Es un juego de ensamblajes y amalgamas, una convivencia de materiales y estructuras. Son elementos que se interrogan y que al mismo tiempo están canalizando y cercando nuestra existencia. Moldes, chapas, encofrados o hierros que toman vida para, de algún modo, encauzar la nuestra. Es el discurso que transmiten las obras de June Crespo (Pamplona, 1982) una escultora emergente en el panorama artístico europeo a la que el Museo Guggenheim Bilbao ha abierto sus puertas con una muestra monográfica.

En ‘June Crespo. Vascular’ la pinacoteca presenta una selección de una treintena de sus obras de los últimos siete años, además del conjunto ‘Vascula’ creado de modo específico para esta muestra a la que da nombre. En el trabajo de esta artista navarra los materiales aparecen como agentes capaces de operaciones complejas en las que unos afectan y condicionan a los otros con sus conexiones y ensamblajes.

En las obras de Crespo es fácil detectar bidones, cemento, telas, ropas pero también flores y tallos dispuestos en conjuntos que logran generar un gran dinamismo. Se trata de materiales y piezas con los que juega, redimensiona, para que logren tener “gestualidad” propia. Recortes de prensa, ladrillos, varillas o grandes fotografías impresas en el suelo completan la variedad de elementos que emplea.

La apuesta por Crespo, cuya exposición se inaugura hoy y permanecerá en el Guggenheim hasta el próximo 9 de junio, supone además un diálogo con algunos de los conceptos escultóricos que definen el arte vasco de las últimas décadas. En ella, los ‘pares móviles’ por los que se rige a la hora de crear pasan por binomios como abstracción-gesto, trágico-opaco o ligereza-extrañeza. A ello suma ámbitos que considera poco presentes como la sensibilidad feminista o la conciencia de “la devastación” que provoca la modernidad sobre la naturaleza.

Una "coreografía espacial"

La muestra está concebida en un clima de transmisiones y relación entre todas las obras. Actúan entre sí como vasos comunicantes y redes capilares en el que la autora pretende replantear su relación con el espacio al apostar por una escala de sus trabajos inédita hasta ahora.

La autora asegura que su deseo es proponer al visitante “un espacio en el que se encuentre de tú a tú con la obra, a través de un recorrido en el que hay cosas que se ocultan y otras que aparecen, en un montaje que permite casi una coreografía espacial". Crespo afirma que las obras expuestas condensan “mi tránsito a nivel técnico y vital”.

El comisario de la exposición, Manuel Cirauqui destaca el carácter vivo que adquieren los materiales en Crespo y su identificación con valores arquitectónicos de los que se les dota: “Sus obras surgen de un campo de experimentación. Son obras que viven, que se ajustan y que están mutando. El carácter vivo de sus trabajos es un aspecto fundamental en Crespo”.