La fotografía podría parecer casi idílica. La tasa de empleo más baja de España, los salarios más altos y las pensiones más elevadas. Pero en el País Vasco también la conflictividad laboral es la que lidera el ranking nacional, al igual que la tasa de absentismo laboral. Los sindicatos inciden en que es precisamente esa cultura de la reivindicación la que permite dibujar la fotografía laboral más favorable del país, en muchos casos a gran distancia del resto de comunidades autónomas. Sin embargo, en este inicio de curso el debate en Euskadi sobre la realidad laboral se viene acentuando ante la enésima oleada de ‘otoño caliente’ que preparan los sindicatos y que ya tiene en el calendario fijadas dos huelgas en el sector público para el 25 de octubre y el 19 de diciembre. El pulso entre las centrales y el Gobierno que lidera Iñigo Urkullu se libra además no sólo en la mesa de negociación laboral sino también en el agitado tablero prelectoral en el que ya está sumido el País Vasco con el horizonte de las elecciones autonómicas a la vista.

La cuestión laboral y la reivindicación de sus derechos tiene una gran penetración social en Euskadi. El PNV es consciente de ello y teme que carecer de un sindicato afín que permita desequilibrar la balanza de dura oposición que ya representan ELA y LAB, pueda pasarle factura en las autonómicas de 2024. El duro discurso de desgaste con el que las centrales nacionalistas, en muchos casos secundando los mensajes procedentes de EH Bildu, han comenzado el curso político es la mayor preocupación. Lo consideran un discurso “catastrofista” y falso que puede terminar asentándose en el imaginario ciudadano y condicionar con ello la tendencia electoral se ha convertido en una prioridad.

El lunes Urkullu se alineaba con el empresariado, con motivo del 40 aniversario de la patronal Confebask. Afirmó que ellos sí han sabido empeñarse en sacar adelante el empleo y la riqueza de la economía vasca, haciendo frente incluso a amenazas como lo fue ETA y salvaguardando el arraigo del tejido empresarial. En las últimas semanas el discurso de Urkullu apoyando el esfuerzo del empresariado se ha alternado con una denuncia reiterada, que comparte con el empresariado vasco, de la alta conflictividad laboral en la que está inmersa la economía vasca. Incluso con la imagen de malestar generalizado entre los trabajadores vascos que se intenta proyectar y que considera falso.

Tanto el lehendakari como su partido, el PNV, defienden la tesis de que todo responde a una estrategia promovida desde la izquierda abertzale para agudizar el desgaste del Ejecutivo vasco y de Urkullu en particular, "vienen a por nosotros", insisten. Por el momento, el PNV no ha revelado si será Urkullu su candidato, si el lehendakari optará a un cuarto mandato.        

342 huelgas en un año

El Instituto Vasco de Estadística, el Eustat, revelaba ayer que durante todo el año pasado se celebraron 342 huelgas en Euskadi, la cifra más elevada de la última década y a la que un mayor número de trabajadores ha afectado desde hace tres lustros: casi 107.000. Sólo de enero a junio de este año en el País Vasco se llevaron a cabo 209 huelgas. Estas cifras suponen que más de la mitad de las huelgas que se convocan en España tienen lugar en el País Vasco.

En las pasadas elecciones municipales y generales el PNV sufrió un importante revés, la pérdida de más de 100.000 votos. En la mayoría de los análisis de las causas que estarían detrás de ese abandono de una parte importante del electorado, Sabin Etxea situó el malestar por el deterioro de los servicios públicos y de las condiciones de sus trabajadores que muchos sindicatos llevan meses denunciando. El Ejecutivo de Urkullu considera esta denuncia algo “artificial”, un falso “catastrofismo”. El lehendakari insiste en que no se corresponde con la realidad, que ni la prestación de los servicios y menos aún las condiciones de trabajo de los trabajadores públicos vascos han empeorado como aseguran las centrales.

El laboral es el nuevo frente de desgaste que el PNV ha comenzado a detectar y cuya autoría intelectual sitúa en la izquierda abertzale. Ve en EH Bildu la mano que mece la movilización laboral en el sector público en demanda de mejoras salariales y de condiciones de trabajo. El lehendakari Urkullu lleva semanas alertando de que el objetivo que se busca es atacar la gestión de su Gobierno y con el al PNV. Lo aseguró incluso ante la militancia del PNV en el ‘Alderdi Eguna’ (Día del partido) en referencia a un supuesto intento de desgaste que se estaría alimentando desde los sectores afines a la izquierda abertzale de cara a la convocatoria de elecciones autonómicas.

Condiciones del sector público

El PNV hace años que se desconectó del que históricamente había sido su sindicato, ELA, cuya creación impulsó a comienzos del siglo XX y al que aún están vinculados muchos de sus simpatizantes. En los últimos días, desde todas las tribunas, el Gobierno del PNV recuerda que los trabajadores públicos han visto mejoradas sus condiciones salariales de acuerdo al IPC, que este año acumulan ya una subida del 3% y que es algo que no se ha producido en la mayoría del sector privado. También que gozan de condiciones como la estabilidad, los permisos de conciliación familiar o medidas como el teletrabajo en unas condiciones que no se dan en la mayor parte del ámbito privado. Y concluye reiterando que los recursos públicos no son “ilimitados”.

El Gobierno vasco asegura que el deterioro que la población ya detecta en algunos servicios públicos y reflejan distintos sondeos, -fundamentalmente la sanidad-, es consecuencia de la pandemia y que ya se está reconduciendo. También que se han consolidado 10.700 empleos de la función pública en ámbitos como la Educación, la Sanidad o la Administración. Sin embargo, los sindicatos replican que son muchos los trabajadores que actualmente siguen sin tener renovado su convenio laboral. Según los últimos datos del Consejo de relaciones Laborales vasco (CRL) el 47% de los trabajadores tiene un convenio sin renovar.