El programa europeo para desarrollar el Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS) vuelve a tener problemas. Concebido para desarrollarse entre la compañía francesa Dassault Aviation, la alemana Airbus Defence and Space y la española Indra, ahora Francia está presionando para aumentar su responsabilidad en los trabajos. No es la primera vez que sucede -anteriormente ya se produjeron retrasos por lo mismo-, pero ahora el país galo podría incluso abandonar el proyecto.
EL FCAS busca desarrollar un ecosistema de combate aéreo interconectado, compuesto por aviones, drones y sistemas de red. Y en ese contexto, uno de los pilares es la fabricación de un caza avanzado de sexta generación, que sustituiría a los actuales Rafale franceses y Eurofighter Typhoon alemanes y españoles.
Es precisamente en el desarrollo de este caza donde Francia quiere ganar protagonismo, aunque de lograrlo esto podría incidir en otras partes del contrato. Hasta el punto que ha reclamado quedarse con el 80% del proyecto. Algo que solo sería posible si Indra y Airbus cedieran ante Dassault, aunque las tensiones mayores las están teniendo entre alemanes y franceses.
El FCAS se encuentra actualmente en la fase de desarrollo 1B, que arrancó en diciembre de 2022 y tiene una duración prevista de tres años antes de pasar a la fase 2. Entre el verano de 2021 y diciembre de 2022, las pretensiones de ganar protagonismo por la parte francesa provocaron que el programa del caza se paralizara durante meses, aunque finalmente Airbus y Dassault, que ya tuvieron un desencuentro, lograron acercar posturas y reactivarlo. Esta vez, sin embargo, las fuentes consultadas admiten que el asunto ha tomado más peso.
Y es que el país galo está amenazando incluso con abandonar el proyecto, algo que las autoridades francesas parecen apoyar, argumentando que tienen capacidades suficientes para continuar con el programa en solitario actualizando sus cazas Rafale para llevarlos a la próxima generación.
La apuesta de España
"La estrategia de Dassault y de Francia parece clara: no quieren compartir con el resto la parte militar del programa", deslizan fuentes del sector, que aseguran que estarán atentos a lo que podría significar para España la ruptura del acuerdo: "Estamos preocupados por las inversiones españolas y por el futuro de los centros de trabajo y del empleo, que es de alto valor añadido. Las tiranteces, los posibles retrasos y la hipotética salida de Francia lo pone todo en el aire".
De entrada, el Ministerio de Defensa comprometió 2.500 millones a lo largo de cinco años en el caza, aunque las inversiones conjuntas en todo el programa del FCAS podrían llegar a superar los 100.000 millones de euros. En cuanto al trabajo, solo la fase 1B generó en nuestro país 1.000 empleos directos de alta cualificación, 400 de ellos en Indra. "Sin duda, el futuro pasa por aquí. El FCAS ayudaría a aumentar el protagonismo industria aeroespacial española, nos convertiría en socio de primer orden y nos ayudaría a contar con nueva tecnología", inciden las mismas fuentes.
Hace unos días, el presidente del comité de empresa de Airbus, Thomas Pretzl ya criticó la actitud de Francia, afirmando que "la colaboración se basa en la cooperación, y no en la competencia", y que en Europa hay socios "más fiables y adecuados" que Dassault. Un hartazgo que, según las fuentes consultadas, está extendiéndose cada vez más con el país galo.
"Es inevitable que haya desconfianza, y los alemanes están enfadados. Por eso queremos esclarecer el futuro cuando antes para saber si hay que buscar alternativas", comentan. Si eso sucediera, admiten, habría que solicitar información para ver cuál sería el impacto. De momento, Reino Unido, Italia y Japón siguen avanzando en su programa para desarrollar un caza de sexta generación, el GCAP (Global Combat Air Programme), y Suecia está haciendo lo mismo por su cuenta bajo el mando de Saab.
Consultados por este periódico, fuentes oficiales de Airbus Defence and Space aseguran que quieren que el FCAS "siga adelante y funcione con eficacia". Para ello, según explican, están elaborando una propuesta que demuestre que están "totalmente comprometidos" con la entrada en la fase 2, y que esperan que a lo largo del 2026 puedan empezar a firmar contratos con los clientes.
"Haremos todo lo que esté en nuestra mano para impulsar y liderar la colaboración entre las principales empresas aeroespaciales de defensa europeas y para que el programa sea un éxito. Nuestra ambición es proporcionar una solución a los países participantes para hacer frente a los retos críticos, especialmente teniendo en cuenta la evolución de la situación de seguridad en Europa y en todo el mundo", zanjan desde Airbus.
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