Si durante el siglo XX, el oro cimentó la base del sistema monetario internacional, en el siglo XXI se ha convertido en el valor refugio para los inversores en tiempos de incertidumbre económica. En 2007, el exvicepresidente del Gobierno y exministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes vendió un tercio (32%) de las reservas de oro totales del Banco de España. Durante este año, el precio del oro cotizó a 655,49 dólares la onza, muy dispar del precio actual. Hace un mes el oro marcaba un nuevo máximo en su cotización, alcanzando los 3.000 dólares.

En un período de estabilidad financiera y crecimiento económico, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero decidió vender 4,3 millones de onzas, por lo que obtuvo un beneficio aproximado de 2.818,6 millones de euros. Sin embargo, esta decisión supuso la reducción de un tercio de las reservas nacionales, de 13,4 a 9,1 millones de onzas. De hecho, si la misma venta se hubiese realizado este miércoles, con el oro a 3.300 dólares, el resultado sería de 12.488 millones de euros (14.190 millones de dólares). Supone una diferencia del 343%, concretamente de 9.669,4 millones de euros más que en la venta de 2007.

El ministro de Economía argumentó en el Senado en 2007 que con esta operación se buscaba "mejorar la rentabilidad de los activos" del Banco de España. Además, señaló que el oro "jugó en el pasado un papel fundamental de reserva que está desapareciendo, ya que no es un activo rentable". Sin embargo, el tiempo no le ha dado la razón.

"Quería reequilibrar la cartera de reservas de España hacia activos que devengan intereses, como los bonos. Por desgracia, el momento no podía haber sido peor", explica a El Independiente Daniel Marburger, director de StoneX Bullion. "Si bien parecía una estrategia sensata en ese momento, ignoraba el probado papel del oro como depósito de valor a largo plazo. Es un ejemplo de libro de texto de pensamiento a corto plazo que pesa más que la planificación estratégica a largo plazo", añade.

No obstante, no solo España tomó esta decisión sino que esta política monetaria fue adoptada por más países. El propio Banco Central Europeo tuvo que fijar topes en las ventas de reservas desde 1999. Al igual que España, Suiza y Reino Unido redujeron sus reservas a la mitad y Francia se desprendió de un 20%. En perspectiva, estas decisiones subestimaron el papel del oro en la seguridad financiera a largo plazo.

Desde entonces, no se han vuelto a realizar ventas significativas de las reservas de oro españolas, mantenemos las 9,1 millones de onzas, lo que a precios de mercado actuales equivale a 30.030 millones de euros. Además, el enfoque del Banco de España se ha vuelto "más prudente y largoplazista", según explica el director de StoneX Bullion. "Parece reconocer ahora el valor estratégico del oro como ancla estabilizadora", abunda. Así, aunque España no ha sido un comprador agresivo como China o Polonia, tampoco ha repetido errores del pasado, en línea con otros países a nivel mundial. En los últimos años, los bancos centrales, especialmente en los mercados emergentes, se han convertido en compradores netos de oro a fin de protegerse contra el riesgo cambiario y la inflación.

En este sentido, 2024 quedó registrado como el año en el que la demanda global de oro alcanzó su nivel más alto en la historia (4.974 toneladas), "impulsado por las fuertes y sostenidas compras de los bancos centrales y el crecimiento de la demanda de inversión", según señala el World Gold Council (Consejo Mundial del Oro) en su informe Tendencias de la demanda del oro en el cuarto trimestre de 2024. Sin embargo, entre los bancos centrales que compran oro no se encuentra el Banco de España.

España se sitúa en el vigésimo puesto de países con mayores reservas de oro del mundo. En concreto, cuenta con 282 toneladas repartidas entre el Banco de España, EEUU, Reino Unido y Suiza. Es una cantidad relativamente baja dada la posición de España en términos de PIB. Incluso se encuentra por debajo de Portugal, que posee 382 toneladas.

Si comparamos la cantidad de reservas que tiene España con la de otros países del entorno europeo, la perspectiva es todavía menos halagüeña. Alemania acumula 3.352 toneladas (representa el segundo país con más reservas) ; le sigue Italia, 2.452 (ocupa el tercer puesto); Francia, 2.436 (4º en el ranking); Suiza, 1040 (7º) y Países Bajos, 612 (10º).

Y dista mucho más del primero del ranking, EE.UU., cuyas reservas representan casi una cuarta parte del total mundial. De hecho, las reservas españolas suponen menos de un 4% del total del gigante norteamericano (8.133 toneladas). Así, esta posición mundial se debe a la venta de los años 2004-2007 en donde se vendieron el 53% de las reservas, lo que suponían 241 toneladas. Aunque también durante la Guerra Civil se vendieron otras 704 toneladas.