Los imanes que decoran la nevera se han transformado en unos de los elementos de adorno casi imprescindibles en muchos hogares. Son recordatorios de viajes, detalles turísticos, simples adornos cotidianos, etc. Sin embargo, durante años se ha ido transmitiendo un mito acerca de la posible conexión entre esas pequeñas piezas decorativas y la cuantía de la factura de la luz. En concreto, se ha dicho que esos imanes podrían incrementar el consumo eléctrico. Y, ahora, gracias a un soporte técnico y a datos contrastados es posible aclarar cuál es realmente la influencia que ejercen los imanes en el rendimiento del frigorífico.

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Imanes decorativos y consumo eléctrico

Durante años hemos mantenido que los imanes tienen efectos en el funcionamiento interno del frigorífico pero no existe ninguna base técnica que respalde esta afirmación. De hecho, los campos de acción que proporcionan esos adornos son muy débiles como para tener repercusiones en ninguna de las partes electrónicas o mecánicas del frigorífico. A diferencia de los dispositivos industriales que incluyen imanes muy potentes, los de los hogares no muestran ninguna variación en su funcionamiento por tener objetos pegados a su superficie, ya que la propia estructura del frigorífico no lo permite.

Los imanes, en efecto, se suelen colocar en la puerta exterior de la nevera, es decir, en un lugar donde no hay ningún contacto entre los mecanismos internos del aparato; esto garantiza que su colocación no afecte al funcionamiento del motor, al sistema de refrigeración ni a ningún otro mecanismo crítico. Por tanto, desde el punto de vista técnico no hay ningún motivo de ningún tipo para pensar que los imanes aumenten el consumo del aparato.

El verdadero potencial de los imanes: estética y no electricidad

Colocar imanes en la nevera es otra tradición extendida que no ha hecho hasta ahora que se emitan informes técnicos relacionados con su uso y un mayor consumo energético. De hecho, millones de personas los colocan a diario sin que haya influido en el rendimiento de los frigoríficos. Su uso persigue más una motivación decorativa que funcional, y no hay razones más poderosas para erradicar esta costumbre.

Clasificación energética, el principal condicionante

A pesar de los imanes, el aspecto que sí afecta directamente al gasto energético de una nevera es su clase energética. Se halla indicada sobre la etiqueta que la acompaña, y va de la A, que es la letra asociada a los modelos más eficientes, hasta la G, que corresponde a los menos eficientes. Comprar un electrodoméstico con mejor calificación energética implica un importante ahorro en el recibo anual.

Reducir el consumo eléctrico

Existen otros aspectos que son determinantes ya que pueden influir en el rendimiento. La localización del frigorífico, el entorno en el que se encuentre o el número de veces que se abra la puerta son un tipo de impacto que lo verás reflejado en tu consumo de energía. Evita tener el frigorífico al lado de fuentes de calor, mantén la puerta cerrada todo el tiempo que puedas mediante el uso responsable del mismo y evita el introducir comida caliente son unas prácticas que ayudan a aumentar la eficiencia de los aparatos eléctricos en general.

Mantenimiento periódico, la clave para ahorrar

Es imprescindible que la nevera cuente con un mantenimiento habitual que va a favorecer el ahorro. En este sentido, resulta fundamental descongelar el congelador de manera habitual, comprobar que las juntas de la puerta cierran adecuadamente o bien ajustar la temperatura interna en función de la estación del año. Estas prácticas tienen una incidencia en el rendimiento energético y han de suponer una diferencia significativa en el recibo de la electricidad mensual.

Por tanto, los imanes en la nevera no son un peligro para el consumo eléctrico. El ahorro se logra aplicando medidas concretas y fiables, no eliminando elementos decorativos inofensivos.

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