres meses esperaba una inflación media del 4,3% para 2024 en base a la retirada de todas las medidas y ahora habla de una media del 3,3%, el IPC caerá hasta el 2,3% si se decide extender la rebaja a los impuesto del gas y la electricidad a lo largo de todo el próximo año. Y esos mismos cambios aplicarán también al crecimiento del PIB: si a día de hoy el Banco de España entiende que el PIB avanzará en 2024 un 1,6%, con las medidas prorrogadas mejoraría al 1,8%. Por tanto, la actividad española dependerá en gran medida de las decisiones del Ejecutivo, que previsiblemente también está teniéndolo en cuenta a la hora de retrasar la aprobación de las mismas.