Este sábado saldrá de prisión el primer asesino en serie detenido en España. El primero, al menos, desde que se acuñara el término en la década de los 70. Saldrá por la puerta de la prisión de Herrera de la Mancha 25 años después de ser condenado por el asesinato de cinco mujeres en Castellón entre 1995 y 1996. Joaquín Ferrándiz cumplirá años una semana después de salir de entre rejas y lo hará como un hombre libre.

A Ferrándiz se le conocen cinco crímenes. El primero fue en agosto de 1989. Siguió a una en chica en moto hasta que consiguió desestabilizarla con su coche, provocando un accidente. Al bajarse de su vehículo se acercó a ella para ofrecerle ayuda y llevarla al hospital. Tenía una herida en la pierna con mala pinta, así que necesitaba atención médica. Pero el depredador de Castellón, como se le conocería más tarde, la llevó a un lugar oscuro, donde no había nadie. Allí la violó con mucha violencia, pero no acabó con su vida.

La joven consiguió escapar y fue atendida por otro hombre, que la escuchó gritar. Ferrándiz dijo que era su novia y que se había enfadado con ella por serle infiel. Al recobrar la conciencia, ella lo negó todo y se refugió en su salvador. Posterioremente, reconoció a su agresor y este fue condenado a 14 años de prisión. Al entrar a la sombra, Ferrándiz tuvo un comportamiento excepcional: era educado, estable y su actitud intachable. Hay quienes dicen que engañó a los responsables de su cautiverio, y que por eso consiguió salir a los seis años. No había cumplido ni la mitad de su condena.

Primera asesinada

No tardó en volver a atacar. A los pocos meses acabó con la vida de su primera víctima mortal. Se llamaba Sonia Rubio y tenía 25 años. Ferrándiz solía acechar a mujeres en los alrededores de las discotecas, para aprovechar algún momento en el que se quedasen solas para asaltarlas. Fue el caso de esta joven. Se ofreció a llevarla a su casa, ya que se conocían de vista. Pero cuando se subió en su coche actuó como la vez anterior llevándola a un lugar apartado. El desenlace fue el peor: Ferrándiz la ató, la amordazó y la estranguló con su ropa interior mientras abusaba de ella. Los investigadores sólo tenían la cinta de 18 milímetros con la que le tapó la boca como prueba, pero era un hilo muerto ya que no se fabricaba en ningún sitio. Tenía que haberla cortado él mismo. No se encontraron huellas ni adn. 

La desaparición de Sonia causó un gran revuelo en la sociedad castellonense. Estuvo dos meses en paradero desconocido. Ferrándiz siguió atacando, aunque ahora se centró en prostitutas. De manera similar, usando la ropa interior de sus víctitmas, acabó con la vida de Natalia, de 24 años, Mercedes, de 29 años, y Francisca, de 24 años. Una a una todas fueron apareciendo muertas.

La investigación de estos cuatro crímenes fue muy difícil. Se produjeron en distintos puntos de la provincia, por lo que en unas ocasiones investigaba la Policía Nacional y en otras la Guardia Civil. También los juzgados eran distintos. En aquella época la comunicación entre Cuerpos y juzgados no era tan sencilla como ahora, y la ausencia de pruebas complicaba unir los puntos del tablero.

Llega la UCO

Joaquín Ferrándiz sabía que lo buscaban y tomó precauciones. Sus ansias de matar, su necesidad por hacerlo, se contuvieron durante unos meses. Hasta el 14 de septiembre del 96. Aquella noche se acercó a una joven a la salida de una discoteca. Su nombre era Amelia Sandra García. Una vez más, ofreció a llevar a su presa en coche hasta casa. Terminó violándola y matándola, como ya había hecho antes.

Para resolver todos los asesinatos, sin un punto en común para los investigasdores, se llamó a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Aunque ahora goza de popularidad en los medios, por aquel entonces no era tan conocida. La unidad de élite pidió toda la documentación y la repasaron minuciosamente. Revisaron a los conocidos de las víctimas, sus entornos, cada uno de sus pasos. Hasta que dieron con el caso de la chica que denunció a Ferrándiz por primera vez en 1989.

Sospecharon de él y lo pusieron bajo vigilancia. Lo detuvieron antes de que acabase con una secta vida. En este caso era una chica que acudió a una discoteca con su propio coche. Ferrándiz, agachado junto al vehículo en un párking, desinfló una de las ruedas. Luego, al terminar la fiesta, la siguió hasta que la mujer tuvo un accidente. Le ofreció, una vez más, llevarla al hospital pero nada salió como tuvo planeado. 

Su futuro

La Guardia Civil acabó deteniéndolo el 29 de julio de 1998. Terminó confesando los crímenes ante el juez y ayudando a resolverlos, dando datos que sólo el asesino podía conocer. Ahora, este sábado, volverá a salir de prisión. Como la primera vez, su comportamiento ha sido bueno, sin causar problemas a los funcionarios ni a otros internos. Incluso en los últimos años ha gozado de salidas del centro penitenciario acompañado de una orden religiosa. 

A principios de abril, se publicó en TVE una de las conversaciones que tuvo la decana del Colegio de Criminólogos de Madrid, Carmen Balfagón, con Ferrándiz en prisión. El agresión no ha perticipado en ninguna terapia para violadores durante estos 25 años, pero ha dicho que quiere irse a vivir al extranejro para evitar ser reconocido. 

Su sentencia le impide volver hasta 2028 a los municipios de Vila-real, Onda, Benicàssim y Castelló, donde acabó con la vida de sus víctimas. El Ministerio del Interior tendrá en su mano avisar al país que termine acogiéndolo, si finalmente sale de España, de que tiene en sus fronteras al primer asesino en serie detenido en España.