"Hay que jugar, lo peor es la irrelevancia". Esta es una expresión recurrente de un alto dirigente de Génova a la hora de analizar el escenario que se abre para los populares en el País Vasco y, por extensión, para el conjunto del partido en toda España. Habida cuenta del extenso poder territorial del PP, tiñendo prácticamente el mapa de azul en las elecciones locales y autonómicas del 28-M, "no podemos limitarnos a ser meros espectadores" en la política vasca. El mejor escenario y también el más complejo, sin duda, pasaría por eso que Borja Sémper define como "ser influyentes", esto es, que la gobernabilidad de Euskadi dependiera también, para según qué leyes, de sus representantes en el Parlamento vasco con Javier de Andrés, candidato a la Lendakaritza, a la cabeza.

Y todo ello poniendo un precio, que bien podría pasar por intentar imponer determinadas políticas socioeconómicas e industriales, fundamentalmente, sin hacer ascos a alguna cuota de poder institucional. Tal y como adelantó El Independiente, el apoyo gratuito dispensado al PSC en el Ayuntamiento de Barcelona y al PNV en Vitoria, Durango y la Diputación de Guipúzcoa no ha resultado un buen negocio político para los populares, ninguneados no pocas veces por aquellos a los que ayudaron a encumbrar, según un sentimiento generalizado en la sede nacional del partido.

Normalizar relaciones con el PNV

Pero más allá de los límites geográficos de Euskadi -con ser importante lo que ocurra en este territorio- la cita de este domingo ante las urnas tiene sin duda especial importancia para Alberto Núñez Feijóo en la medida en que sirva para normalizar sus relaciones con un PNV entregado a Pedro Sánchez. La formación de Andoni Ortuzar ha venido jugando un papel subsidiario durante la anterior legislatura nacional, de la que ha sacado réditos políticos EH-Bildu, formación en condiciones de ganar este domingo arrebatando la hegemonía al nacionalismo fundado por Sabino Arana.

El PNV, analizan fuentes populares, "hacía negocio del 'bisagrismo' pero desde que están con Pedro Sánchez van camino de ceder su supremacía" autonómica. Además, a diferencia de ese análisis postelectoral generalizado que apunta a que PNV y PSE están poco menos que condenados a reproducir su actual fórmula de gobierno de coalición, enmiendan la mayor y se abren a todos los escenarios posibles, esto es, que PNV decida un ejecutivo monocolor o escoja de compañero de viaje a EH-Bildu, todo ello sin descartar un pacto entre socialistas y el partido de Arnaldo Otegi, por mucha negativa del socialista Eneko Andueza.

La "geometría variable" de Pradales

Visto la evolución electoral de un PNV amenazado -políticamente hablando- por Bildu en el País Vasco y Madrid, los de Andoni Ortuzar "tienen pocos alicientes para repetir su alianza con los socialistas" y en el escenario de un gobierno en solitario, Imanol Pradales "podría optar por la geometría variable", entrando en ese juego de mayorías -"hay que jugar, lo peor es la irrelevancia"- el PP.

Este domingo "van a crecer dos partidos, Bildu y nosotros. En estos momentos no tenemos ni potencia electoral ni capacidad de influencia. Cuatro escaños y cero influencia, peor no podemos quedar". Y ahora, con Ciudadanos desaparecido en combate y Vox a la baja, el PP tiene muchas posibilidades de resituarse como cuarta fuerza política y salir del ostracismo, sobre todo si la aritmética parlamentaria les hace necesarios durante la legislatura vasca.

Si con ello consiguen a futuro un acercamiento en política nacional con el que ha venido siendo un partido sostenedor de la gobernabilidad del país para articular mayorías, bienvenido sea para la planta séptima de Génova, aunque muchos de los veteranos del PP nunca perdonarán a los nacionalistas vascos su apoyo a la moción de censura contra Mariano Rajoy en mayo de 2018.

Lo que ocurra con Vox este domingo también es capital para el PP sobre todo por tratarse del territorio de Santiago Abascal, con riesgo cierto de perder su única representante por la circunscripción de Álava. Los populares hacen recuento y no muy halagüeño para el partido de ultraderecha: "19 parlamentarios menos en el Congreso, no entran en Galicia, pierden su escaño en el País Vasco y en Cataluña quedan por debajo de nosotros", resumen. Con ese bagaje las europeas también se les pueden poner muy cuesta arriba a Abascal y los suyos.

Feijóo ha identificado durante la campaña al PNV con el PSE y EH-Bildu

Feijóo participó ayer en un doble cierre de campaña, por la mañana en Bilbao, por la tarde en Vitoria, con un mensaje que ha venido siendo el hilo conductor de sus mítines sin descuidar el discurso en clave nacional. El PP es "la alternativa de gestión al PNV, la alternativa constitucionalista al Partido Socialista y alternativa moral y democrática a Bildu". "Si están de acuerdo con el modelo del socialismo de Madrid, auspiciado y votado por el nacionalismo vasco, tanto en su fórmula del PNV como en su fórmula de Bildu, entonces, evidentemente, no escogerán la papeleta del Partido Popular de Euskadi", ha dicho en varias ocasiones.

Y si un vasco "quiere que esta comunidad autónoma vuelva otra vez a puestos de liderazgo en la industria, en los servicios públicos, le proponemos que cojan una papeleta del PP de Euskadi y, si por el contrario, no le importa que la política de industria y laboral la diseñe Podemos, Sumar, el PNV, Bildu o el PSE, esa no es nuestra papeleta".

En definitiva, el PP cree poder hacer este 21-A un "hat trick" saliendo del ostracismo de años en el País Vasco, intentar hacerse indispensable para el PNV de Pradales atrayéndole a su terreno y laminar, paso a paso, a Vox, con quien, sin embargo, gobierna en cinco comunidades autónomas, eso sí, no sin dificultades.