"Todos los que perpetúan los males de la nación son españoles y todos invocan el dulce nombre de la patria". Cuando Amadeo de Saboya renunció al trono en 1873, se despidió con una amarga carta en la que cargaba contra el enemigo en casa, contra esos lobos disfrazados de corderos nacionalistas que le habían impedido curar a España de sus enfermedades: "Todos pelean y se agitan por su bien (...) es imposible hallar el remedio para tamaños males". 

Siglo y medio más tarde, el periodista Carlos Sánchez (Madrid, 1956) coincide con esas palabras del rey y tiene claro que la captura de rentas por parte de unos pocos explica el origen del atraso histórico de España. Capitalismo de amiguetes (HarperCollins) se adentra en la historia del país para desentrañar los males que hoy afronta, alejándose del cortoplacismo y de la estrechez de miras que rigen la política actual. De aquellos barros, estos lodos. Y la conclusión es muy clara: las élites han acaparado el poder y sometido al Estado en pro de sus intereses, y perjudicando al conjunto de la población hasta un punto no visto en ningún otro país de nuestro entorno.

-Me ha sorprendido que menciones nombres concretos. El libro no es solo sobre lobbies, también habla de muchos nepo babies españoles que no solo se han enriquecido gracias a su posición, sino que haciéndolo han perjudicado el bien común.

"No ha habido instrumentos destinados a evitar que esa reproducción de las élites sea casi mecánica"

-Las élites siempre han tenido un carácter muy endogámico en todos los países. Lo que ha sucedido aquí es que un Estado débil ha impedido que haya instrumentos que favorezcan la igualdad de oportunidades. Por ejemplo, la educación: en España no ha habido educación apenas, hasta el año 53 no se puso en marcha una campaña para la alfabetización de los españoles, y eso que en el siglo XIX el 80% de la población era analfabeta, frente al 30% de la europea. Y al mismo tiempo no ha habido instrumentos desde el punto de vista de la calidad institucional para evitar que la reproducción de las élites sea casi mecánica. 

El periodista y director adjunto del diario digital El Confidencial saca el bisturí, abre a España de cuajo y observa cómo unos pocos tomaron el poder hace un siglo y hoy no lo han soltado, aunque en cada etapa lo manejasen de una forma distinta. “Antes del franquismo, las élites eran el poder político. Durante el franquismo, se pegaron al poder político sin hacer política, y estaban ligadas a la obra pública: ahí surgen viejos apellidos como Del Pino y Entrecanales, y nuevos emergentes como Florentino Pérez y Villar Mir. Una comparación: los países productores de petróleo en los años 70 eran los mismos que hicieron la descolonización y los que se liberaron de los países de la metrópoli. Es decir, que la composición del empresariado depende mucho de la realidad económica de cada momento: en la Restauración y dictadura de Primo de Rivera eran rentistas, en la dictadura de Franco estaban muy ligados a la obra pública y al desarrollismo, pero sin meterse en política, y a partir de los años 80 la estructura empresarial ha cambiado bastante”. 

El poder de los ingenieros de caminos

Rafael del Pino, José Entrecanales y Florentino Pérez son los grandes representantes del lobby de los ingenieros de caminos. El primero fundó Ferrovial, pero también era miembro de una familia ilustrada y se casó con la sobrina de Calvo Sotelo, ministro de Hacienda durante la dictadura de Primo de Rivera, lo que lo convirtió cuñado del expresidente del Gobierno Leopoldo Calvo-Sotelo. El segundo, Entrecanales, se casó con la hermana de dos políticos liberales, a su vez sobrinos de un gran jurista fundador de la Institución Libre de Enseñanza. Por su parte, Florentino Pérez fue concejal por UCD en el primer ayuntamiento democrático tras la guerra.

Para Sánchez, son casos que reflejan bien los vasos comunicantes entre la política y el mundo de la construcción, un “auténtico grupo de presión” con una fuerza muy superior a la de otros cuerpos del Estado y que históricamente ha sido el que más presupuesto público ha gestionado. José Echegaray, primer premio Nobel de España y director de Obras Públicas en 1868, advirtió en su primer decreto de que el monopolio del Estado en las obras públicas era un mal y que el Estado constructor era contrario a los sanos principios económicos. “Cuando una persona, sociedad o una empresa se proponga construir cualquier otra de las que se comprenden bajo la denominación de públicas, y no pida al Estado auxilio alguno ni invoque el derecho de expropiación, sea cual fuese la importancia de dicha obra el Estado no debe intervenir en ella”, rezaba la norma.

"Los Entrecanales y los del Pino Calvo-Sotelo aprovecharon el atraso histórico de España para hacer crecer sus negocios hasta límites inimaginables"

"Tanto los Entrecanales como los del Pino Calvo-Sotelo aprovecharon el atraso histórico de España para hacer crecer sus negocios hasta límites inimaginables cuando tanto José como Rafael abandonaron, con dos décadas de diferencia, la Escuela de Caminos", lamenta Sánchez. Termina con una gran guinda para el pastel: el rey Juan Carlos concedió un título nobiliario a Juan Miguel Villar Mir, político y dueño de OHL, adjudicataria del AVE a La Meca. Años después, OHL "acabó siendo la síntesis perfecta de corrupción, tráfico de influencias y política clientelar."

Jordi Pujol, al frente de la burguesía catalana; y el bufete de abogados Garrigues, que canalizó la inversión de las multinacionales americanas en España durante los años 50 y 60, y cuyo fundador fue nombrado primer embajador español en Estados Unidos y después ministro de Justicia, son otros de los conocidísimos nombres que repasa Capitalismo de amiguetes para explicar la historia de la burguesía española. "Al final, las élites empresariales terminaron siendo las mismas que las élites políticas... ese pasado ha impedido tener una cultura empresarial que sí la hay en otros sitios”.

La Iglesia y la composición territorial

Pero, ¿cómo ha influido ese declive institucional en la productividad del país y en el crecimiento económico? El periodista presenta una serie de factores, entre los que se encuentra la falta de políticas redistributivas que combatan la corrupción sistémica, el clientelismo y la picaresca, que han formado un cóctel molotov letal. Por ejemplo, el capital exterior bloqueó el desarrollo industrial del país gracias a que tejió una red clientelar en torno al Estado, asegurándose la explotación de los recursos naturales. Mientras, el analfabetismo y la pobreza se convertían en males endémicos, sobre todo en aquellos lugares que quedaban más aislados, lejos de los centros de poder. "En los años 80, el 30% de la población de Andalucía era analfabeta", recuerda.

La Iglesia católica nunca tuvo entre sus objetivos prioritarios promocionar la lectura"

Y en esa falta de educación de la población jugó un papel fundamental la Iglesia católica, otro de los ingredientes del cóctel, no solo porque ha sido necesaria para perpetuar ciertas relaciones de poder. "Ahí está buena parte de nuestro atraso respecto a los países protestantes. Al contrario de en el mundo protestante, la Iglesia católica, que tenía el monopolio de las lecturas eclesiásticas, nunca tuvo entre sus objetivos prioritarios promocionar la lectura".

Pero no solo la nula fiscalización de la corrupción, la influencia de la iglesia y la política explican el atraso histórico de España. “Otra de las causas objetivas más importantes es su composición territorial. Los lobbies han asaltado el Parlamento para favorecer a determinados territorios, de una manera que no ha pasado en Francia ni en Alemania”, apunta Sánchez. La falta de un partido que los represente ha pasado factura a Andalucía y Extremadura, como también lo ha hecho el estar lejos de los lugares donde se toman las decisiones políticas, que tanto atraen a las empresas, por no hablar de la ya mencionada educación o del proteccionismo arancelario que benefició a Cataluña y el País Vasco.

Sánchez lleva cuatro décadas ahondando en la historia económica de España, primero como periodista en Radio Nacional, El Globo, Informe Semanal y El Mundo, y también del lado institucional, como director de comunicación del Consejo Económico y Social. A su vuelta al periodismo, recaló en Expansión y más tarde en El Confidencial, donde sigue escribiendo sobre el impacto de la economía en la sociedad, como ya vaticinó Ortega y Gasset. "Traigan a los mejores economistas para que sepamos qué hacer, porque eso va a condicionar el desarrollo de España", dijo el filósofo, ensayista y diputado en las Cortes constituyentes de la II República. "No se hizo y este país ha tenido mucho tiempo para arrepentirse y reflexionar sobre las causas de algunos de los males que han transitado de generación en generación".