Aunque España camina de nuevo hacia una situación de riesgo extremo, la incidencia del virus es una de las más suaves de toda Europa. Algo que puede parecer inexplicable si se tiene en cuenta que las medidas restrictivas han sido más laxas en España que en países de nuestro entorno como Francia, Alemania, Italia o Reino Unido.

En París, por ejemplo, hay toque de queda a las siete de la tarde y la hostelería lleva cerrada desde noviembre. Sin embargo, la presión hospitalaria tocó máximos hace dos semanas y la incidencia acumulada a 14 días en el país galo es de 802, con datos del 9 de abril. En Italia la incidencia alcanza los 490, mientras que en Alemania llega a 273 y en Holanda y Bélgica superan los 550. En España la incidencia es de 182. ¿Cómo se puede explicar?

"Hay muchos factores que entran en juego, como el cansancio, el respeto a las medidas o el comportamiento de las variantes, pero lo más importante es que si en los países de tu entorno se dispara la curva, lo lógico es que el siguiente seas tú", advierte el médico e investigador Salvador Macip en una conversación con El Independiente. "Es un poco iluso mirar a Francia e Italia y decir 'Qué mal están'. Europa es un espacio pequeño, hay comunicación entre los países y el virus se mueve. No somos una isla. Esto nos tiene que servir de aviso".

La epidemióloga Caterina Guinovart, del Instituto de Salud Global de Barcelona, añade que "es muy difícil establecer comparaciones entre países, porque no se puede evaluar el impacto de cada medida por separado".

El cansancio de seguir las medidas

En efecto, cada país impone sus propias medidas y tiene sus características propias. Por eso las olas avanzan a diferentes velocidades. "No podemos obviar que hay un factor de azar puro, aleatorio, del comportamiento del virus, pero las olas vienen en consecuencia del comportamiento y las decisiones de cada país", comenta Salvador Macip.

Una encuesta reciente del instituto demoscópico Odoxa ponía en evidencia que un 47 % de los habitantes de los 16 departamentos confinados en Francia asumían abiertamente que incumplirán las nuevas reglas impuestas. "La gente se ha cansado ya de estar en casa, de respetar las normas y de tener un toque de queda a las siete de la tarde. Y además está viendo cómo cada vez hay menos muertos por la vacuna y se están relajando", señalaba hace dos semanas el profesor estadounidense Jeffrey Lazarus en una entrevista con El Independiente.

"Está claro que si la gente no quiere aplicar las medidas, no sirve para mucho", agrega Salvador Macip, que apunta a la "fatiga" como una de las causas de este repunte. Y Caterina Guinovart indica: "Además ocurre que cuando te dejan salir un poco, la gente se relaja en exceso".

Mascarillas y variantes

Otra causa que puede explicar la diferente velocidad de transmisión en Europa es el comportamiento de las variantes. En España la variante británica es la dominante desde la ola de enero y en algunas Comunidades es la culpable de más del 90% de los contagios. "Puede ser que la variante británica llegara antes a España que a otros países de Europa y que ahora sean estos los que estén sufriendo su alto grado de transmisibilidad", apunta Macip.

También pueden influir el hecho de que las normas sobre las mascarillas sean diferentes dependiendo del país y la aceptación que tiene entre la ciudadanía su uso. La normativa de Francia e Italia es similar a la de España, mientras que en Reino Unido no es obligatoria en espacios abiertos. Y otro apunte más es el hecho de cómo se pone uno la mascarilla. "Hay un factor incumplimiento en este caso y se genera confusión con las diferentes normas. Y luego está el hecho de llevarla mal o bien puesta", añade Macip.

"En resumen", indica Caterina Guinovart, "depende todo de muchísimas variables y a veces son pequeños detalles los que marcan los repuntes. Es una mezcla de cansancio, desobediencia, variantes, los efectos de la vacuna y las diferentes medidas lo que hace que las olas vayan a diferente velocidad y que sean más pronunciadas en unos países".

Y lanza una advertencia: "En España haríamos mal si miramos ahora a Europa y sacamos pecho. La cuarta ola puede ser terrible porque los datos no paran de subir y todavía no está el efecto de la Semana Santa. Es muy probable que se dispare todo en los próximos días".