La nuclear es una de las energías que aporta más robustez al sistema. Le dota de energía de modo constante y de capacidad para absorber oscilaciones de tensión no deseadas. Objetivos que tras el apagón del 28 de abril se han convertido en una prioridad para red eléctrica. Sin embargo, en los próximos quince días el escenario cambiará de modo significativo. El aporte de las centrales nucleares al ‘mix’ nacional es del 20% pero al menos hasta el próximo 8 de noviembre esta fuente de energía aportará menos al sistema al tener dos de sus siete reactores paralizados. Es el caso de Valdellos II y Almaraz II.

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Ambos reactores se encuentran en fase de recarga por lo que están anulados para la generación eléctrica. Se trata de procesos complejos que se prolongan por algo más de un mes. En las dos próximas semanas, la central extremeña y la catalana coincidirán en el tiempo en sus procesos de recarga. Si bien se trata de procesos programados con mucha antelación, la delicada situación por la que atraviesa la red eléctrica española, el modo reforzado –con más aporta de las energías tradicionales frente a las renovables- desde el apagón del día 28 hace especialmente sensibles estos proceso que inciden en la configuración de la red.  

El reciente episodio de oscilaciones “bruscas” en la red ocurrido a finales de septiembre llevó a Redeia a solicitar a la CNMC un plan de refuerzo con medidas. El organismo regulador autorizó varias de ellas, de modo temporal, pero dejó precisamente una de las más relevantes, el llamado ‘procedimiento 7.4’ por el que solicitaba que las renovables también participaran en el control dinámico, en tiempo real, de la tensión.

El 7% de la generación eléctrica

Desde el apagón en España se ha apostado por el modo de refuerzo, que dota de mayor peso a fuentes de energía estables como la hidráulica, los ciclos combinados de gas y la nuclear. Un modo que ahora también se tendrá a apuntalar de otro modo al quedar sin actividad dos reactores nucleares. No son dos reactores cualquiera, sino que figuran entre los que generan más energía. Entre ambos suman alrededor del 7% de la generación eléctrica del país.

El pasado sábado día 25 el reactor de Valdellós II (Tarragona) se desacopló de la red. El 6 de octubre lo hizo el segundo reactor de la central de Almaraz, en Cáceres. Desde hace algo más de tres días estos dos reactores están inoperativos por estar sometidos a los procesos de recarga que se prolongan durante alrededor de un mes, solapándose ambos durante quince días. Valdellos, junto s los dos reactores de Ascó, también en Tarragona, aportan el 60% de la energía demandada en Cataluña y cerca del 8,4% de toda España.    

Esta situación se produce en pleno debate sobre la gestión y el refuerzo de la red eléctrica que se está reclamando desde el sector para evitar riesgos de colapso como el vivido el 28 de abril. Precisamente el apagón y la situación de carencias de la red que afloró es uno de los argumentos que la semana pasada esgrimieron las eléctricas para basar su petición de prórroga de la vida útil de las centrales nucleares. Iberdrola, Endesa y Naturgy remitieron un escrito al Ministerio de Transición Energética para solicitar una prórroga al menos hasta el año 2030, tres años más del primer cierre programado: Almaraz en 2027.

1.000 trabajadores

La insuficiente capacidad síncrona en la que se encontraba la red el día del apagón, con tres centrales inactivas –dos por estar en proceso de recarga y un a por estar inactiva por los bajos precios de la energía-, ha centrado muchos de los reproches vertidos por las compañías contra Red Eléctrica por la planificación que hizo.

Valdellós llevará a cabo a lo largo de las próximas casi cinco semanas una operación de recarga que requerirá la contratación de cerca de 1.000 trabajadores para poder realizar las 9.000 intervenciones previstas, en su mayoría de mantenimiento. Sólo este proceso requiere de un presupuesto de 24,5 millones de euros. En lo relativo a la recarga de combustible está previsto renovar 60 de los 157 elementos o ‘varillas’ en los que se introduce la recarga de uranio para el reactor. Una carga que procede del centro de combustible de uranio de Juzbado, en Salamanca.

Además de estos trabajos ordinarios, que se llevan a cabo en ciclos de 18 meses, en esta ocasión la central de Valdellós los ampliará. Una vez superada los 40 años de funcionamiento, debe reforzar su mantenimiento con vistas operaciones a largo plazo. Inicialmente el plan de cierre que está en vigor, que se acordó en 2019, establece que junto a Trillo sea la última en cerrarse allá por 2035. Ambas son las centrales más nuevas, comenzaron a operar en 1988.

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